En apenas dos semanas, la noche del 19 de marzo, el cielo de Valencia se teñirá de tonos anaranjados. Es el efecto que produce el hecho de que cientos de obras de arte hechas de cartón ardan a la vez.
La capital del Turia encara ya estas dos últimas semanas de aproximación festiva a sus celebraciones más reconocidas, las Fallas, declaradas de Interés Turístico Internacional. Es la recta final, pero el trabajo que se esconde para levantar esos peculiares monumentos que serán quemados el día de San José ha durado meses.
Y parte de ese trabajo consiste en mantener intactos unos valores, una tradición, que se remonta al siglo XVIII. Hablar, pues, de innovación en el mundo fallero es algo que cuesta. Pero no es una utopía.
[Realidad aumentada para combatir el 'mono' de Fallas]
Como en cualquier sociedad, siempre ha habido en Valencia sectores más disruptivos que cambiarían ciertas cosas de la fiesta: algunos formalismos, algún protocolo en ciertos actos… Y quizá fruto de ese espíritu crítico nació hace 25 años el premio a la falla más innovadora y experimental.
Este premio nació para "experimentar" y más de dos décadas después, la experimentación ya está consolidada, pero aún es "minoritaria".
D+I conversa con Gil Manuel Hernández, director de los Museos Festivos de Valencia y gran conocedor de esta parte más innovadora de la fiesta. El responsable museístico no esconde que "hablamos de un grupo de comisiones -agrupaciones que se encargan de financiar los monumentos y organizar las fiestas durante la semana de Fallas- que es minoritario".
De las 385 fallas que hay en la ciudad, una veintena apuesta por lo experimental. Innovar o experimentar consiste, si hablamos del monumento fallero propiamente dicho, en utilizar nuevos materiales, materiales más sostenibles, cambiar la morfología de las obras, prescindir de ninots (la figura principal de una falla al uso), modificar modelos de expresión, deconstruir...
[Vandalismo en una falla innovadora en 2022]
Suelen ser fallas pequeñas y de menor presupuesto que las que pelean por los grandes premios, aunque como comenta Hernández, "algunas ya se han colado entre los premiados del concurso de fallas".
En su categoría como fallas experimentales, pelean por premios que pueden llegar a los 2.000 euros, pero su estela va más allá de los premios.
A día de hoy, cabe decir, que estos premios tienen como objetivo promover aquellas propuestas que, por sus diferentes elementos, técnicas constructivas, registros expresivos, tratamientos de temas y materiales, tengan un concepto innovador y experimental.
Además se premia también la utilización de materiales no contaminantes ni perjudiciales para el medio ambiente.
Los proyectos inéditos, que compiten tanto en categoría grande como en infantil, podrán optar a 10 premios para las fallas grandes y cinco para las infantiles. Además del estandarte acreditativo, las tres primeras fallas clasificadas de cada categoría recibirán también una dotación económica.
"Aunque hay un porcentaje de comisiones que quieren ser innovadoras porque suelen tener repercusión mediática, la mayor parte suelen ser comisiones que se creen la innovación y la experimentación. Y, como tal, no sólo experimentan en el monumento, sino en sus llibrets -la publicación oficial de cada colectivo- o en sus actividades", reflexiona.
Ello hace que, de alguna u otra manera, "el resto de la fiesta se impregne de la importancia de innovar, aunque sea difícil en una fiesta en la que la tradición tiene tanto peso".
La innovación, en el mundo fallero, también significa romper con lo establecido y recuperar ciertos aspectos que la hacían especial hace décadas. Así, el director de los Museos Festivos de la ciudad, admite que "estas fallas tienen el factor sorpresa de no saber cómo serán hasta el día en el que se plantan, al contrario de lo que sucede con las fallas tradicionales, que presentan un boceto y necesitan de varios días de montaje".
La Falla Mossen Sorell-Corona, la Falla Lepanto-Guillem de Castro o la Falla Borrull-Socors (que rompió las reglas establecidas en 2022 al nombrar fallero mayor a un hombre y no a una mujer) son algunas de las referentes en la ciudad fallera más experimental.
Sus diseños, desde cajas de cerillas a una mujer abierta de piernas que sufrió el pasado año un acto vandálico.
Pese a esa ruptura con lo tradicional, Gil Manuel Hernández defiende que ambas tendencias -la tradicional y la disruptiva- "cohabitan sin problemas". Es más, admite que "la innovación va calando".
Y cita el ejemplo de un grupo de comisiones que se han unido para disparar un espectáculo pirotécnico muy disruptor y del que no se conocen detalles aún.
Introducción de tecnología
De forma paralela a este certamen y a esas fallas experimentales, las diferentes comisiones falleras no han dudado en introducir ciertos elementos tecnológicos a su ecosistema.
¿Algunos ejemplos? Los juegos de luces que, gracias a la tecnología, consiguen una mayor eficiencia energética; los juegos pirotécnicos disparados de forma digital; las recreaciones de una falla en realidad virtual y aumentada; o el desarrollo de apps personalizadas para cada comisión…
De lo que no hay duda es de que la innovación, la experimentación y la tecnología son todavía en Valencia un asunto "minoritario" -que no marginal, como reconoce el director de los Museos Festivos-.
Y concluye: "Con el potencial que tiene la tecnología, tendría que estar más explotada en nuestra fiesta. Pero tiene tanto peso lo tradicional y tanta inercia lo convencional que es difícil innovar".