D. Barreira
Publicada

Hace dos años, una pareja de arqueólogos polacos que estaba excavando una desconocida necrópolis en la localidad de Pien, al norte del país, se topó con un macabro hallazgo: el esqueleto de una mujer joven, de entre 18 y 20 años, que había sido enterrada con un candado en el pie y una hoz de hierro en el cuello. No era la escena de un crimen —no había evidencias de una muerte violenta—, sino el reflejo de creencias sobrenaturales en la sociedad de hace unos 350 años: quienquiera que diese sepultura a Zosia, como la han bautizado los locales, temía que pudiese escaparse de la tumba. Por eso anclaron a la tierra ese organismo que la decapitaría en caso de levantarse.

Ahora, gracias al análisis de ADN, impresiones en 3D y plastilina, un equipo de científicos de la Universidad Nicolás Corpénico de Toruń ha sido capaz de reconstruir el rostro de esta mujer y su historia. "Es muy irónico que unas personas hicieron todo lo posible para evitar que volviera de entre los muertos, y nosotros hemos hecho todo lo posible para devolverla a la vida", explica el arqueólogo sueco Oscar Nilsson.

Aunque Zosia ha sido interpretada como un vampiro, igual que un niño sepultado muy cerca bocabajo y con un candado similar en sus pies, algunos historiadores han matizado que podría tratarse de una estrige, una mujer deformada por algún tipo de maldición según el folclore polaco y que nacía con dos almas. Los primeros casos de vampiros surgieron en Europa oriental, en las fronteras del Imperio de los Habsburgo, a principios del siglo XVIII como seres nocturnos que provocaban asfixia o como portadores de enfermedades contagiosas. El caso de Zosia, según las dataciones de su cuerpo, sería varias décadas anterior.

Reconstrucción hipotética del rostro de Zosia. Oscar Nilsson Reuters

Los análisis del esqueleto de esta mujer sugieren que tuvo algún problema de salud que le habría provocado desmayos y fuertes dolores de cabeza. Además, presentaba una anomalía en el esternón, síntoma de que podría haber desarrollado una deformidad física y por eso sus vecinos la vieron como una criatura paranormal. Nilsson apunta también la hipótesis de problemas de salud mental. Apenas se conocen datos de la vida de Zosia, pero los arqueólogos señalan que los objetos con los que fue enterrada, como un gorro de seda, podrían relacionarla con una familia noble del lugar.

La recreación de la apariencia de la mujer ha revelado un rostro blanquecino y unos hipnotizantes ojos azules. El proceso ha consistido en elaborar una réplica impresa en 3D del cráneo a la que se fueron añadiendo capas de plastilina "músculo a músculo" para generar esa cara realista. "Es emotivo ver un rostro que regresa de entre los muertos, especialmente cuando conoces la historia de esta joven", señala Nilsson. "Cuando dijeron que era un vampiro, me asusté un poco en cierto modo, y también tuve la idea o el pensamiento de que intentaría hacerla como un ser humano y no como el monstruo como el que fue enterrada".

Dado que murió en la época de las guerras entre Suecia y Polonia, los investigadores especulan que podría ser sueca y, por lo tanto, era considerada una "forastera no deseada". Otros investigadores ajenos a la excavación han propuesto que la causa de este raro enterramiento fuese algún estigma social, como no estar bautizada, morir por suicidio, haber tenido un comportamiento extraño en vida o ser una de las primeras víctimas de una epidemia.