Peter Snayers, 1636: 'Travesía del Somme'.

Peter Snayers, 1636: 'Travesía del Somme'. Wikimedia Commons

Historia

La operación de los Tercios que provocó un terremoto en París y forzó la huida de la familia real francesa

En 1636, un ejército liderado por el cardenal-infante, hermano de Felipe IV, pudo haber conquistado la capital gala. Pero no se arriesgó a hacerlo.

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A pesar de la brillante victoria católica en Nördlingen (1634), batalla que consagró a los Tercios como la mejor infantería del mundo y acabó con el aura de invencibilidad del ejército sueco, la Guerra de los Treinta Años sufrió un giro con la entrada de la Francia de Luis XIII. En la primavera del año siguiente, el monarca galo y su todopoderoso ministro, el cardenal Richelieu, lanzaron un ataque sobre los Países Bajos españoles. No obstante, la campaña resultó un fracaso traducido en miles de bajas.

Los gobernantes de la Monarquía Hispánica, liderados por Felipe IV, decidieron entonces acabar con la amenaza francesa, que parecía todavía escasa y sin la preparación adecuada para enfrentarse a la que todavía era la gran potencia continental. El hermano del soberano, el cardenal-infante Fernando de Austria, se vio obligado a abandonar su idea de retomar los ataques contra las Provincias Unidas y decidió asaltar Francia al frente del Ejército de Flandes. Los galos, adelantándose a los acontecimientos, empezaron a realizar movimientos bélicos en Italia y en el Franco Condado, territorio que podía servirles para unirse a las tropas suecas que ocupaban parte de Alemania.

El cardenal-infante repartió sus fuerzas en dos frentes: al oeste, en Picardía, colocó al mando a los príncipes Tomás de Saboya y Ottavio Piccolomini; mientras que al general Matthias Gallas y al duque de Lorena les encomendó la tarea de marchar al Franco Condado y forzar la retirada de los franceses.

'El cardenal-infante Fernando de Austria, en la batalla de Nördlingen'. Un retrato de Rubens.

'El cardenal-infante Fernando de Austria, en la batalla de Nördlingen'. Un retrato de Rubens. Museo del Prado

El comienzo de la campaña fue una auténtica guerra relámpago: el 3 de julio de 1636 las tropas españolas entraron en Francia y el día 9 ya habían tomado el nudo estratégico de La Capelle, para enfado de Richelieu. A continuación cayeron sin apenas resistencia las plazas fuertes de Vervins y Le Catelet. El 4 de agosto, Tomás de Saboya derrotó a las tropas de su cuñado, el duque de Soissons, en las orillas del río Somme.

El cardenal-infante, héroe de Nördlingen, decidió entonces dirigir su ejército hacia Corbie, una pequeña plaza dependiente de Amiens que, de capturarse, significaba que el camino hacia París, a menos de 140 kilómetros, quedaba expedito. El 8 de agosto se presentaron ante los muros de la ciudad y solo una semana después, el día 15, su gobernador presentó la rendición.

Línea de suministros

"La ocupación de París en esos momentos habría podido dar al traste con Francia, pero, en su relación de la campaña, [Jean-Antoine] Vincart afirma que don Fernando prefirió atrincherarse en Corbie en lugar de seguir adentrándose en Francia pese a no encontrar resistencia", explica el investigador y diplomático José I. Benavides en su biografía sobre El cardenal-infante (La Esfera de los Libros). Si bien algunos oficiales eran partidarios de lanzarse directamente sobre la capital gala, la estrategia del hermano del rey consistió en ir tomando plazas enemigas para garantizar las líneas de reabastecimiento.

Cuando los exploradores de Tomás de Saboya llegaron a las inmediaciones de París, el miedo provocó un violento seísmo de odio contra Richelieu, quien, en uno de sus habituales ataques de depresión, presentó su dimisión, aunque la retiró a raíz de la presión ejercida por el rey. El temor a un ataque sobre la capital fue tan palpable que la familia real, a excepción de Luis XIII, fue evacuada de la ciudad.

Batalla de Nördlingen. Anónimo del siglo XVII.

Batalla de Nördlingen. Anónimo del siglo XVII. Museo del Prado

Pero a medida que se avanzaba más en territorio enemigo, el suministro del ejército de la Monarquía Hispánica era cada vez más difícil de mantener. A ello se sumó la indisciplina entre los soldados —se trataba de un heterogéneo contingente con hombres de armas de diversas nacionalidades e intereses— y la decisión de Luis XIII de retirar las tropas desplegadas en el Franco Condado y unirse a un nuevo ejército reclutado a toda prisa ante la crítica coyuntura bélica. En Corbie, para colmo, se desató una epidemia de peste que forzó a don Fernando a ordenar el regreso a Arras.

La ciudad, defendida por tan solo 800 infantes y 60 jinetes, fue sitiada el 30 de septiembre tras dos intentos fallidos. A principios de noviembre, el cardenal-infante cayó enfermo y fracasó en su intento de reforzar la guarnición, que se rindió el día 14 de ese mes.

"Aunque el resultado de la campaña no puede tildarse de catastrófico para España, como se ha hecho a veces, lo cierto es que tan solo fue mediocre", resume José I. Benavides. "En realidad, la perdedora fue Francia, que no había logrado tener éxito en el norte de Italia, había retrocedido en Alsacia y había perdido plazas en favor de España. En todo caso el final de esta campaña vino a resultar en que ambos contendientes acababan en tablas puesto que, si España no había logrado sus objetivos, tampoco Francia podía presumir de haber alcanzado los suyos".