El magnate Elon Musk parece haberse quedado muy atrás en la guerra por dominar el futuro de la industria de la inteligencia artificial. O al menos eso es lo que demuestran sus artimañas al haber demandado a OpenAI y a sus cofundadores, Sam Altman y Greg Brockman, por supuesta “traición”, un término cuanto menos severo.
Según la demanda de Musk, interpuesta el pasado jueves en los juzgados de San Francisco, OpenAI, registrada como una organización sin ánimo de lucro “para el bien de la humanidad”, habría violado sus principios al asociarse con Microsoft.
El historial profesional de Musk con OpenAI deja entrever cierto resquemor. Elon Musk ha cultivado su nombre a base de ser asociado con grandes marcas. Se tiende a pensar que él fue el fundador de Tesla y la historia no es como él quiere venderla.
Los fundadores originales de Tesla fueron Martin Eberhard y Marc Tarpenning, que iniciaron sus operaciones en el año 2003. Musk no se uniría a la empresa en un rol de liderazgo hasta que se convirtió en CEO en 2008. Sí es cierto que Musk desempeñó un papel crucial en los orígenes de la compañía al contribuir con una inversión inicial de 6,5 millones de dólares en su ronda A, algo que sucedió en 2004.
No obstante, al llegar al poder, Elon Musk se aseguró de recibir el título de “cofundador”, y así figura en la actualidad en la web oficial de la compañía. El CEO fue acusado públicamente de haber expulsado a los dos cofundadores de Tesla y de haber pasado más de una década “diciéndole a todo el mundo que él fundó Tesla”. Todo esto según un post en X que no gustó nada a Musk y que curiosamente ya ha sido eliminado de la red social.
Musk tiene buen ojo para la inversión y sabe anticipar tecnologías con futuro. Por eso no es de extrañar que quisiera realizar un movimiento similar al de Tesla tras ser testigo del potencial de OpenAI,
La firma de inteligencia artificial fue fundada en 2015 por un grupo de emprendedores y científicos entre los que se encontraba el CEO actual, Sam Altman. Elon Musk y Reid Hoffman figuran entre los primeros inversores de la organización.
En 2018 se produjo una lucha de poder, momento en el que Musk advirtió a Altman de que OpenAI estaba quedándose atrás en la carrera de la inteligencia artificial, mientras Google comenzaba a liderar el terreno. En ese momento, Musk se ofreció para liderar OpenAI, pero los otros fundadores rechazaron la idea. Ese mismo año, tras esta disputa, Musk abandonó la compañía y dejó de distribuir fondos a ella.
Por eso no es de extrañar que el CEO de Tesla acabara trabajando en otro proyecto de inteligencia artificial, bautizado como xAI y fundado apenas el año pasado. Según informaciones publicadas por medios estadounidenses en diciembre, Musk estaría buscando obtener un capital de más de 1.000 millones de dólares para su nueva startup.
Pero lo cierto es que el magnate llega tarde a la fiesta y con una herramienta que no tiene potencial para rivalizar contra la fortaleza de ChatGPT o Gemini. ¿Qué opciones tiene? La vía legal, para ralentizar o paralizar el avance de sus competidores.
Según la demanda presentada por el equipo legal de Elon Musk, OpenAI no hizo público el lenguaje empleado para el desarrollo de la última versión de ChatGPT, lo cual rompe con el contrato original.
En los documentos legales, se acusa a OpenAI de querer enriquecer a Microsoft, su aliado más importante en este momento. Como medida, en la demanda se exige a OpenAI que abra su tecnología y que Altman y el resto de miembros del equipo le devuelvan el dinero que Musk invirtió en la organización.
El dato más curioso de la demanda es que Musk pide que el juicio se lleve a cabo con un jurado popular. Será difícil encontrar opiniones neutrales que quieran prestar sus servicios en este caso en una ciudad como San Francisco.