Ante la escasez de profesionales en el ámbito tecnológico, las empresas están explorando nuevas y variadas estrategias para identificar y atraer a los talentos más prometedores. Una de las tendencias emergentes es la organización de competiciones de talento, que no solo permiten descubrir a jóvenes con habilidades destacadas, sino que ofrecen a los participantes una plataforma para demostrar sus capacidades en entornos reales y desafiantes.
La escasez de talento tecnológico: un desafío global
Según el informe "Tectónica del talento tecnológico" de McKinsey, la demanda de profesionales en tecnologías de la información y la comunicación (TIC) supera con creces la oferta disponible. Este desajuste ha llevado a que, en España, existan más de 100.000 vacantes en el sector tecnológico por cubrir, lo que representa un obstáculo significativo para el crecimiento y la innovación empresarial y lleva a las empresas a poner en práctica nuevas fórmulas para captar el talento que necesitan.
La Generación Z (nacida entre mediados de la década de 1990 y principios de 2010) se caracteriza por su familiaridad con la tecnología y una fuerte inclinación hacia la innovación. Sin embargo, atraer a estos jóvenes talentos requiere estrategias que vayan más allá de las ofertas laborales tradicionales o la clásica evaluación del currículum del candidato. Las competiciones de talento se presentan como una herramienta eficaz para conectar con esta generación, ofreciendo experiencias que están alineadas con sus valores y expectativas.
University Challenge: un puente entre el talento joven y las empresas
En estas competiciones, llamadas retos (challenges) o hackatones, una expresión tomada de los encuentros de programadores para desarrollar software, se propone una cuestión que los participantes deben resolver. Las temáticas cambian según el ámbito de cada empresa, pero su esquema es siempre parecido: una campaña para dar a conocer la convocatoria, una fase de ejecución y un cierre en el que se da a conocer el resultado y los ganadores, y puede desarrollarse en eventos presenciales o íntegramente online.
Este tipo de competiciones, que suelen incluir un reconocimiento académico y un premio económico para los ganadores, no solo permiten a las empresas identificar a jóvenes con habilidades excepcionales, sino que también brindan a los participantes la oportunidad de aplicar sus conocimientos en contextos prácticos y relevantes.
Un ejemplo reciente de este tipo de eventos es el Challenge Universitario organizado por Fundación Repsol, una iniciativa que busca involucrar a estudiantes universitarios en la resolución de desafíos reales relacionados con la transición energética: ciudades descarbonizadas; movilidad sostenible; economía circular; industria descarbonizada y transición energética y sociedad.
Tras la selección, resultaron elegidos 93 estudiantes organizados en 25 equipos para competir por uno de los cinco premios en la gran final celebrada en Madrid. Los finalistas compartieron un fin de semana de hackaton trabajando en sus proyectos hasta convertirlos casi en realidades de negocio y defenderlos ante un jurado de profesionales y expertos de la compañía energética. Los cinco equipos ganadores recibieron 12.000€ de premio y la posibilidad para sus integrantes de desarrollar una beca formativa en Repsol.
Para ilustrar el impacto de estas competencias en los jóvenes participantes, basta con repasar las historias de Gerardo y Gabriela, dos estudiantes que formaron parte de los equipos ganadores del Challenge Universitario.
Gerardo, estudiante de ingeniería en la Universidad de Zaragoza, ganó el primer premio en el reto Transición energética y sociedad por su proyecto de marquesinas inteligentes para la España rural. El proyecto presentado por su equipo convierte las marquesinas de las paradas de los autocares de línea en pequeñas estaciones de autobús, donde se pueda comprar los billetes, obtener información del viaje o del tiempo estimado de llegada, utilizando placas solares como fuente de energía. Como valor añadido, tanto para los vecinos como para las empresas de transporte, estas 'marloquinas' también dispondrían de taquillas o lockers para la recogida y envío de paquetes de cuyo reparto se encargarían los propios autobuses.
Gabriela Cevallos, alumna del máster en Comunicación e Industrias creativas de la Universidad de Alicante, integraban el equipo EcoFuturo, declarado ganador del reto Ciudades descarbonizadas en el Challenge de Fundación Repsol. Su proyecto “Jardineras urbanas alimentadas por miniplanta de tratamiento de residuos” plantea integrar en los maceteros de las ciudades un sistema en miniatura de procesado de desechos orgánicos procedentes del sector HORECA —acrónimo de la industria que reúne hoteles, restaurantes y cafeterías—para producir compost que fertilice las plantas y que también convierta el gas metano resultado del proceso en agua con la que regar por goteo la maceta.
Ambos casos reflejan cómo estas competiciones ofrecen una experiencia única, que va más allá de las aulas y abre una puerta directa al mundo laboral. Además, permiten a los participantes tener contacto directo con profesionales del sector, quienes actúan como mentores y ofrecen una visión práctica de cómo se desarrollan los proyectos en la vida real. Este tipo de conexión es imponderable para estudiantes como Gerardo y Gabriela, que buscan, desde el principio, una carrera que combine sus intereses y habilidades con un propósito social claro.