Durante la Guerra Civil, muchos monumentos y edificios históricos fueron destruidos o dañados. El conflicto tuvo un impacto devastador en el patrimonio cultural y arquitectónico de España debido a los bombardeos aéreos o a las lluvias de proyectiles arrojadas por la artillería. En algunos casos, estos ataques fueron realmente destructivos.

Ese fue el caso del Frontón Recoletos, un espacio construido en 1935 en la calle Villanueva de la ciudad de Madrid. Constituyó en su día uno de los diseños más destacados y modernos del ingeniero Eduardo Torroja, que llevó a la práctica en colaboración con el arquitecto Secundino Zuaz.

Durante la guerra, el edificio sufrió varios impactos directos que abrieron agujeros en la cubierta. De la misma manera, debido al efecto de las fuertes vibraciones de los bombardeos se produjo la destrucción parcial del monumento.

El Frontón Recoletos

Los frontones son instalaciones deportivas dedicadas a la práctica de juegos de pelota, especialmente el de "pelota vasca" (también conocida como "pelota a mano" o "jai alai"). Estos recintos son particularmente comunes en el País Vasco y en otras regiones de España y Francia, pero su popularidad se ha extendido a otros lugares.

En este sentido, en Madrid existió el Frontón Recoletos, que fue un gran recinto deportivo dedicado a este tradicional deporte de pelota. Fue construido a principios del siglo XX por el ingeniero Eduardo Torroja y el arquitecto Secundino Zuaz. Sin embargo, fue víctima de los bombardeos durante la Guerra Civil.

Tal y como indican desde la Biblioteca Nacional de España, el Frontón Recoletos se erigió en 1935 y se encontraba en el número 2 de la calle Villanueva, con fachada también a las del Cid y Recoletos. 

Frontón de Recoletos

¿Cómo era el Frontón Recoletos? Se trataba de uno de los edificios más innovadores del Madrid de la época, con una cubierta laminar asimétrica formada por dos cilindros de distintos tamaños. El mayor de los dos cubría la zona de juego y el menor el graderío. Cada uno de ellos tenía un lucernario en su cara norte que permitía iluminar el interior sin que el sol cegara a los jugadores.

En aquella época la pelota vasca era un espectáculo de masas, como demuestra la proliferación de frontones por todo Madrid: el Beti Jai, el Jai Alai, el Central o el Madrid, entre otros. Los diarios, y no sólo los deportivos, comentaban los partidos al detalle y anticipaban cada encuentro a toda página, como hoy sucede con todos y cada uno de los partidos de fútbol.

Sin embargo, el Frontón Recoletos no duró mucho en pie. Tras llevar inaugurado tan solo cinco meses, se registró el estallido de la Guerra Civil. Las bombas arrojadas por la aviación y la artillería franquista destruyeron parte de la cubierta y las explosiones hicieron que la estructura quedara muy dañada.

Pelotaris que participaron en la inauguración del Frontón Recoletos. Archivo Santos Yubero

Finalizado el conflicto bélico, se presentó un estudio para reconstruir el edificio con el objetivo de que este volviera a su esplendor original, sin embargo, fue imposible llevarlo a cabo. En consecuencia, el Frontón Recoletos fue demolido en el año 1973. En su lugar hoy se encuentra un edificio de viviendas, que corresponde a ese número 2 de la calle Villanueva.

En definitiva, este frontón se convirtió en una referencia arquitectónica por su estilo racionalista y su innovadora estructura de hormigón armado, un material que estaba ganando popularidad en esa época. Pese a su desaparición, el Frontón Recoletos sigue siendo recordado como un ejemplo notable de la arquitectura racionalista y del patrimonio deportivo y cultural de Madrid.

El Frontón Recoletos es un ejemplo de lo que fue la destrucción del patrimonio cultural durante la Guerra Civil, un trágico aspecto del conflicto. La reconstrucción y restauración de estos sitios han sido un proceso largo y complejo, continuando en algunos casos hasta bien entrado el siglo XX.