Las plataformas colaborativas de financiación se han convertido en una oportunidad para la puesta en marcha de iniciativas que recurren a una forma de inversión alternativa. En lugar de solicitar un crédito a una entidad bancaria, son donaciones de particulares las que ayudan a sacar adelante el proyecto.
Aquellos que confían en la idea y ponen su dinero reciben su compensación correspondiente, establecida previamente. Los emprendedores, por su parte, consiguen un colchón económico que les ayuda a arrancar. Es lo que se ha bautizado con el término inglés crowdfunding.
Con este modelo de financiación en mente, Diego Bestard creó en 2017 una plataforma que permite a pequeños inversores participar en grandes proyectos del mercado inmobiliario. “Mi socio y yo veníamos de trabajar en el mundo financiero y vimos que había muchas oportunidades con garantía inmobiliaria que no se estaban aprovechando y que ofrecen una buena rentabilidad a cualquier particular”, recuerda Bestard en conversación con D+I.
Se trata de activos normalmente reservados a los profesionales del sector por su complejidad y para los que se requieren unas cuantías elevadas. Pero si se usa la fórmula del crodwfunding se amplía el acceso. En 2019 recibieron el visto bueno de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) y del Banco de España, y empezaron a operar.
Urbanitae nació con vocación de convertirse en el punto de encuentro entre promotores e inversores particulares. “Son personas que tienen algo de dinero ahorrado y les gustaría colocarlo en el sector inmobiliario, pero a las que le resulta muy difícil estar al tanto de este tipo de oportunidades que, además, requieren de mucho capital”, asegura el fundador de esta startup.
Sin papeleos
La propuesta de esta fintech es reunir a muchos pequeños y medianos inversores para que entre todos aporten el músculo financiero suficiente para acceder a estas oportunidades. “Nosotros nos encargamos de recibirlas, filtrarlas, asegurarnos de que se estructuran bien y de hacer todo el papeleo”, afirma Bestard. Trabajan con inmuebles residenciales, comerciales e industriales.
Para entenderlo bien y desde un ejemplo muy básico: en lugar de comprar un activo con alguien a quien ya se conoce, como un amigo o familiar de confianza, y alquilarlo para sacar algo de rentabilidad, lo que propone esta startup es hacer lo mismo pero con personas que tienen los mismos intereses y asesorados por expertos conocedores del sector.
Otro de sus modelos consiste en que los inversores se conviertan en socios capitalistas de un promotor para una obra de nueva construcción. “El promotor ya cuenta con la licencia de obra y un porcentaje de casas vendidas, pero necesita adquirir el suelo”. Y es aquí donde entra el sistema de financiación colaborativa de Urbanitae.
En mayo de 2019 lanzaron su propuesta al mercado. Según la compañía, hasta la llegada de la pandemia incrementaron sus inversiones mes a mes. En marzo de 2020, como ocurrió en muchos negocios, tuvieron que detener sus actividades a consecuencia del parón de los promotores y no las retomaron hasta dos meses más tarde. “Desde entonces hemos notado no solo una recuperación de la actividad, también un aumento del apetito inversor. De hecho, más del que podemos asumir”.
Bestard cree que esta reacción es consecuencia, por un lado, de la puesta en evidencia durante 2020 de la volatilidad de los mercados: “Los pequeños ahorradores tenían su dinero invertido en activos más conservadores donde algunos han llegado a perder hasta el 40% de su patrimonio. Y el inmobiliario siempre ha sido un valor refugio”, asegura.
Mientras que los promotores, que son la segunda pata de esta plataforma, necesitan por su parte un capital que ahora mismo los bancos tienen destinado a otras prioridades para mantener a flote la economía. Lo que están haciendo algunos de ellos es buscar vías de financiación alternativas.
Inversor inmobiliario desde 500€
La inversión mínima en Urbanitae es de 500€. Para ver los proyectos abiertos solo hay que acceder a su web. En la ficha explicativa de cada uno de ellos se puede consultar su rentabilidad y toda la documentación del proyecto. “Uno de los alicientes es que no se necesita un gran capital, pero además es posible diversificar la inversión y participar en varios proyectos”.
El perfil mayoritario son hombres de entre 30 y 50 años que viven en núcleos urbanos, sobre todo de Madrid y Barcelona. La mediana de inversión es de 4.000€, pero reconoce que hay quien invierte hasta 50.000€. De momento no existe un techo de inversión, pero Bestard confirma que es probable que lo establezcan para asegurarse de que unos pocos se quedan con los grandes proyectos. “Ahora mismo el 80% proviene de pequeños y medianos inversores, y el resto de personas con grandes patrimonios”.
De momento, solo tienen permiso para operar en España, aunque en su hoja de ruta figura saltar en un futuro a otros mercados, sobre todo en Europa y “quizás en Estados Unidos”. Sus planes más inmediatos son lograr crecer este año y el que viene, y terminar de consolidar su modelo de negocio en España.