La llegada del verano trae consigo las olas de calor: altas temperaturas en la mayoría de las zonas de España. Para combatirlas, los españoles optamos por el aire acondicionado, los helados o las piscinas, entre otras opciones.

Sin embargo, ¿cómo hacían frente las antiguas civilizaciones a las altas temperaturas? La respuesta te puede sorprender. Los romanos, por ejemplo, tenían ingeniosos métodos para combatir las olas de calor que resultaban insufribles en la Ciudad Eterna. Los emperadores y aristócratas huían de la urbe y se marchaban durante la temporada estival a sus lujosas villas marítimas, concentradas principalmente en el golfo de Nápoles.

Los romanos demostraron una notable habilidad para adaptarse a su entorno y desarrollaron múltiples estrategias efectivas para combatir el calor, de tal forma que desarrollaron una variedad de métodos y prácticas para combatir las altas temperaturas durante el verano, entre ellos, las famosas "casas de hielo".

Las casas de hielo de los romanos

Hace unos dos mil años, los romanos tuvieron unos veranos que fueron especialmente cálidos. Concretamente, conocemos esta información gracias a los textos antiguos, principalmente a los de Teofrasto, que narraba que se podían plantar palmeras en Grecia, pero que estas no llegaban a dar frutos. Igualmente Plinio el Viejo observó que las hayas, que solo crecían a bajas latitudes, ya se habían convertido en árboles de montaña.

Los romanos disponían de sus propios sistemas de refrigeración. Sin embargo, no todos los ciudadanos de Roma tenían este privilegio a su disposición, sino únicamente los patricios y los integrantes de los grupos sociales más elevados. El resto de habitantes de la Ciudad Eterna vivían amontonados en los insulae, bloques de viviendas de varios pisos.

El rapto de las sabinas representado por Jaques-Louis David en 1799. Museo del Louvre

En primer lugar, los romanos tenían en cuenta todos los factores posibles a la hora de construir una vivienda, de tal forma que nunca pasaban por alto la orientación de la vivienda con respecto al sol, así como el flujo del aire. Estas cuestiones eran esenciales con el objetivo de poder refrescar las domus en épocas de altas temperaturas.

Y además de tener en cuenta todos los factores anteriormente mencionados, también tenían sus propios trucos para conseguir una buena ventilación de la vivienda. Por ejemplo, situaban puertas y ventanas en extremos opuestos de las habitaciones para generar corrientes de aire.

También hay que tener en cuenta que los acueductos cumplían un papel de gran importancia durante el verano ya que transportaban el agua. Los patricios la usaban, además de para beber, también para mojar los muros exteriores de la vivienda y refrescar de esta forma el interior las casas.

Emperadores al fresco

Y luego estarían las "casas de hielo". Aunque no eran extremadamente comunes, reflejan la sofisticación y el ingenio de la ingeniería romana con el objetivo de que aquellos pudientes ciudadanos se refrescasen durante la época de grandes temperaturas.

En este sentido, en las viviendas de los grupos sociales más altos era habitual que hubiese una "casa de hielo". Se trataba de pozos con unas paredes recubiertas con paja o serrín y con una estructura abovedada con paredes gruesas como techo que se llenaban de nieve durante los meses de invierno para disfrutar de él en los meses estivales y, en ocasiones, hasta todo el año.

El uso de "casas de hielo" y el consumo de hielo (y nieve) eran prácticas generalmente reservadas para las clases altas debido al coste y el esfuerzo involucrado en la recolección, almacenamiento y conservación.

El historiador romano Suetonio, que vivió a caballo entre los siglos I y II d.C. y es el famoso autor de la Vida de los doce Césares, hizo referencia en esta obra al uso de la nieve por parte del emperador Nerón, quien "prolongaba sus comidas desde el mediodía a medianoche, y de cuando en cuando tomaba baños calientes, o bien durante el verano baños refrescados con nieve".

Suetonio también mencionó en su texto otras técnicas de refrigeración que usaban los romanos, concretamente el emperador Augusto: "En verano dormía con las puertas de su cámara abiertas y a menudo bajo el peristilo de su palacio, en el que el aire era refrescado por varios surtidores de agua y donde tenía además un esclavo encargado de abanicarle".

Además, hay que tener en cuenta que las "casas de hielo" eran más comunes en regiones donde la nieve y el hielo eran accesibles en invierno, como las áreas montañosas o del norte del Imperio romano.

Estas soluciones eran una muestra del ingenio y la capacidad de adaptación de esta civilización. Utilizaban técnicas avanzadas de recolección, almacenamiento y conservación del hielo para mejorar su calidad de vida durante el verano. Aunque estas prácticas eran principalmente accesibles para las clases altas, reflejan el sofisticado conocimiento de la ingeniería y la ciencia que existía en la Antigua Roma.