Una coalición de quince países europeos, entre ellos España, ha firmado una carta dirigida a la Comisión Europea (CE), instándola a redoblar sus esfuerzos para descarbonizar el sector de calefacción y refrigeración de edificios. Una medida crucial para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en Europa, donde estos sistemas representan una proporción significativa del consumo energético y de las emisiones totales. 

Los edificios consumen casi la mitad de la energía final en Europa y son responsables de más de un tercio de las emisiones de CO2. La mayoría de esta energía se destina a satisfacer necesidades de climatización, lo que subraya la urgencia de adoptar políticas activas para transitar hacia sistemas más sostenibles y eficientes. La implementación de estas políticas no solo es esencial para cumplir con los objetivos climáticos de la UE, sino también para mejorar la calidad de vida de los ciudadanos europeos y, en muchos casos, abaratar sus facturas.

Los firmantes de la carta a la Comisión Europea subrayan que la electrificación es el principal catalizador de la transición energética. Señalan que "la UE debe establecer un plan concreto para aumentar rápidamente el uso de tecnologías renovables como las bombas de calor, incluidas las industriales a gran escala e integradas en sistemas de calefacción y refrigeración distrital (DHC, por sus siglas en inglés), así como el uso del calor residual y el almacenamiento térmico". Estas tecnologías no solo tienen el potencial de reducir significativamente las emisiones de gases de efecto invernadero, sino también de mejorar la eficiencia energética y reducir la dependencia de combustibles fósiles.

Sector clave para lograr los objetivos climáticos

La importancia de descarbonizar el sector de calor y frío es evidente. Según la misiva, "los edificios suponen el 42% del consumo de energía final en Europa y el 35% de las emisiones totales. El 80% de la energía de los edificios se consume para necesidades de calor y frío". Además, "la industria supone el 25% del consumo de energía final, siendo su principal consumo el de calor y frío. El 91% de la energía proviene de combustibles fósiles". Estas cifras subrayan la necesidad urgente de abordar la eficiencia energética y la descarbonización en estos sectores para alcanzar los ambiciosos objetivos climáticos de la UE.

A pesar de los avances, la adopción de energías renovables en el sector de calefacción y refrigeración es todavía lenta. En los últimos diez años, la proporción de renovables en este sector sólo aumentó del 18.6% al 24.8% en 2022. Sin embargo, muchos países ya han logrado reducir su consumo de gas significativamente gracias al aumento de las renovables y la reducción progresiva de los combustibles fósiles para calefacción. Según el Centro Común de Investigación de la Unión Europea (JRC, por sus siglas en inglés), "la sustitución de 30 millones de calderas fósiles residenciales por aerotermia reduciría el consumo de gas y fuel en la UE en un 36%".

La reciente aprobación de la Directiva de Eficiencia Energética en Edificios por parte de la Unión Europea marca un hito crucial en esta lucha contra el cambio climático. La norma, que prohíbe las subvenciones a las calderas fósiles a partir de 2025 y establece su eliminación total para 2040, refleja la determinación de la UE de descarbonizar uno de los sectores más intensivos en consumo energético. 

Alternativas más limpias y eficientes

En este contexto, la adopción de tecnologías de calefacción y refrigeración más limpias y eficientes, como las bombas de calor o los sistemas de calefacción de distrito (en los que la energía o el calor se generan en una central única y se distribuye mediante conducciones a una zona de viviendas), tendrá un impacto significativo en el objetivo común de reducir la dependencia de combustibles fósiles. Actualmente, el 91% del consumo energético en la industria y el sector residencial proviene de combustibles fósiles, lo que perpetúa la vulnerabilidad energética y la contaminación ambiental y requiere acción política urgente.

Los expertos en acción climática explican que es crucial que la UE emite señales regulatorias claras para evitar el riesgo de lo que ya se conoce bajo el término anglosajón de lock-in de carbono (tecnologías, instituciones, normas inconsistentes con la neutralidad en carbono o que limitan el futuro hacia esa meta, ya sea por barreras sociales, políticas o técnicas y que favorecen el desarrollo de combustibles fósiles).

En este sentido, los países que firman la misiva piden a la comisión que publique el anunciado Plan de Acción sobre Bombas de Calor y revise su “obsoleta” Estrategia de Calefacción y Refrigeración de 2016. Estas actualizaciones son esenciales para alinear las políticas con los objetivos climáticos de 2040 y garantizar un marco regulatorio que facilite la transición hacia tecnologías más sostenibles.

En definitiva, los países firmantes (España, Austria, Chipre, Dinamarca, Eslovaquia, Eslovenia, Estonia, Francia, Grecia, Irlanda, Letonia, Lituania, Luxemburgo, Malta y Portugal) instan a la Comisión a actuar de forma rápida, clara y decidida.

Un sistema energético más flexible

La electrificación del sector de calefacción y refrigeración no solo es vital para alcanzar los objetivos climáticos, sino también para mejorar la seguridad energética, reducir la pobreza energética y aumentar la flexibilidad del sistema energético. Además de sustituir calderas fósiles por aerotermia en las viviendas existentes, es fundamental que todas las nuevas viviendas se construyan sin sistemas de calderas fósiles, imponiéndose directamente las bombas de calor. Esta medida evitaría que los compradores de nuevas viviendas tengan que realizar costosas reformas en el futuro.

El futuro de Europa y de España depende de nuestra capacidad para innovar y adoptar soluciones sostenibles que aseguren un planeta habitable para las generaciones futuras. La Comisión Europea tiene en sus manos la oportunidad de liderar esta transición, y es imperativo que lo haga con ambición y determinación.