Tecnología para mejorar el planeta y, concretamente, la vida. Ese es el espíritu que se esconde tras el nombre de Yawa, la startup creada por el biólogo e inventor peruano Max Hidalgo.
Más de 1.420 millones de personas, entre ellas 450 millones de niños, viven en zonas de alta o extremadamente alta vulnerabilidad al agua, según el último informe sobre acceso al agua publicado por UNICEF. Una cifra que esconde, además, que cada día más de 700 niños menores de 5 años mueren en el mundo de diarrea relacionada con el agua insalubre, el saneamiento y la falta de higiene.
Un escenario en el que no es baladí que Hidalgo sea de Perú, un país donde, según datos de Oxfam, entre siete y ocho millones de peruanos aún no tiene agua potable. Solo en la ciudad de Lima, 1,5 millones de ciudadanos no cuentan con acceso a agua potable ni alcantarillado.
Fue precisamente un estudio que realizó sobre la calidad del agua, cuando se encontraba formándose como biólogo en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos de Lima, lo que hizo que surgiera en él la inquietud por aportar su granito de arena para intentar cambiar esta terrible situación.
“Realizamos un proyecto de campo para evaluar la calidad del agua de los camiones cisterna que abastecían de este recurso a la comunidad. Después de colectar y analizar las muestras en el laboratorio, obtuvimos resultados alarmantes ya que descubrimos que el agua estaba tres veces más contaminada que el límite permitido para el consumo humano", afirma Hidalgo.
"Esto me hizo pensar la difícil situación en la que viven las poblaciones más vulnerables, sin el acceso a este recurso vital. Por ello, quise crear una solución que pudiera brindar el acceso al agua aprovechando de manera sostenible los recursos de la naturaleza como la humedad atmosférica y la fuerza del viento. De esta manera, nació Yawa, una tecnología de más de cuatro años de desarrollo que podrá aplicarse en las comunidades, proyectos agrícolas, forestales y para el riego de ciudades verdes que necesitaremos en el futuro”.
Sí, así surgía Yawa, el resultado de combinar las palabras quechuas yaku (agua) y wayra (viento) y que se basa en el uso de turbinas eólicas para condensar el vapor del aire y convertir la humedad atmosférica en agua.
Unas turbinas portátiles capaces de recolectar hasta 300 litros de agua al día a partir de la humedad y la neblina atmosférica y que le hicieron merecedor del premio Campeones de la Tierra 2020 por la región de América Latina y el Caribe que otorga la Organización de Naciones Unidas (ONU).
Ciencia, tecnología y naturaleza son los pilares de Yawa. “Es en la naturaleza en donde se encuentran las respuestas y de donde pueden surgir grandes ideas. La ciencia y la tecnología son importantes para poder impulsar y obtener proyectos exitosos que marquen una diferencia en vida de las gentes”, asegura Hidalgo.
Agricultura y sociedad
Precisamente para responder de forma más eficiente a las necesidades de agua potable de la sociedad, el desarrollo inicial de este peruano se ha diversificado y hoy cuenta con dos versiones: Yawa Forest, orientada a apoyar a los productores agrícolas; y Yawa Community, destinada a producir agua para el consumo humano, pero aún se encuentra en desarrollo.
“Yawa Forest, la cual ya se encuentra ya en fase de comercialización, está destinada a la obtención de agua para el regadío. Ideal para poder implementarse en proyectos agrícolas, forestales y riego de jardines verticales de las edificaciones ecológicas que necesitaremos para el futuro”, explica Hidalgo.
Para Yawa Community aún habrá que esperar unos meses. “Estamos trabajando en la incorporación de un filtro, un sensor y un software que nos permitirá monitorizar la calidad del agua obtenida de la humedad atmosférica, la cual depende de la calidad del aire del lugar, todo ello en tiempo real desde un teléfono móvil. Así será posible, por ejemplo, lanzar una alerta a la comunidad, para que pueda cambiar el filtro y pueda seguir disfrutando de una adecuada calidad del agua”, detalla Hidalgo.
Un ejemplo de tecnología útil para mejorar la vida de las personas que, como no podía ser de otro modo, es en sí mismo también un ejemplo de innovación sostenible.
Yawa fomenta la sostenibilidad y la economía circular: los materiales utilizados para construir la turbina son reciclables y la cantidad de plástico en el dispositivo es la mínima. Además, el sistema es fácil de usar e incluso está siendo modificado para adaptarlo a la calidad del aire local de cada lugar, "una respuesta al desafío de la contaminación atmosférica", apunta.
Por ello, y consciente de que existen lugares que, por su geografía no tienen viento, decidió crear “un sistema híbrido que pudiese fusionar la energía eólica con la solar, o la eólica complementada con la red eléctrica” y así, todas las regiones del planeta podrían usarlo, ya que en todas hay humedad atmosférica. Además, mediante el aspa de giro, aprovechamos también la niebla que pueda haber en ciertos lugares para también captar el agua”.
Desafíos que Hidalgo ve con preocupación y para los que hace un llamamiento a trabajar en soluciones innovadores.
“El agua es el elemento más importante para la vida y el desarrollo productivo. Por ello, necesitamos contar con nuevas tecnologías y prepararnos para el futuro. Según las previsiones del Instituto Mundial del Agua, para el año 2040, 33 países en el mundo sufrirán escasez de este recurso. Es un momento decisivo para empezar a tomar acciones que permitan el acceso y uso eficiente del agua”, advierte.
Más apoyo al emprendedor
El galardón concedido a Yawa por la ONU no sólo ha supuesto un reconocimiento a la labor de Max Hidalgo sino también una inyección económica esencial para el proyecto. Y es que aunque hoy Yawa es una realidad el camino hasta lograrlo no ha sido fácil.
“En Latinoamérica y, concretamente en Perú, es bastante difícil ser emprendedor. Hace falta crear una ruta estratégica de integración de las instituciones que realmente impulse emprendimientos innovadores desde la propia idea hasta la comercialización de la misma, pasando por el proceso de prototipado, la investigación, propiedad intelectual, financiación, fabricación y comercialización”, explica este biólogo peruano.
Trabas que es necesario sortear, pero frente a las que, sin embargo, se muestra optimista. “Los latinoamericanos partimos de una fortaleza que es la creatividad, ya que hemos aprendido a solucionar grandes problemas con pocos recursos, desde la época de nuestras comunidades originarias. A ello hay que sumar nuestro constante espíritu emprendedor y deseo de superación. Por todo ello, estoy convencido de que Latinoamérica también contribuirá con nuevas tecnologías para lograr cada vez más un futuro sostenible por el planeta”.
Un deseo para el que además da un aviso a 'navegantes': “Resolver grandes problemas no siempre requiere gran tecnología. Requiere ideas creativas y grandes compromisos. Nunca dejes de creer en tus propias ideas, porque puedes cambiar la historia”.