Un 5% de los españoles son emprendedores, o al menos se encuentran en el camino para serlo. Es el esperanzador dato que se desprende del último Informe GEM, elaborado por el Observatorio del Emprendimiento en España. Refleja un repunte de la actividad emprendedora, que va recuperando el ritmo que tenía antes de la crisis derivada del coronavirus.
Si a esto le sumamos que hay un 10% de personas que estarían dispuestas a poner en marcha un proyecto emprendedor como oportunidad laboral, la tendencia parece prever que la actividad emprendedora continuará creciendo en los próximos años en nuestro país, si las circunstancias del entorno lo permiten, según este informe que se ha convertido en referencia para el ecosistema emprendedor. Eso sí, a pesar de los datos al alza, la tasa de emprendedores potenciales todavía está lejos de alcanzar la media de la Unión Europea, que se sitúa en un 15%.
Tengo una idea, ¿y ahora qué?
Embarcarse en un proyecto de este tipo, a priori, puede parecer sencillo, pero no lo es. Antes de dar el paso definitivo, hay que tener en cuenta muchos factores a los que, antes o después, habrá que hacer frente. Porque no basta únicamente con tener una idea que creemos puede tener posibilidades de negocio. Ni siquiera querer iniciar la 'aventura emprendedora'. Los que saben de esto, advierten de la importancia de conocerse a uno mismo para estar seguros de que nos apasiona lo que hacemos y de que estamos dispuestos a asumir determinados riesgos y esfuerzos.
Una vez que tengamos claro que el camino del emprendimiento está hecho para nosotros, hay que planificarse muy bien para definir cuál es la idea de negocio que se quiere poner en marcha y cómo va a ser la estrategia para llevarla a cabo. Para ello, conocer a la competencia y las particularidades del mercado en el que vamos a movernos, es un paso clave. Es importante saber qué hacen los demás, qué es lo que busca el mercado y sobre todo cuáles son las carencias que existen. Y es que como señalan desde IEBS Business School, definir un nicho de mercado y el perfil de nuestro público objetivo "ayudará a comunicar tus mensajes, generar nuevas oportunidades y crear una nueva necesidad que los clientes sientan que deben obtener eso que tu negocio está ofreciendo".
La financiación: ¿una piedra en el camino?
Emprender requiere tener las cosas claras, en buena parte, porque a la apuesta personal y profesional va aparejada una económica. De hecho, una de las principales dificultades con la que se encuentran aquellos que quieren poner en marcha su propio negocio es la dificultad para encontrar financiación y subvenciones enfocadas al impulso de la actividad emprendedora. Dar con estas ayudas puede resultar un trabajo arduo, pero con un poco de paciencia podremos descubrir que cada vez son más los programas e iniciativas, tanto de Gobiernos como de entidades públicas o privadas, que demuestran que el emprendimiento se ha terminado convirtiendo en una potente arma para ayudar a la sociedad a enfrentarse a los retos que el avance de los tiempos plantea a un ritmo cada vez mayor.
Y esas ayudas económicas no están solo enfocadas a un desembolso inicial necesario para abrirse camino en el ecosistema emprendedor, sino también a mantenerse en el tiempo. Porque autoemplearse, y dar trabajo a otros, conlleva una serie de cargas fiscales a las que el emprendedor tiene que ir haciendo frente cada cierto tiempo.
Los impuestos que se aplican a aquellos que se decantan por el emprendimiento son el Impuesto sobre Actividades Económicas (IAE); sobre la Renta de las Personas Físicas (IRPF); y sobre el Valor Añadido (IVA). Para hacer frente a todos ellos, existen diferentes incentivos fiscales:
- Tipo reducido del impuesto de sociedades del 15% para sociedades de nueva creación, aplicable durante 2 años.
- Reducción del 20% en los rendimientos netos del IRPF, durante dos años, para nuevos autónomos en estimación directa del IRPF.
- Exención en el IRPF del 100% de la capitalización del desempleo o pago único.
¿Quiénes pagan más impuestos?
Si nos fijamos en el tipo de impuesto de sociedades que se aplica a otros sectores o tipos de empresas, lideran el ranking los bancos, con un tipo del 30%, 5 puntos porcentuales por encima del que se aplica al resto de sectores empresariales (un 25%). Le siguen las Cooperativas, con un tipo aplicado del 15%, y las Fundaciones y asociaciones de utilidad pública (10%). Muy lejos, con un 1% se sitúan las Sociedades de Inversión.
En este sentido, el caso de las entidades bancarias es significativo porque, a pesar de la elevada fiscalidad que ya soportan, el Gobierno acaba de aprobar una nueva tasa sobre los supuestos 'beneficios extraordinarios' derivados de la subida de tipos de interés por parte del Banco Central Europeo (BCE). Este controvertido tributo nace con los informes en contra de diferentes organismos como el propio BCE, el Fondo Monetario Internacional (FMI) o la CEOE, que advierten de que restringirá y encarecerá el crédito, además de tener inconsistencias jurídicas al gravar los ingresos, en lugar del beneficio, y es contrario a los principios de igualdad y no discriminación.