María Josefa Amalia Sajonia, la reina olvidada de España

La biografía de la tercera esposa de Fernando VII rescata del olvido la vida de la primera monarca constitucional de nuestro tiempo, pero también de la única escritora de la monarquía española.

Ocupó el trono durante diez años, pero murió sin descendencia y de forma repentina cuando tenía solo 25 años, así que la historia la olvidó durante dos siglos. María Josefa Amalia de Sajonia fue la tercera esposa de Fernando VII y su matrimonio más longevo, pero en su papel de mujer prudente a la sombra del rey su vida había quedado postergada. La recupera ahora la historiadora María José Rubio en María Josefa Amalia de Sajonia, reina de España, primera biografía sobre esta monarca, editada por Fundación Banco Santander.

El libro nos descubre a una reina que “tuvo mucha más importancia y protagonismo dentro de su reinado del que siempre se había considerado”. María José Rubio, historiadora y escritora, confiesa que navegando entre los archivos del Palacio Real y hasta en el Archivo Secreto Vaticano, “he descubierto a un personaje que estaba totalmente ensombrecido, pero estamos hablando de la primera reina constitucional de España, la primera reina que pisa un congreso y la única escritora de la monarquía hispánica, es decir, la única que tiene un corpus literario reconocido”.

Esta faceta de escritora había quedado sepultada por una serie de mitos en torno a su figura y sus escritos permanecen aún hoy inéditos, “todavía guardados en manuscritos que apenas se han estudiado”, afirma Rubio. Pero su investigación revela a un personaje tremendamente político, sorprendente en lo literario y mucho más profundo que lo que se había contado hasta ahora.

De Dresde a Madrid

María Josefa Amalia de Sajonia era una jovencísima princesa sajona que llegó a España con 16 años, en 1820, para cumplir con un matrimonio de estado con el monarca español, que tenía entonces 35 años y había enviudado por segunda vez. En la historiografía caló la idea de que los cónyuges no compartían la vida marital y, sin embargo, recalca Rubio, “descubrimos en las cartas íntimas que ellos se cruzan a lo largo de todo el reinado que es una relación extremadamente amorosa. Fernando VII se muestra en esas cartas personales como un hombre encantador, cariñoso y afectuoso”.

Pero quizá el gesto más notable del rey hacia su esposa fue, según la historiadora, “el hecho de que conocemos el corpus literario de María Josefa Amalia de Sajonia gracias a que el propio Fernando VII lo protegió. Existen manuscritos en el Archivo General de Palacio, de la propia mano del rey, copiando todas las poesías de su esposa. Es decir, que si conocemos hoy la obra literaria de María Josefa Amalia de Sajonia fue porque Fernando VII la protegió, la admiró y quiso que eso se conservara para que en algún momento se pudiera publicar”.

La poeta del absolutismo

Durante su reinado, era de dominio público que María Josefa Amalia de Sajonia era poeta. “Publicó abiertamente en algunos periódicos varias poesías de tono político, pero todos sus manuscritos están llenos de poesía política. Dedica su trabajo literario a expresar su propia ideología, la del absolutismo”, cuenta Rubio.

Pero el libro de Rubio desvela por primera vez no solo esa poesía política, sino otro tipo de escritos, “especialmente ensayos, que se conservan en el archivo del Palacio Real y que hasta ahora se pensaba que eran anónimos”. La historiadora estudió a conciencia estos escritos, comparando la caligrafía de los mismos con las cartas personales de la reina para confirmar que estos documentos inéditos pertenecían a la reina.

En estos ensayos, explica Rubio, la monarca “se expresa de manera absolutamente política, en contra del liberalismo y especialmente en contra de la Constitución de 1812”. Hay que tener en cuenta que cuando María Josefa Amalia de Sajonia llegó a España vivió en primera persona el pronunciamiento de Riego, que llegó hasta las puertas del Palacio Real, obligando a Fernando VII a restablecer la Constitución aprobada por las Cortes de Cádiz ocho años antes y abolida por él mismo en 1814.

Según Rubio, “esos escritos nos desvelan un personaje con una ideología política muy clara y respecto a la que se muestra muy coherente. Ella escribía en secreto todos esos ensayos porque sin duda, en su momento, en pleno Trienio Liberal, con toda la violencia que había, hubiera sido un auténtico escándalo que una reina de España hubiera estado escribiendo en contra de esa Constitución que el propio rey había jurado”.

Tras la restitución de la monarquía absoluta en 1823, en el período que se conoce como la Década Ominosa, “ella se vuelve más mística y escribe una cantidad enorme de poesía con una teológica profundamente notable”, detalla Rubio. Al final de su vida, también “escribió una novela de corte moral, de moraleja cristiana”, mostrando una complejidad de pensamiento muy distinta a lo que había trascendido en la historia.

Una memoria repleta de mitos erróneos

El desconocimiento en torno a la figura de María Josefa Amalia de Sajonia ha permitido que proliferen algunos mitos y malentendidos sobre su relación con Fernando VII y su papel como reina.

El primero, aclara Rubio, es el de que “había salido directamente de un convento para casarse con Fernando VII”. En el libro se cuenta en profundidad cómo “fue educada bajo la figura de su padre Maximiliano de Sajonia, junto a todos sus hermanos y tuvo una educación absolutamente extraordinaria como una princesa de primer nivel”.

El segundo mito es el relacionado con su noche de bodas, que la historiografía posterior recogió como un acontecimiento humillante y desastroso para María Josefa Amalia de Sajonia, pues se decía que la jovencísima reina, incapaz de consumar el matrimonio, había salido corriendo por los pasillos huyendo de Fernando VII. Sin embargo, María José asegura que ese bulo nace posteriormente a la muerte de la reina y “parte de una carta de Stendhal a Mérimée en la que cuenta un cotilleo que le había contado, seguramente, la condesa de Montijo sobre algo que había ocurrido diez años antes”.

Para desmentirlo, Rubio se basa en las buenas palabras que la reina dedica a Fernando VII durante su matrimonio: “Todas las cartas que ella escribe a su familia a lo largo de los años manifiesta la felicidad conyugal que tiene y en ningún momento se queja de la relación con su esposo, que ese es otro de los grandes bulos”. Además, añade la historiadora, “María Josefa Amalia de Sajonia debió guardar un gran recuerdo de esa noche de bodas, porque en su testamento hay una partida específica de toda la ropa blanca de la noche de bodas. Yo creo que si tienes una noche de boda desastrosa, desde luego no hubieras guardado toda la ropa”.

Pero el principal mito, concluye la historiadora, “es el de que María Josefa Amalia Sajonia fue una mujer ñoña, simple, llorosa, siempre oculta. La existencia de todo este corpus literario tan audaz, donde expresa toda su ideología política y donde se demuestra que está al tanto de todo lo que está ocurriendo al día en la política, especialmente durante el violento Trienio Liberal, demuestra todo lo contrario, a una mujer absolutamente pendiente de lo que estaba ocurriendo en la política española”.

La idea de la reina-monja que ha perdurado se entiende por el contexto histórico en el que acabó su vida. “Ella era una mujer de una profundísima fe católica, pero está en un momento en el que hay una política anticlerical muy presente y por tanto, toda la intelectualidad liberal que domina en ese momento tiene una imagen negativa con respecto a María Josefa Amalia de Sajonia, que representa la creencia en la Iglesia Católica”, explica Rubio.

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