América Latina se ha convertido en un laboratorio de pruebas para las fintechs. Surgen diferentes modelos, ideas y experimentos. Casi siempre con buena acogida y con notables dosis de imaginación. Castor, nacida en México, es la última en sumarse a esta ola con una propuesta que une empleo y finanzas.
Diego Villarreal (Monterrey, 1987) es el emprendedor detrás de esta idea que quiere que los empleados decidan cuándo quieren comenzar a cobrar el salario. “Nos hemos acostumbrado, pero no es lógico esperar tanto tiempo para cobrar por un trabajo ya realizado”, explica.
En México, donde ha empezado a funcionar la aplicación, se suele cobrar por quincenas. Aún así, le parece una espera que quitar poder de decisión y planificación al consumidor.
Villarreal estudió en Stanford, donde se graduó en 2010. Ha sido consultor en marketing y growth (una amalgama de técnicas para hacer crecer a las empresas) con amplia experiencia en productos financieros.
Una década después de comenzar su andadura laboral, sentía que llegaba el turno de crear su propia startup. Castor se posiciona como el mejor amigo de los asalariados. “Se llama así, Castor, porque representa al más trabajador de los trabajadores”, insiste.
Servicios de nómina, un sector en evolución
Villarreal considera que los empleados que tienen acceso al capital ya ganado antes, podrán tomar mejores decisiones financieras. “Esto les da liquidez. Al mismo tiempo, abre la puerta a inversión, a formación. Los trabajadores van a poder optar a más productos financieros”, explica. Su plataforma se aleja de los modelos basados en crédito y subraya que funciona a partir del contrato ya creado con el empleador.
Por un momento, a medida que el emprendedor explica su visión, da la sensación de una vuelta al pasado. De cambiar el salario por el jornal que tenían los trabajadores agrarios. Lo aclara: “Recibes tu sueldo, pero a diario. Si no te presupuestas bien, es difícil manejar el dinero. Nosotros queremos ayudar haciendo que se administren mejor. Si lo ganaste, ya lo tienes”.
Castor funciona con una tarjeta de débito que permite hacer compras y pagos. El hecho de que no sea de crédito, en este caso, se ve como una garantía. “No te endeudas. No te adelantan el dinero tampoco. Esto hace que el cliente tenga más control”, explica el fundador.
Además, para dotar de seguridad al empleado, se aseguran de que no pidan más del 50% del salario total en Castor. Es decir, aunque lo malgasten, la otra mitad del suelo llegará en la fecha habitual.
Minu sería el competidor más parecido, también en el país azteca. No se enfocan en un sector concreto, sino que quieren que los empleados lo pidan como una ventaja que ofrezcan desde los recursos humanos de las compañías.
Por ahora se estrenan en México con la intención de escalar en América Latina. Lo hace con un equipo de 25 personas, totalmente distribuido, con compañeros en Perú, Colombia, Ecuador y Venezuela.
Castor arranca con 1,8 millones de dólares de capital presemilla. Un dinero dedicado por los inversores a probar si la startup funciona o no. Entre los nombres que la apoyan se encuentran Vast Ventures, con Miguel Burger-Calderón como partner y; Canary, de Brasil, pioneros en la región. Al CEO le gustaría llegar a final de 2021 con las tarjetas funcionando para empezar en 2022 con la expansión a dos países más.