Estamos inmersos en la mayor crisis sanitaria mundial desde el episodio de la gripe española del año 1918 y en solo un año hemos logrado una solución inmunológica en un tiempo récord. La humanidad está superando esta crisis gracias a la innovación en nuevas vacunas como las m-RNA, basada en el esfuerzo de científicos durante décadas.
En un espacio en el que se hablará sobre el valor añadido de la innovación, sus múltiples campos de aplicación y cómo aprovechar las oportunidades que genera para nuestras inversiones, es muy necesario iniciarlo con el tema de mayor impacto mundial en los últimos 12 meses: las nuevas vacunas contra la Covid-19.
No sin antes reiterar, por supuesto, la suma importancia de prestar mucha más atención a la inversión en investigación. Algo que ha quedado patente durante el último año es que es totalmente necesario contar con un apartado de I+D sano para mejorar nuestra vida y hacer frente a adversidades como esta pandemia.
Los últimos datos del INE, publicados en noviembre de 2020, desvelan que en relación al 2019, la inversión en investigación y desarrollo (I+D) se situó en torno al 1,25% del PIB. Un dato que se aleja del objetivo del 2% que se marcó el Gobierno para el año pasado y que lo sitúa a una mayor distancia de la meta de la Unión Europea (3%).
Tal es el delicado momento de la investigación en nuestro país que Eurostat lo sitúa a la cola con respecto al resto de territorios. Polonia o Grecia, por ejemplo, superan a España en este ranking. Revertir esta situación, un trabajo que debe unir al Gobierno y las grandes empresas, es clave para garantizar nuestro bienestar.
La evolución en el campo de la vacunación
Para discutir sobre cómo ha evolucionado el campo de la vacunación, sobre todo en el último año, hay que recordar que antes de la pandemia había tres líderes mundiales muy establecidos: Merck, GlaxoSmithKline y Sanofi. Estas compañías tendrán que ponerse al día después de que otras empresas emergentes, como Moderna y BioNTech, hayan demostrado su dominio de las nuevas tecnologías que darán forma a la industria en los próximos años.
Sus acciones apenas han tenido un comportamiento prácticamente plano en los últimos doce meses, en un periodo en el que el sector farmacéutico a nivel mundial ha obtenido una rentabilidad positiva del 10%. En línea con este comportamiento general del sector se han comportado empresas como Pfizer, Astrazeneca o Johnson&Johnson, que sí han tenido un rol secundario en el desarrollo de vacunas (Pfizer se ha limitado a la fabricación/distribución de la vacuna de BioNtech mientras que las vacunas de Astrazeneca y J&J, que son de tipo vector viral, han demostrado una eficacia inferior).
En cualquier caso, los analistas coinciden en que Pfizer, por ejemplo, pasará de haber generado unas ventas de 36.700 millones a acabar 2021 con 50.500 millones. Lo que está claro es que las empresas triunfadoras en la carrera por descubrir la vacuna más eficaz han sido las que han apostado por la innovación: es la nueva tecnología de ARN mensajero, -que ordena al organismo fabricar una parte del virus para provocar una respuesta inmunitaria- utilizada por BioNTech/Pfizer y Moderna, la que ha hecho saltar los plazos convencionales y les ha permitido producir vacunas de prueba para su ensayo en cuestión de semanas.
De esta manera, el ejemplo más claro lo vemos en el trabajo conjunto entre farmacéuticas y compañías tecnológicas. Pfizer, Moderna, AstraZeneca… Todas tienen varias cosas en común. Una de ellas es Mestrelab Research, una empresa gallega que comercializa un programa para procesar datos de laboratorio que utilizan las farmacéuticas que diseñaron la vacuna contra la COVID-19.
Concretamente, su producto permite cuantificar la pureza y concentración de los compuestos químicos con el objetivo de desarrollar medicinas y productos (nuevos materiales, pesticidas, alimentos, etcétera) más efectivos, fiables y seguros. Este software se exporta a los gigantes de la biotecnología y la investigación de países como Estados Unidos, Japón o China.
Así, esta apuesta por la innovación y el descubrimiento por parte de las farmacéuticas de un procedimiento de alta seguridad (mínimos efectos secundarios), efectividad (superior al 90%) y gran escalabilidad en su producción, ha sido recompensada por el mercado con revalorizaciones de sus acciones en el último año superiores al 200%.
¿Qué lecciones se pueden obtener en clave de estrategia de inversión?
Santander Private Banking, a través de Future Wealth, asesora a sus clientes para invertir de forma efectiva y diversificada en las empresas que están apostando por la innovación en la biotecnología y en otros muchos otros campos. La entidad presidida por Ana Botín considera que tiene sentido que los inversores que buscan obtener alta rentabilidad en un plazo de inversión más largo (para mitigar el efecto del mayor riesgo y volatilidad en el corto) dediquen un porcentaje limitado de su portfolio a posicionarse a través de vehículos de inversión diversificados en las compañías que apuestan por temáticas innovadoras y de alto potencial de revalorización (en la línea de BioNtech o Moderna).