Cuando una startup arranca su proyecto fundacional suele centrarse en el valor que la hace más fuerte, diferencial y competitiva frente a otras compañías en su sector. Así surgió VLC Photonics en 2011, una spin off de la Universidad Politécnica de Valencia para el diseño de microchips fotónicos de silicio. En estos años ha ido creciendo paso a paso para abarcar diferentes fases de la producción de estos chips: empezando por su diseño, hasta alcanzar su testeo, de forma automatizada, y su fabricación (este paso a través de partners tecnológicos). El reto ahora es cubrir todo el ciclo y pasar a encapsular también estos chips para poder hacer una especie de ‘llave en mano’ a sus clientes.
¿Por qué encapsular estos microchips ópticos? Lo primero es para protegerlos y lo segundo es para controlarlos con un sensor de temperatura, ya que son extremadamente sensibles al ambiente. "Cualquier tipo de sustancia que se pueda encontrar en la proximidad de un haz de luz en un chip es susceptible de ser sensorizado", de modo que con su solución se puede crear sensores que tendrán una sensibilidad elevada, como los que se están requiriendo desde la biofotónica, explica Pascual Muñoz, socio fundador de la pyme valenciana VLC Photonics.
Para llegar hasta aquí han pasado casi ochos años. En ese momento, en el mercado existía una desagregación vertical entre los que diseñan, los que testean, los que encapsulan y, por último, los que fabrican microchips. "Antes, el mercado no estaba lo suficientemente maduro para que una empresa hiciera todo el proceso, pero ahora la demanda es creciente y muchas empresas quieren soluciones ‘llave en mano’ para no asumir los costes con diferentes proveedores al mismo tiempo", señala Muñoz.
De hecho, VLC Photonics ya hace esta labor con algunos de sus clientes, al ser "la puerta de entrada y hacemos de intermediarios con diferentes proveedores, pero esto nos retrasa". El reto es reducir los costes y el tiempo de cada proyecto al poder asumir hasta la fase previa a la fabricación, como el proceso de testeo automático y la encapsulación del chip.
Para ello, el fundador de esta startup valenciana avanza a INNOVADORES que el siguiente paso será llevar a cabo inversiones en este sentido, es decir, "para incorporar nuevas capacidades que, aunque son básicas, son buenas para servir a nuestros clientes" en un mercado más global y, por tanto, con menos desagregación vertical. "Tenemos capacidad para ir más allá del diseño y el testeo de los chips. Podemos montarlos y encapsularlos en una placa electrónica para aislarlos del ambiente" y así entregarlos a cada cliente, sea cual sea su sector y uso.
Entre los casos de éxito, Muñoz destaca Tecnobit, que fabrica instrumentos avanzados de altas prestaciones para ‘sensorizar’ deformaciones en estructuras, ya sean estáticas, como un puente, o dinámicas, como las hélices de un helicóptero. En este caso, el peso y el consumo de potencia de los sistemas eran clave, porque tenían que ser altamente reducidos, pero no por ello se podía prescindir de la precisión ni de la sensibilidad exigida para las estructuras dinámicas. "Si quería acceder a este mercado, únicamente podía hacerlo integrando microchips ópticos" en sus sistemas y al hacerlo ha podido llegar a clientes como Airbus y Boeing.
En el sector ‘teleco’, estos microchips fotónicos ayudan a "aumentar la densidad de integración para poder meter más componentes en un chip", lo que se traduce, asevera, en un ahorro del consumo de potencia eléctrica, de espacio, una reducción de la complejidad de la fase de ensamblaje y, en definitiva, una disminución de los costes de fabricación y de mantenimiento. Esto es clave para las comunicaciones de alta capacidad que utilizan los data centers. De hecho, hay "muchos esfuerzos para meter tecnología de transmisión óptica en chip en las diferentes placas de un ordenador", subraya Muñoz.