¿Por qué debemos tener en cuenta la planificación sucesoria? La mayoría de las personas se plantean objetivos vitales y financieros y traza planes para alcanzarlos. Pero muy pocos incluyen en este análisis y planificación el tema de la sucesión: apenas un 13% de la población tiene testamento. Sin embargo, planificar cómo transmitiremos nuestro patrimonio, cómo queremos que se gestione, etc. resulta fundamental para evitar problemas y proteger a nuestra familia si nos ocurre algo.
Nos cuesta pensar en el futuro y, también, nuestras emociones y sentimientos hacen que no veamos con claridad el tema de la sucesión. Lo primero es tener una imagen precisa de nuestro patrimonio para poder organizarlo de una forma realista. Y decidir cómo lo queremos repartir y cuándo hacerlo.
Para empezar a hablar de la planificación de la sucesión es esencial un buen testamento. Sin él, la ley decide por nosotros en todo lo que respecta a la transmisión de nuestro patrimonio. ¿Cómo queremos que se quede nuestra familia si nos pasa algo? ¿Hay algún miembro que tenga necesidades especiales que requieran cobertura (y planificación) extra? ¿Nuestro cónyuge se queda suficientemente cubierto o necesitará que le dejemos algo más? La reflexión como primer paso es esencial. No se trata de pensar en el presente, sino de mirar a largo plazo, ya que nuestras decisiones afectarán a nuestra familia en el futuro.
“Pensar en nuestra sucesión es un tema delicado, que nos preocupa, pero al que no solemos prestar atención o tiempo. Tener testamento es la condición necesaria, pero no suficiente. Planificar la sucesión no debe ser un hecho aislado, sino que debe ser una parte de nuestro Plan de Futuro Completo, que abarca nuestro plan personal y patrimonial”, destaca Paula Satrústegui, socia de Asesoramiento patrimonial de Abante.
Una vez que realicemos las reflexiones anteriores, podremos hacer números con la foto de nuestro patrimonio y cómo está compuesto este. Y, a partir de ahí, decidir cómo y cuándo queremos realizar la transmisión del mismo, haciendo el testamento que más se ajusta a nuestras necesidades, o contratando un seguro de vida si como resultado de este ejercicio consideramos que nos puede ayudar. En el caso de decidir que sí queremos un seguro de vida, hay que determinar la cantidad que necesitamos asegurar, para pagar la prima ajustada a esta necesidad. Una cantidad que se puede (y conviene) ir ajustando a medida que transcurre el tiempo, en función de nuestra capacidad de ahorro.
“También podemos decidir si queremos transmitir un parte de nuestro patrimonio en vida”, explica Satrústegui. Y añade: “Son decisiones importantes que no hay que tomar movidos ni por cuestiones emocionales ni por temas fiscales, sino que deben ser el resultado de una reflexión más profunda que nos ayude a entender qué parte de nuestro patrimonio necesitamos para cumplir nuestros objetivos y qué parte tenemos disponible para hacer estas donaciones”.
Son decisiones importantes que no hay que tomar movidos ni por cuestiones emocionales ni por temas fiscales, sino que deben ser el resultado de una reflexión más profunda
La planificación sucesoria forma parte del Plan de Futuro Completo, un servicio con el que en Abante ayudan a las personas a trazar el plan financiero adecuado para su proyecto biográfico y sus objetivos profesionales. Además, con el plan de previsión y el plan sucesorio protegemos ese plan, para ganar tranquilidad para el futuro.
Tener un proyecto de vida, unos objetivos claros de hacia dónde queremos ir y qué queremos lograr nos permite identificar aquellas herramientas y pasos necesarios para tener éxito. Se trata de trazar la hoja de ruta para lograr lo que queremos a nivel personal, familiar y profesional.
El Plan de Futuro Completo de Abante nos ayuda a ganar perspectiva y tranquilidad y a diseñar el plan con el que cumplir nuestros objetivos. En Abante tienen claro que todas estas decisiones son fundamentales para construir la vida que queremos.