El legado que los romanos dejaron en Hispania (la Península Ibérica) es inmenso y ha influido profundamente en la historia, cultura, arquitectura y sociedad de lo que hoy conocemos como España y Portugal.
En primer lugar, hay que tener en cuenta que los acueductos romanos son una de las mayores hazañas de ingeniería del mundo antiguo. Estas estructuras fueron construidas para abastecer de agua a las ciudades, termas, fuentes públicas y residencias privadas, permitiendo el desarrollo urbano y la expansión de las metrópolis romanas.
Y en el caso del acueducto de Segovia nos encontramos con uno de los mejor conservados y más impresionantes. Si bien es cierto que la fecha de su construcción es dudosa, se cree que data del siglo I d.C. y está compuesto por 167 arcos. Su función original era conducir las aguas del manantial de la Fuenfría, situado en la sierra cercana a 17 kilómetros de la ciudad, en un paraje denominado La Acebeda. Otras fuentes indican que resulta más probable que sea de principios del siglo II d.C., durante el gobierno del emperador Trajano
Se cree que el acueducto de Segovia podría ser la obra de ingeniería civil romana más importante de Hispania. De hecho, es una de las que más ha trascendido, teniendo en cuenta que se trata de una construcción que llevó agua a la ciudad de hasta 1973. También cabe destacar que no debió ser una obra fácil de construir. De hecho, se cree que hubo gran cantidad de estudios previos que se tuvieron que desarrollar. En este sentido, se calcula que se tardaron unos veinte años en acabarlo.
Además, a lo largo del tiempo ha pasado por diversas restauraciones. Una de las más importantes fue realizada durante el reinado de los Reyes Católicos en el siglo XV, cuando algunas partes dañadas del acueducto fueron restauradas.
La parte que conoce todo el mundo del acueducto de Segovia es la arquería que cruza la plaza del Azoguejo. En este sentido, cabe destacar de este monumento que cuenta con 167 arcos y que tiene casi 30 metros de altura.
El acueducto transportaba el agua a través de un canal situado en su parte superior, diseñado con una pendiente muy suave para que el agua fluyera por gravedad hasta la ciudad. En su momento fue una herramienta que servía para transportar el agua a lo largo de 16.222 metros.
El acueducto de Segovia no solo es una muestra de la capacidad técnica de los romanos, sino también un símbolo de la perdurabilidad de su civilización. La capacidad de construir infraestructuras duraderas que servían tanto a necesidades cotidianas como a fines estéticos y monumentales es una de las características más admiradas de la ingeniería romana.
Este impresionante monumento sigue siendo uno de los acueductos romanos más impresionantes del mundo y un testimonio de la avanzada ingeniería hidráulica de la Antigua Roma.