Inmunoterapia, oncología, enfermedades neurodegenerativas, infecciones bacterianas, terapias génicas… ¿Qué tienen en común? Todas pueden ser tratadas con nanomedicina. En concreto con los llamados polipéptidos, polímeros avanzados capaces de imitar a la naturaleza y cruzar las barreras biológicas de una patología para llevar directamente el fármaco allí donde se necesita. Una auténtica entrega inteligente del principio activo. Hasta ahora solo dos empresas en todo el mundo eran capaces de fabricar estos compuestos. Ahora, la española PTS también.
La historia de PTS es la historia de María Jesús Vicent. Esta química de materiales dirige el Laboratorio de Polímeros Terapéuticos del Centro de Investigación Príncipe Felipe de Valencia. “Investigamos y desarrollamos terapias avanzadas para necesidades químicas no cubiertas”, cuenta a INNOVADORES. Lo hacen a través de polímeros terapéuticos. Polipéptidos.
Eso es lo que consiguió el grupo de investigación cuando en 2006 se dio cuenta de que solo dos empresas vendían polipéptidos y que la calidad de sus productos les impedía reproducir los resultados científicos. Tuvieron que hacerlo todo ellos desde el principio. Esa metodología, patentada, es el origen de PTS.
“Las empresas necesitaban un paso más, en un ambiente menos controlable, algo muy difícil de conseguir a nivel académico”. Animada por el también investigador y emprendedor Damià Tormo, fundó PTS en 2012 con la idea de escalar la síntesis que tan bien dominaba en el laboratorio.
Siete años después, la compañía acaba de inaugurar la primera planta europea para la fabricación de polipéptidos con calidad farmacéutica (GMP). Alcanzan así la escala industrial, siendo capaces de producir hasta 60 kilos al año. Ya han ganado la confianza de clientes europeos y estadounidenses, especialmente, empresas farmacéuticas.
¿Cómo algo tan pequeño como los polipéptidos puede despertar tanto interés? Estos polímeros, creados a partir de aminoácidos, son sistemas de transporte perfectos de agentes bioactivos. “Actúan como autobuses”, compara el CEO de PTS, José Vicente Pons. Pero guardan una diferencia abismal con otros sistemas similares: también son activos por sí solos. Un polipéptido, antes de incorporar un ingrediente, ya puede ser capaz de eliminar anticuerpos, retrasar la progresión de una enfermedad o activar el sistema inmune. Cuando, además, se le añade un principio activo, las posibilidades se disparan.
Precisamente, la tecnología de PTS permite no sólo controlar la fabricación de estos materiales, sino personalizar la solución en función, por ejemplo, del órgano a tratar o del tiempo de liberación del fármaco. “La ventaja de usar la síntesis como herramienta de diseño es que permite crear estructuras que de forma natural no son posibles”, señala el CTO, Vicent J. Nebot. Y es que la metodología es capaz de controlar la arquitectura de la cadena (para modular la interacción con el medio biológico) y la calidad (la uniformidad, que no sea polidisperso). Sin olvidar su mayor biocompatibilidad y biodegradabilidad.
La puerta a los nanofármacos 'industriales'
Estas propiedades convierten a los polipéptidos en potentes aliados para el avance de la nanomedicina. ¿Casos de éxito? En 2017, el laboratorio estadounidense PharmaIN se puso en contacto con PTS. Fabricaba un doble polímero sobre el que colocaba ácidos grasos para encapsular activos. Su misión, combatir las enfermedades cardiovasculares (no pueden revelar más información por confidencialidad). La revolución es que evita que el paciente tenga que acudir al hospital semanalmente para recibir el tratamiento, ya que puede hacerlo en casa una vez al mes con este inyectable.
La firma buscaba alguien capaz de fabricar ese polímero central y así llegó hasta PTS. Pero tenía que empezar a producir ya. En nueve meses, la española consiguió lo imposible en tiempo récord: pasar de producir de dos gramos a kilos con certificados de análisis validados por la FDA. En enero de 2018, el avance llamó la atención de la multinacional farmacéutica japonesa Shionogi, que inyectó 17 millones de euros en PharmaIN, acelerando el compuesto. Los tres trabajan ahora en el desarrollo clínico
Otro caso de uso de los polipéptidos de PTS es para las lesiones medulares. La empresa ha ideado un conjugado de polímeros que se aporta a las células madre para aumentar su capacidad regenerativa. “Aquí el polímero actúa como un nanofármaco, que mejora las condiciones de la célula”, explica Vicent.
La empresa valenciana llega al mercado a través de dos líneas de negocios: la fabricación a terceros y los desarrollos propios. Dentro de este segundo bloque, PTS ha creado su marca de cosmética, Biomimetic, que comercializa la segunda de sus tres patentes: el ‘crosspolymer’ Yalic. Esta ‘prebase’ (que se aplica antes de la hidrante) conjuga la “mayor concentración del mercado” de ácido hialurónico (3,7%); ácido poliglutámico y lisina. “El polímero protege al ácido hialurónico y ayuda a vehiculizar mejor su administración”, dice Pons. Así consigue alcanzar el estrato basal, donde aloja los activos en las células diana. “Es el único producto que regenera las células de la piel desde el interior hasta el exterior”. “A diferencia de los cosméticos tradicionales, que están formulados con base de agua y aceite o aceite y agua; nuestra prebase ya es un principio activo”, añade la responsable de marketing, Blanca Vayá. Según el estudio realizado por la Universitat de València, si los efectos del ácido hialurónico suelen durar hasta 12 horas, el de Yalic supera las 40; además de conseguir un 300 más de penetración en la epidermis y ser cuatro veces más hidratante.