Ya nadie duda de que el plástico es uno de los grandes problemas de la humanidad. Fácil de producir, económico, ligero… Las ventajas que trajo consigo su producción industrial en la década de los 50 le han convertido en un elemento más que cotidiano en nuestra vida. Hoy en día, es casi imposible pensar en un mundo sin plástico.
Su omnipresencia ha provocado que acabe hasta en nuestros estómagos. La razón es que, poco a poco el plástico se erosiona, generando diminutas partículas invisibles a simple vista y que llegan a contaminar el agua que bebemos y, con ello, los alimentos que ingerimos. Un macroestudio realizado por la Universidad de Newcastle, en Reino Unido, denunciaba recientemente que estamos consumiendo, sin ser conscientes, alrededor de 5 gramos de plástico cada semana, el equivalente al peso de una tarjeta de crédito.
Una omnipresencia que llega hasta los lugares más insospechados y que está provocando uno de los retos más importantes a los que se enfrenta la humanidad: si no es posible (por el momento) acabar con el plástico, es urgente aumentar su reciclaje y reducir los residuos que genera.
Ese es el espíritu que movió a los chilenos Ariel Crespo y José Douguet, estudiantes de postgrado de la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas de la Universidad de Chile, a crear Ecofuels, una startup que transforma los residuos plásticos y los convierte en combustible.
“Buscábamos desarrollar una solución tecnológica alternativa al reciclaje tradicional de plásticos, un sistema que utiliza procesos mecánicos, los que tienen un límite, ya que las estructuras químicas de los plásticos se van degradando paulatinamente”, explica Ariel Crespo.
“En ese proceso, además, se generan nanopartículas y microfibras de plástico, que son las que después se incorporan en nuestra cadena trófica. Pero no sólo eso: para reciclar un solo kilogramo de plástico, el sistema tradicional emplea 5,3 litros de agua, lo que no es sostenible en un escenario de escasez hídrica mundial como el que vivimos”.
Así, y con la Ley de conservación de la materia de Lomonósov-Lavoisier –"La materia y la energía no se crean ni se destruyen, solo se transforman"– como motivación, Ecofuels toma forma con un proceso termoquímico propio que “no realiza combustión por lo que no genera CO2 y no necesita agua por no precisar que los plásticos sean lavados, es decir, su huella hídrica es cero”.
80% menos de inversión logística
Con varios proyectos piloto actualmente, la compañía está ajustando su tecnología a las distintas necesidades y tipos de plásticos del cliente. “Es el caso de Química Maguey, una empresa de producción de artículos de limpieza, que el plástico que más emplea es el polietileno de alta densidad. Estamos trabajado para ajustar el proceso y así, en su reciclaje, como subproducto obtener un líquido que servirá para la producción de aceites de mantenimiento mecánico tipo WD-40”, describe Crespo.
Con el mismo consumo energético que una lavadora durante una colada, Ecofuels emplea un amplio rango de plásticos y reduce hasta en un 80% la inversión logística de un sistema de reciclaje tradicional.
Pero además el sistema desarrollado por estos chilenos es portable y esa característica es precisamente la que contribuye al deseo que los fundadores de Ecofuels tienen: democratizar el reciclaje.
“Lo que nos entusiasma es que, por un lado, podríamos llegar a zonas del país donde el reciclaje convencional no lo ha logrado, debido a los altos costes logísticos de su implementación”, explican para introducir uno de sus verdaderos sueños: “Una de nuestras principales metas es que hubiera un dispositivo EcoFuels en cada punto de reciclaje de cada municipio en Chile”.
“Nuestro objetivo es que la población se motive a llevar sus residuos plásticos a estos puntos, vean cómo se procesan en EcoFuels, transformándose en productos que regresan a la cadena productiva. En síntesis, que observen cómo una simple acción genera una cadena de valor para sí mismos, para su municipio y para las próximas generaciones”.
El ecosistema emprendedor en Chile
Tras quedar finalista en los premios de la Fundación everis, los fundadores de Ecofuels aseguran que esa experiencia les permitió ampliar redes y contactos, además de “ofrecernos una visión del mercado europeo relacionada con nuestra tecnología. Eso es un mercado tan pequeño como el chileno, donde solo somos 18 millones de habitantes, es vital”.
Un paso más en su camino que, como nos explica Ariel Crespo, no fue fácil en un principio. “Lo más difícil para nosotros fue ser una startup de base científico-tecnológica, con un enfoque en un proceso físico-químico y no en lo digital, que es de donde se han desarrollado la mayoría de las startups en Chile y en el mundo”.
Afortunadamente, hace algunos años Chile creaba los hubs de transferencia tecnológica. De uno de ellos, el Know Hub Chile, que tiene como principal foco apoyar el emprendimiento de base científico-tecnológica, forma parte Ecofuels.
“Participamos en su programa Know Hub Ignition. Además, desde hace un par de años, contamos en el país con un Ministerio de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación, que comenzó a apoyar fuertemente a las startups de base científica y tecnológica. Hemos tenido la suerte de estar dentro de este nuevo ecosistema de emprendedores y eso nos ha permitido avanzar”.
Reconocen que queda un largo camino, pero dos cosas tienen claras para seguir recorriéndolo: que quieren acercar el reciclaje a la población y, con este proyecto, demostrar que “Latinoamérica no es el patio trasero del mundo”.