Biden ha aprovechado su primera visita a Europa en calidad de presidente de Estados Unidos para defender el retorno del país al multilateralismo y a sus aliados tradicionales y reforzar la ruptura con la postura de su predecesor, Donald Trump.
“EEUU está de vuelta y es por eso que estamos aquí”, dijo el presidente estadounidense al comienzo de la cumbre en la que participado en Bruselas junto a los líderes de los países miembro de la Unión Europea (UE). Biden reiteró que estadounidenses y europeos son aliados naturales por los valores que comparten.
Cabe recordar que las relaciones entre Bruselas y Washington tocaron fondo durante los últimos cinco años, cuando el entonces presidente Donald Trump acusó a la UE de ser peor que China con sus prácticas comerciales. La Casa Blanca impuso aranceles por valor de 7.500 millones de dólares a los productos europeos después de que la Organización Mundial del Comercio (OMC) dictaminara que la UE había otorgado subsidios injustos a Airbus. Poco después, fue la UE la que impuso aranceles por valor de 4.000 millones de dólares sobre los productos estadounidenses a raíz de otro fallo de la OMC que decía que Estados Unidos había otorgado ayuda ilegal a Boeing.
El Reino Unido, que era miembro de la UE cuando surgió la disputa y se vio afectado por las tensiones comerciales de la era Trump, dijo el martes que esperaba lograr un acuerdo similar con Estados Unidos en los próximos días.
Frente común contra China
El denominador común del discurso de Biden, tanto en sus reuniones con dirigentes de las mayores economías del mundo (G-7), de la Unión Euopea o de la OTAN, ha sido el mensaje de unidad de los aliados tradicionales contra el “ataque creciente” de China.
Por ejemplo, tras finalizar su reunión con los presidentes de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, y del Consejo Europeo, Charles Michel, Biden indicó en un comunicado que “Hemos acordado trabajar juntos para desafiar y responder a las prácticas de China en un sector que le da a las compañías chinas una ventaja injusta”, añadiendo que este es un “modelo” de cara a “otros desafíos planteados por el modelo económico chino”.
Más allá de este pacto, la cumbre EEUU-UE ha marcado el inicio de un consejo tecnológico comercial conjunto de nueva creación destinado a contrarrestar el progreso de China en los mercados internacionales.
Un portavoz del equipo de gobierno de Biden explicó en una rueda de prensa que la noción fundamental sobre la que se construirá dicho consejo es que “EEUU y Europa sentaron los fundamentos para la economía mundial tras la II Guerra Mundial (...) Y ahora tenemos que trabajar juntos para escribir las normas que regirán el camino para la siguiente generación, sobre todo, en la economía y las tecnologías emergentes”.
Entre otras atribuciones, el nuevo organismo internacional se encargará de coordinar los estándares para nuevas tecnologías, como la computación cuántica, la inteligencia artificial y la biotecnología, así como la “resiliencia” de las cadenas de suministro, y el control de las importaciones, exportaciones e inversiones, entre otros.
Desde el ejecutivo estadounidense destacaron además que el consejo servirá para “establecer una visión afirmativa del mundo, enraizada en los valores compartidos” frente al “desafío significativo de Beijing con sus prácticas fuera del mercado”.
Del litigio al acuerdo
Otro de los grandes avances gestados por Biden en su primer tour europeo como presidente de Estados ha sido la resolución de una disputa que ha enfrentado a Bruselas y Washington durante 17 años a tenor de los subsidios a empresas aeronáuticas. Se trata en concreto de poner fin a los aranceles comerciales impuestos durante el gobierno de Trump en relación al enfrentamiento entre Airbus y Boeing que surgió en 2004.
"Esta reunión ha comenzado con un gran avance", dijo la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, en referencia a la reunión para abordar los aranceles y subsidios a la industria aeronáutica. "Esto realmente abre un nuevo capítulo en nuestra relación porque pasamos del litigio a la cooperación en materia de aviones, después de 17 años de disputas".
En tono similar anunciaba el acuerdo la representante comercial de Estados Unidos, Katherine Tai, quien dijo que "El anuncio de hoy resuelve un problema comercial de larga data en la relación entre Estados Unidos y Europa".
La secretaria de Comercio estadounidense explicó además que el acuerdo alcanzado empieza por suspender los aranceles mutuos por un periodo inicial de cinco años, a partir del 11 de julio. No obstante, Tai dejó claro que su país respetará la suspensión siempre y cuando la UE no cruce ninguna "línea roja y los fabricantes de EEUU. puedan competir de forma justa".
Un comunicado de la Casa Blanca emitido poco después de la reunión destaca que la suspensión de las tarifas es una señal "de determinación mutua para embarcarse en un inicio fresco de la relación", aunque EEUU tiene "flexibilidad" para volver a imponerlas "si no se compite en unas condiciones igualitarias". "En lugar de luchar con uno de nuestros aliados más cercanos, finalmente nos estamos uniendo contra una amenaza común", agregó Tai, en una clara alusión a China.
Y es que, pese a esta muestra de buena voluntad, Biden se debe a sus votantes, por lo que Tai hizo hincapié en que su Gobierno se está dedicando a “respaldar a Boeing”, lo que significa “apoyar trabajos bien pagados y una cadena de suministros fuerte en casa”. “El sector aeroespacial emplea a unos 500.000 trabajadores directamente y a 700.000 de manera indirecta”, remarcó la diplomática estadounidense, quien recordó que Boeing emplea a cerca de 140.000 trabajadores en EEUU.
Acabar con los paraísos fiscales
"Estados Unidos está reuniendo al mundo para que las grandes corporaciones multinacionales paguen lo que les corresponde para que podamos invertir en nuestra clase media en casa", dijo Jake Sullivan, asesor de seguridad nacional del presidente, el viernes en Twitter. Los funcionarios de la administración Biden creen que el uso de paraísos fiscales en el extranjero ha sido el principal obstáculo para la inversión en Estados Unidos de empresas nacionales e internacionales.
La propuesta de armonización del impuesto de sociedades en un mínimo del 15% de las ganancias generadas en los países en los que operan, independientemente de su domicilio fiscal, aún tiene que ser debatida y aprobada por los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) y ser implementada por cada uno de ellos.
De llevarse a la práctica, este impuesto internacional "sería un gran cambio radical en la forma en que han ido las cosas en materia de impuestos corporativos durante las últimas tres décadas", según Thornton Matheson, investigador principal del Tax Policy Center de Estados Unidos.
Escollos en el Senado
El presidente estadounidense necesita que otros países respalden un impuesto mínimo global para garantizar que sus propios planes de aumentar el impuesto de sociedades en su país no perjudiquen a las empresas estadounidenses.
En este sentido, la secretaria del Tesoro estadounidense, Janet Yellen, enmarcó el acuerdo tributario como una cuestión de justicia básica. “Necesitamos tener sistemas tributarios estables que generen ingresos suficientes para invertir en bienes públicos esenciales y responder a las crisis y asegurar que todos los ciudadanos y corporaciones compartan de manera justa la carga de financiar al gobierno”, dijo Yellen después de reunirse con los ministros de finanzas europeos.
La idea de una mejora en el impuesto mínimo global es uno de los pilares de la agenda nacional de Biden, idea que ha generado no poca controversia en el Capitolio. El presidente ha propuesto utilizar un impuesto mínimo global para ayudar a financiar su ambicioso plan de infraestructuras. Biden calcula que podría recaudar casi 534.000 millones de dólares en 10 años con esta modificación, pero los republicanos dicen que los cambios en el código tributario harían que Estados Unidos sea menos competitivo en una economía global.
El representante de Texas Kevin Brady, principal republicano en el Comité de Medios y Arbitrios de la Cámara de Representantes, dijo por su parte que los legisladores republicanos lucharían "con uñas y dientes" contra la revisión al alza del impuesto de sociedades. El partido conservador ve los impuestos más bajos como un incentivo para que las empresas inviertan y contraten, lo que de alguna forma desarma el argumento de Biden de que una mejor infraestructura y trabajadores mejor educados ayudarían a aumentar el crecimiento económico del país.