Los antiguos romanos podían haber sido mucho más listos: la destreza que redujo su coeficiente intelectual
- Una investigación sugiere que la exposición a unos altos niveles de plomo en el aire provocados por la minería afectó a todo el Imperio romano.
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En un discurso pronunciado ante el emperador Antonino Pío en el año 144 d.C., el joven orador griego Elio Aristides celebraba con cierta lisonja el momento de mayor esplendor del Imperio romano, la potencia más rica y formidable del mundo, que se extendía desde Escocia hasta Arabia, gracias al poder de sus legiones. "Muchas provincias no saben dónde se encuentra su guarnición; todos los hombres os pagan impuestos con mayor placer del que algunos obtendrían recaudándolos", afirmó, para sentenciar: "Has provocado que la palabra 'romano' no pertenezca a una ciudad, sino que sea el nombre de una suerte de raza común".
Pero el clímax de la Pax Romana no iba a ser infinito. Además de los devastadores efectos de la peste antonina, que se desató en el año 165 y mató a unos siete millones de personas, y la acumulación de enemigos en las fronteras imperiales, el aire portaba algo invisible, siniestro, que estaba causando estragos. Según un nuevo estudio de científicos del Desert Research Institute (DRI), un instituto de investigación sin ánimo de lucro del estado de Nevada, la contaminación atmosférica provocada por el plomo, material utilizado para la construcción de acueductos o cañerías para el agua y que se fundía para extraer plata con la que acuñar monedadas, afectó a la salud y a la inteligencia de los romanos.
La investigación, cuyos resultados se han publicado en la revista PNAS, consistió en analizar estratos de núcleos de hielo en el Ártico (en Rusia y Groenlandia) para documentar los niveles de contaminación por plomo en el periodo comprendido entre 500 a.C. y 600 d.C. Los isótopos de plomo permitieron al equipo de expertos identificar los trabajos de minería y fundición en toda Europa como la fuente más probable de esta polución.
Según los científicos del DRI, el plomo se habría acumulado en la atmósfera procedente de las minas romanas, se habría desplazado por las corrientes de aire y habría caído en forma de nieve en el Ártico. Utilizando enormes perforadoras, han podido documentar burbujas de gas atrapadas en el hielo que contienen información sobre la calidad del aire de hace dos milenios. En combinación con trabajos que relacionan la exposición a este metal con el deterioro cognitivo, los investigadores sugieren que los niveles de contaminación en el Imperio romano pudieron provocar la reducción del coeficiente intelectual entre dos y tres puntos.
"Este es el primer estudio que coge un registro de contaminación de un núcleo de hielo y lo inverte para obtener concentraciones atmosféricas de contaminación y luego evaluar su impacto humano", explica Joe McConnell, autor principal del artículo. "La idea de que podamos hacer esto para una situación de hace 2.000 años es bastante novedosa y emocionante".
Niños menos listos
El estudio revela que la contaminación atmosférica por plomo comenzó durante la Edad del Hierro y alcanzó un punto máximo a finales del siglo II a.C., en el apogeo de la República romana. Luego registró una drástica reducción antes de aumentar de nuevo alrededor del año 15 a.C., durante el reinado del princeps Augusto. Mantuvo unos altos niveles hasta la peste antonina, cuyos efectos se prolongaron hasta 180. Estos niveles de contaminación por plomo no se superaron hasta la entrada del II milenio d.C., ya en la Edad Media.
Los investigadores utilizaron potentes modelos informáticos para calcular la cantidad de plomo emitida por los antiguos romanos. En un caso supusieron que toda la producción de plata se concentró en el suroeste de Hispania, en las minas de Riotinto (Huelva); pero en otros plantearon una extracción uniforme en docenas de yacimientos diferentes. La conclusión fue que la civilización de los césares emitía a la atmósfera entre 3.300 y 4.600 toneladas de plomo al año.
¿Pero cómo afectó esto a la población? McConnell y su equipo trataron de responder a este interrogante analizando los casos de bebés y niños, individuos más susceptibles a los efectos nocivos del plomo mediante la inhalación y la ingestión. En las últimas décadas, los niveles de plomo en la sangre de este grupo de edad se han relacionado con una serie de métricas de salud física y mental, incluido el coeficiente intelectual.
En este sentido, las estimaciones de los científicos indican que los niños en gran parte del Imperio romano habrían tenido entre 2 y 5 microgramos adicionales de plomo por decilitro de sangre. Unos niveles que, conectados al coeficiente intelectual, indicarían descensos de aproximadamente 2 o 3 puntos. Los efectos nocivos del plomo se habrían manifestado además en forma de mayor incidencia de nacimientos prematuros y un peor funcionamiento cognitivo en la vejez.
Estudios anteriores habían sugerido que el plomo fue un factor relevante en la crisis que condujo a la caída del Imperio romano. No obstante, otras investigaciones han apuntado que el agua que discurría por las tuberías de plomo de Roma no era realmente dañina. En cualquier caso, McConnell afirma que este trabajo le brinda un dudoso honor a la minería romana: "Que yo sepa, es el ejemplo más antiguo de contaminación industrial generalizada".