Uno de los mejores ejemplos de los avances impulsados por la ingeniería romana fueron las calzadas, que jugaron un papel crucial en la expansión y administración del vasto territorio del Imperio romano.

Estas vías eran mucho más que simples caminos. Eran infraestructuras estratégicas que permitieron el movimiento eficiente de tropas, mercancías y personas, facilitando la comunicación y el control sobre las distintas provincias imperiales.

Entre las calzadas más famosas se encuentra la Vía Apia, conocida como la "Reina de las calzadas", que conectaba Roma con Brindisi, en el sureste de Italia, y que recientemente ha sido declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.

Vía Appia

La inscripción de la Vía Apia a la lista de los monumentos italianos como Patrimonio de la Humanidad tuvo lugar por recomendación del Consejo Internacional de Monumentos y Sitios (ICOMOS), que destacó de ella que "ilustra la historia del desarrollo del Imperio romano" a lo largo de su recorrido.

Además, resaltaron el hecho de que esta vía es "un conjunto de obras de ingeniería plenamente desarrollado que ilustra las avanzadas habilidades técnicas de los ingenieros romanos en la construcción de vías de comunicación, ingeniería civil, obras de alcantarillado y desarrollo".

Como ya se ha mencionado anteriormente, la Vía Apia (en latín Via Appia) fue una de las más importantes calzadas de Roma, de hecho, es considerada como la primera calzada de la Antigua Roma

Además, la Vía Apia es conocida comúnmente como la reina de las grandes calzadas romanas, Regina Viarum. Así la describía el maestro y poeta latino Estacio: "Appia longarium teritur regina viarum".

En cuanto a su historia, cabe destacar que la construcción de la Vía Apia fue impulsada en el año 312 a.C. por el cónsul Apio Claudio Ciego, de quien toma su nombre, con el objetivo de construir una serie de carreteras que pudieran conectar en poco tiempo Roma con Capua y así poder mover las tropas de forma rápida durante la segunda guerra samnita (326-304 a.C.).

En consecuencia, inicialmente la Vía Apia conectaba Roma con la ciudad de Capua, al sur de Italia. Más tarde fue extendida hasta Brindisi (Brundisium) en la costa sureste, un puerto clave para el comercio y la comunicación con Grecia y el Oriente.

De la Vía Apía se conservan tramos que tienen hasta 2.300 años de historia. Además, a lo largo de sus 1.200 kilómetros de extensión se pueden encontrar mausoleos, restos de villas y catacumbas.

La Vía Apia está formada por dos tramos: en primer lugar se encuentra la Apia Claudia, una carretera que llegaba hasta Capua, y en segundo lugar, la Apia Traiana, una carretera posterior que iba desde Benevento a Brindisi. Su trazado pasaba por importantes ciudades como Terracina, Capua, Benevento y Tarento.

Además de dos tramos, cabe destacar que la vía tenía dos carriles en los que se podía circular al mismo tiempo y en sentidos opuestos. En estos carriles cabían dos carruajes de un tamaño estándar.

La importancia de la Vía Apia tenía que ver principalmente con que permitía el rápido movimiento de tropas y suministros militares, consolidando el control romano sobre Italia y facilitando campañas militares en el extranjero.

Además, también facilitaba el comercio interno y externo, conectando Roma con importantes centros comerciales del sur de Italia y más allá. No sólo esto, sino que promovía la movilidad y el intercambio cultural, conectando diferentes regiones del Imperio y permitiendo la difusión de ideas y costumbres.

La Vía Apia, como otras calzadas romanas, era mantenida por el Estado. Los curatores viarum eran responsables de su supervisión, utilizando fondos de impuestos y recursos locales para su reparación.

Muchas partes de la Vía Apia aún existen y, de hecho, algunas son transitables hoy en día. Cerca de Roma, se han preservado tramos como parte del Parque Regional de la Vía Apia Antica, un área de importancia arqueológica y turística.

La Vía Apia fue crucial para la expansión y administración del Imperio romano. Su construcción pone de manifiesto la ingeniería avanzada de los romanos y su capacidad para planificar, así como para mantener una red de transporte eficiente y duradera.

En definitiva, la Vía Apia no solo facilitó el movimiento militar y comercial, sino que también jugó un papel vital en la cohesión cultural y administrativa del Imperio. Su legado perdura en las infraestructuras modernas y en la historia del transporte.