El consumidor elige cada vez más productos naturales, sin conservantes ni sustancias químicas para mantenerlos frescos. La biotecnología está ayudando a la industria alimentaria a mejorar la calidad y la seguridad de sus productos, con la utilización de enzimas naturales que actúan como defensa de los alimentos ante la agresión de microorganismos.
En eso trabaja Protera Biosciences, una startup chilena que emplea inteligencia artificial y bioinformática para producir proteínas especificas para el sector agroalimentario y el de la salud. “Hay muchas empresas de biotecnología que producen enzimas genéricas que se venden por toneladas. Pero no había nadie en el mercado que pudiera diseñar una proteína concreta para una función muy específica en la industria”. Así explica Leonardo Álvarez, fundador de Protera, cómo nace su empresa.
La solución de Protera se basa en la biología sintética, una disciplina que utiliza las propias herramientas de la naturaleza para crear productos saludables y sostenibles. Su primer producto, Protera Guard, es una proteína que alarga la vida de los alimentos horneados protegiéndolos del moho. “Esta nueva proteína puede prolongar la vida útil, por ejemplo, del pan de molde en 30 días, en algunos casos, más de 45 días”, explican desde la empresa.
También han desarrollado Protera Sense, una proteína que quiere ser la alternativa al temido y denostado aceite de palma. “Hemos desarrollado un nuevo proceso enzimático para conseguir productos que se untan –como la crema de cacao- más saludables sin las grasas trans”.
Las proteínas, el motor de la vida
Su empeño (y su formación académica) les lleva a aplicar los mismos procesos naturales – esos que hacen evolucionar a las especies – añadiéndoles la ‘magia’ de la IA y el estudio pormenorizado en el laboratorio. Lo que hacen es producir nuevas proteínas para que puedan ser empleadas en la elaboración de nuevos alimentos, de nuevos fármacos o de nuevos compuestos químicos. “Nos interesan sobre todo las proteínas que tengan aplicaciones industriales”, subraya Álvarez.
Las proteínas están formadas por muchos bloques de construcción, conocidos como aminoácidos. Nuestro cuerpo necesita proteínas en la dieta para suministrar aminoácidos para cumplir funciones clave. Por ejemplo, la insulina que regula el azúcar en sangre, o el colágeno que da resistencia a la piel o la queratina que refuerza el pelo y las uñas. Protera persigue construir esos mismos ‘bloques de ladrillos’ con IA.
MADI, inteligencia artificial patentada
“Con la bioinformática hemos podido analizar cómo se comportan las proteínas en diferentes condiciones”, señala Juan Carlos Duarte, otro de los socios de la empresa. Pero para entender en profundidad “como se mejoran y combinan las proteínas” han desarrollado un algoritmo de aprendizaje profundo al que han llamado MADI. En su entrenamiento se han empleado datos “generados por muchas generaciones de científicos en los últimos 70 años”.
La inteligencia artificial de MADI aprovecha las tarjetas gráficas del sistema informático GPU, los que utilizan los gamers, para analizar “miles de millones de proteínas que existen en la naturaleza y que aún no hemos sido capaces de caracterizar”, indican en portal web de la compañía.
Próximo reto: proteínas antioxidantes
Estos son los primeros éxitos de esta startup chilena que, a pesar de tener su sede en un moderno edificio de Providencia, el 53% de sus clientes están en EEUU y el 43% en Europa. Su mirada está puesta ahora en la creación de proteínas antioxidantes “que demandan cada vez más los fabricantes de alimentos”.
Leonardo Álvarez, Francia Navarrete y Juan Carlos Duarte se conocieron en la facultad. Los tres estudiaron Ingeniería en Biotecnología en la Universidad Andrés Bello de Santiago de Chile. Compañeros de estudio que se hicieron amigos y después socios en una empresa de biotecnología que vende sus productos en todo el mundo.
Una startup que tiene previsto abrir centro de producción en París y que ya ha llamado la atención de los fondos de inversión. En el mes de julio recibió un importante apoyo económico de 5,6 millones de dólares de la Venture Capital Sofinnova Partners.