De las alianzas para controlar la inteligencia artificial a la lucha contra la ciberdelincuencia
Las tensiones internacionales se atenuaron la semana pasada con acuerdos históricos enfocados en la IA y la lucha contra los ciberdelincuentes.
Vivimos nuevos tiempos, algo que queda claro al observar los temas que debaten estos días los líderes de las principales potencias mundiales. El desarrollo de la inteligencia artificial puede representar un riesgo catastrófico para la humanidad o, al menos, así lo consideran los líderes internacionales.
La posible amenaza de la inteligencia artificial es lo que ha llevado a Estados Unidos, China, la Unión Europea y otros 25 países a firmar un acuerdo internacional de colaboración para el desarrollo responsable de esta nueva tecnología emergente.
Se trata de la primera vez que se firma un acuerdo de tal calibre. El Reino Unido fue el país encargado de organizar esta conferencia internacional, donde se rubricó el “Acuerdo de Bletchley”.
“Por primera vez vamos a ver algo que es más inteligente incluso que el ser humano más inteligente del mundo”, afirmaba Elon Musk la semana pasada.
Las tensiones comerciales entre las potencias se intensifican, pero la amenaza de la inteligencia artificial ha servido de catalizador para la unión.
La secretaria de Comercio de Estados Unidos, Gina Raimondo, y el viceministro chino de Ciencia y Tecnología, Wu Zhaohui, protagonizaron una aparición conjunta en el escenario, demostrando que ambos países comparten este objetivo común. Una imagen poco habitual para la prensa, teniendo en cuenta que Estados Unidos no quiere que los chips de IA de Nvidia caigan en manos del gobierno chino.
La próxima reunión de líderes internacionales para establecer las bases de la regulación de la inteligencia artificial está programada para dentro de medio año en Corea del Sur. En 2024, Francia se encargará de ser el país anfitrión de una nueva cumbre internacional sobre la inteligencia artificial.
Ésta no es la única noticia clave de la semana en cuanto a la inteligencia artificial. El pasado 30 de octubre, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, firmó una orden ejecutiva para definir las primeras reglas oficiales aplicables a la inteligencia artificial generativa. Se trata de un paso previo mientras se debate la legislación adecuada para regular el uso de la tecnología.
La orden ejecutiva delinea ocho reglas, que incluyen la protección de la privacidad de los usuarios; el fomento de la igualdad de derechos civiles; el apoyo a consumidores, pacientes, estudiantes y profesionales; la promoción de la innovación; el posicionamiento del país como líder en innovación y la implementación de normativas para su uso responsable por parte de los gobiernos.
El Instituto Nacional de Normas y Seguridad (NIST, por sus siglas en inglés) será el responsable de liderar algunas de estas iniciativas. Sin embargo, lo más destacado de la orden ejecutiva es que requiere que empresas como OpenAI (propietaria de ChatGPT) y Meta compartan con el gobierno los hallazgos de sus pruebas de seguridad de la inteligencia artificial.
Además, los Departamentos de Energía y de Seguridad Nacional deberán supervisar la amenaza que el uso de la inteligencia artificial puede representar para la infraestructura del país y evaluar los riesgos biológicos, nucleares y de ciberseguridad. Este último asunto también ha capturado la atención de la prensa recientemente.
Lucha conjunta contra los ciberdelincuentes
Reino Unido tomaba la iniciativa de liderar el debate sobre la inteligencia artificial y Estados Unidos seguirá sus pasos con ciberseguridad.
La Casa Blanca está promoviendo una alianza de 40 países que se comprometerán a no pagar rescates a los ciberdelincuentes. No sorprende que sea EE. UU. quien encabece esta iniciativa, dado que ha sido el país más afectado por ataques internacionales, con un 46% de este tipo de ciberataques.
En las últimas semanas, han sido notorios los ataques sufridos por hoteles como la cadena MGM en Las Vegas, que paralizaron los casinos por completo. Incluso los ascensores fueron objetivo de estos ataques.
Los hackers suelen exigir sumas exorbitantes para restablecer las operaciones de las compañías afectadas, pero esta iniciativa prohibirá a los países adheridos ceder a las demandas de los ciberdelincuentes. Si el dinero no llega a manos de los hackers, hay esperanza de que este tipo de ataques disminuya de manera significante.
La unión hace la fuerza.