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En plena era digital, el teléfono móvil se ha convertido en un elemento indispensable para los jóvenes. Aunque tener acceso a Internet es una ventaja, dado que ofrece infinitas oportunidades de conexión, aprendizaje y entretenimiento, el uso excesivo y el mal manejo de los dispositivos, las redes sociales y los videojuegos ha comenzado a tener efectos negativos en la salud emocional y en el bienestar de niños y adolescentes.

Uno de los estudios que refleja cómo el mal uso de los teléfonos móviles impacta negativamente en la salud emocional de los jóvenes, aumentando los niveles de ansiedad y disminuyendo la capacidad para desarrollar relaciones sociales cara a cara, aspectos cruciales en una etapa de desarrollo tan importante como es la adolescencia, es el ‘I Estudio sobre la percepción de la salud mental de los adolescentes y el mal uso de la tecnología’, que han realizado recientemente DKV, empresa de seguros personales especializada en salud, y Educar es Todo, la mayor comunidad de madres, padres, docentes y expertos en crianza. 

El objetivo de este estudio es conocer la opinión que tienen los progenitores, docentes y los propios adolescentes sobre su salud mental y sus hábitos en relación con el uso de pantallas e Internet en España. Para ello se ha contado con una muestra de 1.475 adolescentes de entre 10 y 17 años, una segunda muestra de 1.630 madres/padres y una tercera de 105 docentes a los que se les ha suministrado un cuestionario sobre hábitos de vida y calidad de las relaciones familiares y entre iguales.

Resultados y conclusiones 

Una de las principales conclusiones a las que se ha llegado tras realizar el estudio es que más de la mitad de los adolescentes han usado Internet para sentirse mejor cuando han estado solos, tristes o enfadados. En los cuestionarios realizados por los propios adolescentes encontramos que, cuanto mayor es la autopercepción sobre el uso incorrecto que hacen de la tecnología, mayor es el índice autopercibido de los trastornos emocionales: depresión, ansiedad y estrés.

Entre los datos que reflejan cómo afecta la tecnología a sus hábitos encontramos, por ejemplo, que el 35% de los jóvenes de entre 10 y 17 años asegura comer o cenar viendo la televisión, tableta o móvil. Además, 1 de cada 2 afirma tener el móvil en su habitación por la noche. De hecho, padres y adolescentes afirman que quienes hacen un mal uso de la tecnología duermen menos horas de lo recomendado entre semana.

El mal uso de la tecnología no solo interfiere en los hábitos cotidianos, sino que también empeora las relaciones sociales, fundamentales en su desarrollo. Para ser exactos, 7 de cada 10 adolescentes aseguran estar con el móvil la mayor parte del tiempo que están con amigos.

Además, el 89,5% de los docentes y el 55,6% de los padres y madres consideran que los adolescentes tienen dificultades para controlar el tiempo de uso de internet. Sin embargo, este dato se reduce si preguntamos a los propios adolescentes, de los que solo el 45,1% afirma tener problemas para desconectarse de la tecnología.

De hecho, los cuestionarios realizados a madres y padres reflejan que cuanto mayor es la percepción de los padres sobre el uso incorrecto que hacen sus hijos de la tecnología, mayor es el índice de percepción de problemas de conducta. Esto se traduce en la aparición de más síntomas emocionales (preocupación, somatizaciones, infelicidad, nerviosismo), más problemas con los compañeros (soledad, pocos amigos), más hiperactividad (inquietud, distracción con facilidad, incapacidad para terminar las tarea) y menos capacidad de desarrollar habilidades sociales, como compartir, ser amable o ayudar.

Fernando Campos, consejero delegado de DKV Seguros, ha afirmado que “con este nuevo estudio no solo hemos conseguido una visión más profunda sobre el estado de la salud mental de la juventud, sino que también refuerza nuestro compromiso de seguir impulsando iniciativas que fomenten su bienestar y así poder construir un futuro más saludable para las próximas”.

Este estudio ha sido presentado recientemente en un acto por la doctora Lucía Galán, especializada en pediatría, la doctora Silvia Álava y el doctor Rafa Guerrero, psicólogos educativos que centraron su intervención en analizar las señales que pueden alertar que los adolescentes tienen un problema de adicción a las pantallas.

Recomendaciones para un uso saludable

Para darle un uso más saludable a la tecnología, diversos expertos en la materia han compartido una serie de recomendaciones. La primera de ellas es evitar el uso de dispositivos electrónicos antes de los 3 años, dado que los ojos de los más pequeños son especialmente sensibles y necesitan madurar fuera de las pantallas. De los 3 a los 5 años se propone dejar a los pequeños utilizar algún dispositivo como mucho 30 minutos al día y estar presentes en todo momento durante su uso. 

De 6 a 12 años la franja de tiempo recomendada por los expertos es de 1 hora y, a partir de los 14 años, que es cuando ya tienen la edad mínima para tener su primer dispositivo, es importante establecer un contrato en el que los hijos sepan que el teléfono móvil es propiedad de los padres y que estos pueden tener acceso a él cuando lo consideren. 

A partir de los 16 años el tiempo de uso de los dispositivos no puede superar las actividades offline, como leer, practicar algún deporte o estar con la familia y amigos. Además, expertos consideran imprescindible establecer una hora a partir de la cual apagar los dispositivos para crear así espacios libres de tecnología

A todas estas recomendaciones se suma una de las más importantes: ser un ejemplo a seguir para los niños y los jóvenes y convertirnos en un referente de cómo se puede dar un buen uso a la tecnología.

El  ‘I Estudio sobre la percepción de la salud mental de los adolescentes y el mal uso de la tecnología’ se puede consultar completo en este enlace