La luz, como fuente de energía, ha sido imprescindible para los seres humanos y su desarrollo a lo largo de la historia, y por ello cada 16 de mayo se celebra el Día Internacional de la Luz. Con esta conmemoración se trata de poner en valor el ‘milagro’ de que, cada día, millones de personas enciendan las luces de sus casas, carguen sus teléfonos móviles o vean la televisión. Mientras esto ocurre, en las ciudades circulan los trenes, los semáforos regulan el tráfico o se pone en marcha la maquinaria de las industrias.
Lo que damos por hecho cada día es resultado de décadas de avances científicos y del trabajo de millones de personas alrededor del mundo. En el caso de Iberdrola, son 400.000 empleados -casi 40.000 únicamente en España- los que hacen que encender una bombilla sea un gesto cotidiano para millones de familias de todo el mundo.
No es cuestión de magia, sino fruto del esfuerzo y la inversión de la compañía en las redes eléctricas de nuestro país, lo que le ha llevado a convertirse en la compañía eléctrica privada más grande de Europa, y también la primera empresa por capitalización bursátil en España.
Los esfuerzos de la compañía por garantizar un servicio básico como es la luz están alineados con uno de los grandes Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU, el ODS número 7: Energía asequible y no contaminante. Para alcanzarlo y proporcionar una energía accesible y limpia, las compañías líderes, como la energética española, apuestan por la descarbonización, la electrificación y las renovables.
Una red eléctrica sostenible
Para continuar avanzando en este sentido, Iberdrola quiere dar un paso más en la digitalización e innovación de las redes eléctricas del país. Para ello se ha comprometido a invertir 2.600 millones de euros para mejorar el sistema energético y hacerlo evolucionar a un modelo más robusto, flexible y resiliente. Adicionalmente, invertirá 500 millones de euros más hasta 2024 para impulsar las infraestructuras eléctricas, acelerando así el proceso de transición energética.
Un tercio de esta contribución procede de los fondos europeos Next Generation, que se han puesto en marcha para reparar los daños económicos causados por la pandemia. Todas las inversiones que se esperan realizar en los próximos años jugarán un papel esencial en la transición energética, ya que contribuirán significativamente a cumplir con los objetivos de descarbonización.
Se prevé que los diferentes proyectos que Iberdrola podrá poner en marcha gracias a las ayudas europeas permitirán la creación de más de 6.000 empleos en España, además de generar un importante retorno económico, ambiental y social en el país.
Por otro lado, como consecuencia de las actuales tendencias en digitalización e innovación tecnológica, se espera que los empleos requeridos necesiten una alta cualificación técnica y profesional, lo que dará la oportunidad a la industria española de avanzar en calidad y capacidad técnica.
Disminuir la huella de carbono es una amplísima meta que requerirá del esfuerzo colectivo si se quiere descarbonizar por completo la economía. En este contexto, la electrificación de los diferentes sectores es una de las principales apuestas de gobiernos y empresas. Iberdrola se suma a ello promoviendo una red eléctrica más flexible y segura, lo que permitirá una mayor penetración de energía de generación renovable a gran escala y, por otro lado, se fomentará la electrificación del sector transporte, uno de los más contaminantes.
La integración de las energías renovables al mix eléctrico a través de esta red eléctrica es una oportunidad inmejorable para hacer un uso más eficiente de la energía, tanto para los consumidores individuales como para los grandes sectores industriales. De esta manera, se garantiza que el ‘milagro’ de la luz continúe llegando a todos los hogares, pero de manera limpia y sostenible.