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La antigua provincia romana de Hispania, que comprendía gran parte de la actual España y Portugal, fue una región donde los romanos dejaron un vasto legado arquitectónico. Muchas de sus obras monumentales han perdurado hasta nuestros días y son testimonio de la influencia y la avanzada ingeniería del Imperio romano.

Entre estos monumentos de mayor importancia se encuentra el Acueducto de Segovia, una de las construcciones romanas más emblemáticas y mejor conservadas de España.

Situado en la ciudad de Segovia, en la comunidad de Castilla y León, este acueducto es una impresionante obra de ingeniería que data del siglo I o principios del siglo II d.C., bajo el reinado del emperador Trajano, aunque la fecha exacta de su construcción aún es objeto de debate.

En primer lugar, cabe destacar que la función principal del acueducto era transportar agua desde el manantial de la Fuenfría, situado en la sierra cercana a 17 kilómetros de la ciudad, en un paraje denominado La Acebeda, hasta la propia urbe romana.

En consecuencia, en su recorrido original el acueducto tenía unos 17 kilómetros de longitud, desde su punto de captación de agua en la sierra hasta la ciudad de Segovia. Hoy en día, se conserva principalmente el tramo urbano, que es el más icónico.

Y respecto al material de construcción, ¿con cuántas piedras se construyó el Acueducto de Segovia? Según indican los estudios, la estructura habría sido levantada con más de 20.000 bloques de granito local, extraídos de las sierras cercanas.

Además, lo más destacado es que estas piedras están ensambladas sin el uso de argamasa o cemento, lo que hace que la estabilidad del acueducto dependa únicamente de la precisión en el tallado y ensamblaje de los bloques.

En este sentido, el Acueducto de Segovia es un ejemplo clásico de la habilidad de los ingenieros romanos para construir infraestructuras funcionales y duraderas. Gracias a su inclinación sutil y controlada, el agua podía fluir por gravedad desde su punto de origen en la montaña hasta los depósitos en la ciudad. Para garantizar la limpieza del agua, el acueducto tenía diversos mecanismos de decantación, que permitían eliminar impurezas antes de su distribución.

Este monumento se construyó durante el auge del Imperio romano para dotar a la ciudad de Segovia de un suministro de agua estable. Como parte fundamental de la infraestructura del asentamiento, fue crucial para su desarrollo y crecimiento.

Con la caída del Imperio romano, el acueducto continuó en uso, aunque en la Edad Media sufrió daños. Se dice que en el siglo XI se destruyeron algunos de sus arcos durante la invasión musulmana, aunque estos fueron restaurados en el siglo XV por los Reyes Católicos.

A lo largo de los siglos, el acueducto ha sido objeto de múltiples restauraciones. La última gran intervención se llevó a cabo en el siglo XX, cuando se tomaron medidas para evitar el desgaste producido por la contaminación y la erosión.

En 1985, el Acueducto de Segovia fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, como parte del conjunto monumental de Segovia. Esta distinción reconoce no solo su valor histórico y arquitectónico, sino también su papel en la vida de la ciudad y su estado de conservación excepcional.

El acueducto es el símbolo más icónico de Segovia y una atracción turística de primer orden. Se puede visitar y admirar desde la Plaza del Azoguejo, donde se aprecia la magnitud de su estructura. Además, paseando por el casco histórico de Segovia se pueden seguir tramos del antiguo acueducto, algunos de ellos aún parcialmente conservados.