Tras el colapso del mundo cripto, los NFTs vuelven, tímidamente, a asomarse. Art Basel es el responsable de este resurgir. La feria de arte moderno que se gestó en Suiza tiene en Miami su sede invernal a comienzos de diciembre.
Lo que empezó como una exaltación del arte moderno, se traslada a la ciudad: tráfico, hoteles, reservas de restaurantes, marcas luchando por un espacio para mostrar sus novedades contangiándose del ambiente.
Tras la caída de las criptomonedas, Miami se ha tenido que replegar. Al menos, el sector dedicado a la compraventa de monedas y servicios asociados. El mayor damnificado ha sido el equipo de la NBA cuyo estadio cambió de nombre. Los Miami Heat pasaron de jugar en el American Airlines arena al FTX arena. La empresa que ha desencadenado el shock es precisamente la que patrocinaba el recinto.
[La española 3DforScience crea una innovadora colección de 3.200 NFTs basados en la genética humana]
Tras rondas de despidos en reajuste, Art Basel ha dado una segunda oportunidad con el metaverso y la intersección entre los NFT y el las obras físicas como protagonistas. Desde la celebración de DCentral, una conferencia dedicada por completo al arte digital, a diferentes propuestas de artistas que ven en esta fórmula una manera de conseguir promoción en redes y acercarse a un público normalmente más distante.
Desde el pasado jueves hasta el domingo, oficialmente, aunque las primeras muestras comenzaron antes. El miércoles en Coral Gables abrió sus puertas la firma italiana de diseño Kartell, donde se reunió lo más granado de la comunidad europea, fanáticos del diseño y expertos en arquitectura, construcción, decoradores… A partir de ahí, dos espacios cobraron especial protagonismo: Wynwood y Downtown, la zona más de moda, formada por antiguas fábricas, apartamentos y tiendas de moda, y el centro antiguo de la ciudad, en plena reconversión.
Moishe Mana, abierto a todos
Moishe Mana, o Mana a secas, es uno de los protagonistas de este fenómeno. El miércoles celebró su cumpleaños por todo lo alto. Invitó a más de 2.000 personas como si fuese un evento de tecnología más, en la antigua fábrica de RC Cola, una vieja marca de refrescos. Allí se dieron la mano amigos, curiosos, techies y profesionales del performance amenizando la noche.
Él, coleccionista de arte, hizo fortuna en Nueva York. Cuando fue comprando diferentes naves en una zona deprimida, junto al puerto del Sur de Manhattan, en las que poco a poco atrajo artistas. Ese fue el germen del hoy cotizadísimo Meat Packing District. Hace 15 años repitió la operación deon Wynwood.
E11EVEN Residences, el rascacielos a punto de terminar su construcción, junto a la discoteca del mismo nombre, ofrece tours para conocer cómo será por dentro y lo relaciona con su propio metaverso en construcción.
La edición 32 de Art Basel tuvo más famosos de lo habitual. Salir en la foto como coleccionista suma y posiciona. De ahí que no faltasen entre los visitantes Jon Bon Jovi, Ariana Rockefeller, el financiero Carl Icahn, la diseñadora Donna Karan o el boxeador Floyd Mayweather.
Doodles, más que garabatos
De todo el fenómeno NFT y su resaca dos proyectos siguen, no solo a flote, sino generando interés. Los Bored Apes, con su club naútico, y Doodles.
Estos últimos se volcaron con la feria de Arte. En el corazón de Wynwood convirtieron una nave industrial es un circuito de minigolf lleno de efectos, además de un elenco de DJs de primera línea. ¿La entrada? Solo por invitación o para aquellos poseedores de uno de sus NFTs. El precio en Open Sea comienza en 7 ethereum, es decir más de 8.000 dólares.
Por tener, tenían hasta tienda de merchandising, cocktails dedicados a la temática de la fiesta y lugares estratégicamente estudiados para conquistar instagram. La demora para recorrer el circuito era de más de una hora. El tiempo para completarlo, la mitad.
Pero fue de lo que todo el mundo hablaba en la noche el sábado.