Por qué la inflación se va a reducir (aunque será más alta)
La presión inflacionaria se va a contrarrestar a sí misma porque va a frenar la demanda.
Sí, no cabe duda, la inflación va a bajar desde los niveles actuales. Pero, a la vez, a medio plazo, se va a instalar en un rango más alto del que ha estado históricamente. Si el lector me da un par de minutos de su tiempo, trato de llevarle por el camino que me permitirá explicar cómo acabamos en lo anterior.
El pronóstico macro es incierto. Lo lideran dos fuerzas. La primera es el crecimiento económico, que, aunque algunos titulares muy repetidos nos intenten convencer de lo contrario, es y seguirá siendo superior a la tendencia histórica (obviamente no es tan increíble cómo ha sido en este reinicio económico post-covid pero será positivo y sólido).
Al mismo tiempo, tenemos una oferta que se está demostrando inelástica: la estadística más especularmente clara es la que dibuja el índice global de tiempos de entrega de proveedores que publica IHS MArkit, donde, después de tocar el récord histórico de entregas más lentas en la primera mitad de 2020 (¡oh, sorpresa!), repuntó para volver a caer a niveles no vistos anteriormente.
Dejemos correr mínimamente el tiempo y veremos cómo esa presión inflacionaria se va a contrarrestar a sí misma porque va a frenar la demanda
No hay duda de que este par de fuerzas genera una presión inflacionaria que ya estamos observando y que hace que la inflación actual sea un tema de demanda. Demanda no satisfecha, principalmente.
Ahora, dejemos correr mínimamente el tiempo y veremos cómo esa presión inflacionaria se va a contrarrestar a sí misma porque va a frenar la demanda y este freno reducirá la inflación. Es evidente que en Europa el freno será más acusado al calor de una crisis energética que parece realmente importante y que los efectos serán menores en Estados Unidos, donde la reapertura económica ha generado una inflación de salarios importante (la diferencia más visual entre ERTE y despedir para luego contratar).
Por tanto, la solución a la primera parte de la ecuación es que en la primera mitad del año que viene parece acertado pensar que tendremos una inflación más baja que la actual.
Las condiciones monetarias, aunque más restrictivas, siguen siendo todavía muy acomodaticias
Sobre la segunda parte, analizando a medio y largo plazo sería poco realista pensar que la inflación estará en el mismo rango que en los últimos años (por debajo del 2% en Estados Unidos). Esto se debe a que la normalización de la oferta puede tardar y seguiría sin poder satisfacer una demanda, que, aunque en decrecimiento, es todavía alta. Al mismo tiempo, cabe señalar que las condiciones monetarias, aunque más restrictivas, siguen siendo todavía muy acomodaticias.
En mitad de toda esta conjunción de fuerzas, el índice de renta variable estadounidense S&P 500 tocó un nuevo máximo el 2 de septiembre para luego caer un 5,81% hasta los 4.279,97 puntos el día 4 de octubre. Desde entonces, nueva subida importante (+6,53%) hasta un nuevo máximo histórico en 4.559,45 puntos.
En la renta fija, la foto no es igual: la caída en precio en bonos de deuda pública ha sido fuerte pero la recuperación no la hemos visto, al menos, todavía.
Por tanto, el pronóstico macro sigue siendo incierto, los mercados van y vienen en volatilidad, pero la receta puede ser la siguiente: la inflación se reducirá, pero se quedará estabilizada en un rango más alto. El crecimiento seguirá siendo positivo, aunque más lento que el visto en los últimos meses, y las condiciones monetarias serán más restrictivas, pero todavía expansivas.
*** Gonzalo Pradas es director de Openbank Wealth.