Diferentes partes que conforman el 'capitulum' de una 'ballista' romana de torsión, de época tardorrepublicana.

Diferentes partes que conforman el 'capitulum' de una 'ballista' romana de torsión, de época tardorrepublicana. Museo de Arqueología de Cataluña

Historia

Esta es la catapulta romana más antigua del mundo: se puede ver en un museo español

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Los antiguos romanos no inventaron la tecnología artillera, sino que la adoptaron de sus vecinos (y enemigos) griegos y cartagineses en época helenística y en el contexto de las guerras púnicas. Durante el periodo republicano, las legiones utilizaron dos tipos de máquinas de torsión: las ballistae, diseñadas para arrojar proyectiles de piedra redondos, y las catapultae, empleadas para lanzar dardos. En ambos casos estaban construidas generalmente de madera pero se reforzaban con elementos de hierro, como el bastidor (capitulum), donde se fijaban los ovillos de tendón y cuerda. Curiosamente, sus nombres se intercambiaron entre los siglos II y III d.C.

Entre las balistas romanas, la más habitual fue la de tipo scorpio, la pieza de artillería de campaña básica en los tiempos de la República. Gracias a su reducido tamaño y movilidad, se usaba tanto en batallas campales como para la defensa de los campamentos. Disparaba con precisión unas saetas de madera con una punta de hierro piramidal muy afilada de unos 70 centímetros de largo que podían atravesar armaduras y escudos. Son muy pocos los ejemplos que la arqueología ha podido recuperar de estos modelos de torsión —apenas una veintena—, pero la antigua Hispania concentra varios e importantes restos.

La primera catapulta romana hallada en el territorio grecorromano salió a la luz en la ciudad de Ampurias (Girona). Aunque las primeras hipótesis identificaron los vestigios metálicos como pertenecientes a un carro de municiones, investigaciones posteriores concluyeron que se trataba del capitulum de un scorpio. Datado alrededor del siglo II a.C. atendiendo al nivel estratigráfico donde apareció —en un depósito de armas donde también se ocultaba un lote de espadas de tipo La Tenè—, este scorpio se considera el más antiguo conservado del mundo romano. Se puede ver en el Museo de Arqueología de Cataluña. 

Idealización del ataque con 'scorpio' a la ciudad íbera de Iliturgi (Mengíbar, Jaén) por las tropas de Escipión el Africano.

Idealización del ataque con 'scorpio' a la ciudad íbera de Iliturgi (Mengíbar, Jaén) por las tropas de Escipión el Africano. Reina de Corazones

De esta máquina se han podido documentar las placas de hierro de la tabula superior e inferior, la de la columna central, y cuatro más que encajan perfectamente con los cuatro modioli (cojinetes cilíndricos y huecos construidos en bronce), que comprenden unas dimensiones de 540 x 420 mm. El scorpio solía pesar entre 50 y 60 kilos y era tan efectiva que, según Julio César, un único ejemplar sirvió para mantener a raya a los defensores galos de Avaricum (52 a.C.) que pretendían incendiar la rampa de asedio que los romanos estaban construyendo.

Varios investigadores han relacionado la catapulta de Ampurias con la campaña que Catón dirigió en la Península Ibérica: el cónsul desembarcó en la hasta entonces colonia griega de Emporion para tomar el mando de las expediciones bélicas contra los pueblos indígenas del nordeste de la Hispania Citerior. El ejército romano, para aquel entonces, ya disponía de ese tipo de máquina de artillería de formato manejable, fácil de montar y capaz de disparar flechas a gran distancia.

Una pieza similar, el capitulum de una catapulta de tipo scorpio, se descubrió en 1985 en el yacimiento de La Caridad (Teruel), en un lugar que quedó sepultado hacia los años 80-72 a.C., en el contexto de las guerras de Sertorio. Según los investigadores, se trata de un hallazgo importante no solo por la escasez de paralelos, sino porque es el bastidor metálico mejor conservado de los que se han encontrado hasta hoy en todo el territorio de la Antigüedad. En cuanto a los proyectiles (pila catapultaria) de estas máquinas, han aparecido algunos ejemplos en el castro de la Espina del Gállego (Cantabria) o en el yacimiento de Numancia.

Precisamente de la catapulta de La Caridad se fabricó una reconstrucción, una de las más precisas de entre todas las realizadas, para comprobar el alcance de los proyectiles arrojados: se sitúa entre los 90 y los 100 metros en fuego directo, pero la distancia aumenta hasta los 150 m cuando se dota a la máquina de una inclinación de 45º y a 200 m cuando se fuerza a máxima potencia.