Esta semana ha sido noticia en nuestro país un perro robot que desempeña tareas policiacas en Málaga. Todo tipo de programas de televisión se han hecho eco de sus movimientos y de su destreza a la hora de mover un objeto de un lugar a otro.
Pero lo cierto es que, a día de hoy, más allá de esos minutos de audiencia y de publicidad, "aún queda mucho camino por delante" para que podamos ver este tipo de robots en nuestras calles.
No lo dice un cualquiera, lo dice uno de los creadores de la criatura, Pedro Merino, a su vez director del Instituto de Tecnología e Ingeniería del Software de la Universidad de Málaga (ITIS).
[El futuro de la colaboración de la inteligencia artificial y la robótica]
Merino confiesa a D+I que "el problema lo veo más en la parte de la regulación, no sólo en lo referente a la privacidad de datos, que también, sino en cuestiones de seguridad".
La regulación "siempre va a ir a un ritmo más lento que la tecnología, siempre se va a quedar corta, como sucede con el almacenamiento de datos en la nube o la ley de protección de datos".
El director del ITIS también incide en todo lo relacionado con "la firma de seguros de responsabilidad asociados al equipamiento, por si hay daños a terceros o incluso seguros para la propia integridad física del robot, que obliga a que sea autovigilado".
El director del ITIS responde que "la adaptación a la tecnología se hace más rápida de lo que pensamos; quiero decir que cualquier dispositivo que llama la atención se incorpora rápidamente: llama la atención las primeras veces, causa quizá alguna aglomeración, te haces una foto el primer día, pero luego no creo que distorsione el funcionamiento normal de la ciudad".
¿Y el vandalismo? "Ahora mismo, por ejemplo, en la ciudad de Málaga hay una red de cámaras de vigilancia gestionada por la Policía Local, mucha gente es consciente de que están ahí y no genera rechazo ni actos vandálicos, aunque es verdad que un robot es más intrusivo".
La experiencia piloto se dio a conocer hace unos días en la ciudad andaluza y se pudo comprobar de primera mano qué expectación y reacciones causaría.
Los robots cuadrúpedos forman parte del proyecto 5G TACTILE, en el que la UMA ha trabajado conjuntamente con la Unidad de Defensa y Seguridad de Telefónica y la pyme española ALYSIS, con la financiación de fondos Next Generation (Programa UNICO 6G).
De forma general, el proyecto pretende ahondar en la utilización de tecnologías 5G para el desarrollo y validación de robots cuadrúpedos en telepresencia inmersiva en el ámbito de la seguridad pública.
El objetivo principal del proyecto es avanzar un paso más en la mejora de la capacidad de respuesta de los cuerpos de seguridad ante situaciones de emergencia y crisis, gracias al uso de Q-UGVs, que, mediante la demostración de casos de uso simplificados, pueden ser controlados a distancia por operadores humanos e, incluso, pueden navegar de forma autónoma sin necesidad de intervención humana.
El robot realizó tareas de reconocimiento por la calle y causó una gran expectación entre los viandantes, que presenciaron algunas de las acciones que lleva a cabo a simple vista, como la megafonía, la cámara 360 grados, la detención ante un obstáculo o el recorrido de un trayecto.
Pruebas en otros escenarios
Además de la citada cámara, según han explicado los promotores del proyecto, el prototipo, que pesa 35 kilos, cuenta también con varios computadores a bordo, dispone de la tecnología Lidar -la que se usa para la conducción autónoma- y, por medio de inteligencia artificial, incorpora distintas acciones, que van desde la detección de infracciones -como el paso de un patinete por zona peatonal, por ejemplo- al reconocimiento de cambios en la vía pública y de actos vandálicos.
Una vez que se vayan testando estas innovaciones, también está previsto hacer pruebas en otros escenarios, como equiparlo con cámaras térmicas para realizar tareas de búsqueda, rescate y salvamento o incluso dotarlo de olfato para labores de rastreo o identificar si un sospechoso está mintiendo.
Insiste Merino en que son aplicaciones muy atractivas, pero aún no aplicables en situaciones reales. "Este es un piloto y para que esto sea un producto alguien lo tiene que integrar y comercializar. Y luego vendrá el tema de los seguros. Queda mucho recorrido para que esté en la calle", reconoce.
Ahora bien, si para algo pueden servir este tipo de pilotos es para crear cultura tecnológica, que la gente empiece a familiarizarse con el futuro, con elementos que hoy son extraños pero que quizá en un tiempo estén plenamente incorporados a nuestro día a día.
También ha quedado atrás, por lo que explica Merino, el debate de los peligros de que las máquinas sustituyan a las personas en un futuro quizá no tan lejano.
El director del ITIS lo tiene claro: "Este no va a reemplazar a nadie, los agentes de la Policía Local dispondrán de una herramienta mejorada, pero es que, además de esto, este tipo de proyectos generan tecnología a su alrededor y por tanto puestos de trabajo", resume.
Proyectos como este o como los que el propio ITIS está desarrollando con drones y vehículos autónomos en circuitos cerrados, demuestran también la importancia de las redes 5G.