El reto de los camiones: reducir sus emisiones de CO2 para seguir recorriendo España
El sector del transporte pesado apuesta por los combustibles renovables, que son compatibles con los motores actuales y le permitirían reducir su huella de carbono de manera inmediata sin necesidad de renovar flotas.
El transporte pesado por carretera es una parte esencial de la economía española. En nuestro país, el 96% de las mercancías se mueven por carretera (muy por encima de la media europea, del 77%), por lo que reducir las emisiones de CO2 de este sector es clave para cumplir con los objetivos nacionales de descarbonización. Con más de 109.000 empresas y 600.000 empleos directos, las empresas de transporte se enfrentan a la mayor transformación de su historia.
Un sector en plena transformación
Actualmente, el transporte pesado de mercancías representa el 6% de las emisiones de CO2 en Europa. Con la reciente aprobación por parte de la UE del Reglamento de emisiones de CO2 para vehículos pesados, los nuevos camiones que se fabriquen deberán reducir sus emisiones en el tubo de escape hasta en un 90% para 2040. En la práctica, esto convierte a las baterías eléctricas y los motores de hidrógeno, dos tecnologías en fase de desarrollo que aún deben probar su eficacia en las largas distancias, en las dos alternativas clave para descarbonizar el transporte pesado europeo por carretera.
En España, el reglamento ha generado dudas en el sector. En un manifiesto publicado este año, empresas y asociaciones profesionales estiman que, con más de seis millones de vehículos medios y pesados circulando en Europa y alrededor de 300.000 vehículos puestos en servicio cada año, se necesitarán dos décadas para renovar las flotas actuales. Algo que no puede abordarse exclusivamente con la electrificación del parque actual de camiones , que aún está lejos de las previsiones más optimistas. Según la Asociación Europea de Fabricantes de Automóviles (ACEA), solo el 0,1% de los vehículos pesados de la UE es eléctrico.
Los operadores del transporte reconocen que la electrificación, y más adelante el hidrógeno, van a jugar “un papel relevante” para reducir sus emisiones de CO2, pero también que su implantación llevará tiempo y tendrá un alto coste económico. Debido a la estrechez de los márgenes y al coste de estos vehículos, muchas empresas pequeñas y medianas, que son mayoría en España, pueden ver amenazada su supervivencia si se viesen obligadas a renovar sus flotas. “Ahora mismo, en números redondos, tenemos 100.000 empresas con autorización de transporte de mercancías en España, de las que la mitad tienen un solo vehículo y el 80% menos de cinco vehículos (...) habrá que ver cómo este tipo de empresas es capaz de dar un salto del calibre de la electrificación”, explica Ramón Valdivia, vicepresidente ejecutivo la Asociación de Transporte Internacional por Carretera (ASTIC), que calcula que el coste de un camión eléctrico es casi cuatro veces el de uno de motor de combustión interna.
Por todo ello, el sector del transporte considera necesario “disponer de diversas alternativas”, entre las que apuestan por los combustibles renovables, que consideran “una solución complementaria que puede contribuir de manera efectiva, asequible y rápida a la consecución de los objetivos de descarbonización”. Estos combustibles renovables se fabrican a partir de residuos orgánicos como el aceite de cocina usado y residuos agroalimentarios y son compatibles con los motores de combustión interna actuales que utilizan más del 90% de los camiones pesados que circulan por Europa. Pero lo más importante para el sector es que ya están disponibles en el mercado, lo que permite a los transportistas reducir sus emisiones sin necesidad de renovar por completo sus flotas.
En este contexto, Repsol ha sido uno de los pioneros en impulsar el uso de estos combustibles renovables en el transporte pesado, al suscribir acuerdos de suministro con diversas empresas del sector. Uno de los acuerdos más importantes lo ha suscrito con el Grupo Sesé, al que suministrará ocho millones de litros de este tipo de combustible en los próximos dos años, una cantidad que serviría para recorrer 26,6 millones de kilómetros por carretera. Su uso representará una reducción estimada de 18.000 toneladas de CO2, al suponer una reducción del 80%-90% de las emisiones de CO2 en comparación con el combustible de origen mineral al que sustituye.
La digitalización como aliado en la optimización
Junto al uso de combustibles renovables, el transporte pesado de mercancías por carretera lleva años trabajando en diferentes alternativas para reducir las emisiones de CO2: desde los fabricantes, con el desarrollo de motores más eficientes, a los transportistas, que están optimizando las cargas y los trayectos realizados por los camiones con el apoyo de la digitalización.
“Los camiones que se matriculan actualmente consumen un 20% menos de combustible por tonelada y kilómetro que hace 20 años”, ilustra Ramón Valdivia. Los vehículos son cada vez más eficientes, como los que, por ejemplo, utiliza Ontime Logística Integral, cuya flota internacional tienen limitada la velocidad a 87 km/h, lo que permite reducir el consumo en 1 litro cada 100 km.
Empresas como Ontime están utilizando también algoritmos para planificar sus rutas teniendo en cuenta factores como las distancias a recorrer, las características de los camiones o las restricciones e incidencias que se pueden dar en el tráfico, lo que les permite evitar los llamados “kilómetros en vacío”. Además, realiza la carga con básculas volumétricas que permiten aprovechar al máximo el espacio disponible en el camión y, de esta forma, reducir el número de viajes necesarios.
Asimismo, los conductores reciben cada vez más formación para conocer mejor los sistemas del camión y realizar una conducción suave y a velocidades constantes. Un conductor entrenado puede reducir el consumo de combustible entre un 7% un 10%, tal y como ilustra Ramón Valdivia, Por eso, iniciativas como los cursos de conducción eficiente están siendo implementadas para reducir el consumo de combustibles de sus vehículos por fabricantes como Scania, que también está usando los nuevos sistemas de digitalización y conexión para monitorizar su funcionamiento y, de esta forma, poder mejorar de forma constante su eficiencia.