Innovación e inversión son dos conceptos que, tradicionalmente, han ido de la mano. La sociedad se ha beneficiado de este maridaje que ha trascendido el tiempo y que aboga por activar la economía a través de una clara apuesta por el progreso. En los últimos años, además, esta visión ha incorporado las prácticas más sostenibles para que también exista un beneficio para el medio ambiente.
Este ecosistema, no obstante, se ha visto sacudido durante el pasado año por la irrupción de la covid-19 y sus efectos a todos los niveles. La paralización de la economía en casi todos los sectores, el confinamiento y la crisis sobrevenida, han dibujado un entorno menos propicio para las inversiones que, como primera consecuencia de la pandemia, ha motivado una revisión de las prioridades.
La exploración de nuevas vías y soluciones que tomen en consideración estas circunstancias es algo en torno a lo que la comunidad inversora está llevando a cabo una profunda reflexión. Y, de hecho, es el tema principal de SpainNAB, un foro presidido por Juan Bernal, director general de CaixaBank Asset Management y compuesto por entidades líderes de la comunidad inversora, empresarial y tercer sector que este mes de junio cumple dos años como Consejo Asesor Nacional para la Inversión de Impacto.
La creación de este grupo es resultado de la adhesión de España al Global Steering Group for Impact Investment (GSG), una iniciativa nacida del G8 como principal plataforma global para impulsar este tipo de inversión. Actualmente, La Unión Europea y otros 33 países del mundo se han unido a la misma.
Riesgo, retorno e impacto
En palabras del presidente de esta institución, Sir Ronald Cohen, el objetivo de esta comunidad es "innovar, agitar u orquestar el cambio histórico de nuestras economías hacia la optimización del trinomio riesgo-retorno-impacto y generar así una mejora de la vida de las personas y de nuestro planeta", como recuerda el informe Hacia una economía de impacto, en el que se recogen las recomendaciones para impulsar la inversión de impacto consensuadas por el ecosistema durante el proceso de adhesión de España al GSG.
Pero, ¿qué es o qué se considera inversión de impacto? Siguiendo las palabras de Cohen en ese mismo documento, se habla de aquella que "busca un impacto social o medioambiental medible además de un retorno financiero". Como explica este texto, este ecosistema es aún incipiente en España, si bien el trabajo desarrollado en estos últimos años ha servido para validar esta vía y obtener un éxito tangible: si en 2019, según cifras de SpainNAB, había cifras de inversión de impacto por valor de 90 millones, en 2021 la previsión es de superar con creces el objetivo marcado entonces de multiplicar por cuatro el volumen de este tipo de inversión.
Entre las palancas del cambio que explora el Grupo, el plan de acción que ha trazado se articula en torno a cinco grandes propuestas. La primera es la de fortalecer las empresas sociales a través de incubadoras y aceleradoras. Parte de la idea de que apoyar a los emprendedores a dar sus primeros pasos mediante inversión o financiación es una de las estrategias más adecuadas para cimentar su papel y estimular su potencial.
Alianzas público-privadas
Para ayudar a estas empresas la financiación es trascendental en sus inicios y, por eso, la segunda clave que maneja SpainNAB es la de atraer fondos públicos y privados para ese fin. En general, una de las líneas transversales que unen estos distintos epígrafes es la de la colaboración público-privada. Estas alianzas se consideran vitales para hacer efectiva esta política dado que, como señala el organismo, de lo contrario su impacto sería mucho más limitado.
Un ejemplo de esta visión es la que se defiende en la tercera recomendación de SpainNAB: involucrar en el proceso a las fundaciones. En este punto se trata de "formar y sensibilizar" a las mismas sobre los beneficios de apostar por este tipo de inversión de impacto para alcanzar sus metas propias.
Como propuesta para afianzar el compromiso de los distintos actores en el ámbito de las inversiones de impacto, otra de las ideas es la de promover los Contratos de Impacto Social (CIS), conocidos en el mundo anglosajón como los Social Impact Bonds. Se trata de una modalidad que va más allá de ofrecer prestaciones concretas para supeditar el éxito de un contrato a "la consecución de ciertos objetivos de impacto social". La ambición de SpainNAB en este punto es la de dar mayor protagonismo a esta vía, especialmente a la hora de ponerlos en marcha para responder a "necesidades sociales complejas", como señala en su documento.
Por último, con todo ello también se intenta generar conocimiento e infraestructura de mercado para una economía de impacto. Se basa en la experiencia en otros países, en los que la dotación de recursos de investigación y de formación, así como de herramientas para desarrollar este ecosistema, pueden marcar la diferencia a la hora de tomar en consideración este tipo de inversión como una apuesta de futuro.
Sostenibilidad y menos desigualdades
Como se ha apuntado, la colaboración público-privada resulta clave para alcanzar este paradigma y más en este contexto en el que la pandemia ha evidenciado la necesidad de impulsar una sociedad con menos desigualdades, con mayor calidad de vida y, en general, más resiliente ante este tipo de circunstancias. Pero en paralelo, también se apela a un desarrollo normativo que prime las finanzas sostenibles, como ya se está viendo en otros países.
En apenas unos días, SpainNAB celebrará su evento anual para profundizar en estas estrategias. La cita reunirá a numerosas personalidades del sector público, financiero, empresarial y social que, bajo el lema 'Juntos hacia un nuevo tiempo', reflexionarán sobre la economía del futuro y las medidas que pueden ayudar a ponerla en marcha desde hoy. El evento se celebrará online durante cuatro días, del 14 al 17 de junio, y se puede registrar mediante este enlace.