Vivimos el doble que hace dos siglos, pero, con el paso de los años, nuestro organismo se deteriora y provoca pérdida de audición, de visión o degeneración ósea por la pérdida de minerales. Envejecemos inevitablemente.
Uno de los grandes retos de la sanidad es, sin duda, conseguir la mejor calidad de vida también cuando nuestros órganos empiezan a mostrar 'agotamiento'. La regeneración de tejidos dañados o incluso el reemplazo de órganos es una de las mejores alternativas que puede ofrecer la bioimpresión.
Regemat 3D es una de las empresas pioneras en España en el campo de la bioimpresión 3D. Desde Granada diseña, personaliza y distribuye impresoras capaces de 'fabricar' tejido humano. Trabaja en 28 países y tiene más de 150 proyectos actualmente en marcha.
Entre sus logros destaca la fabricación de mallas para regeneración cardiaca. La Universidad de Sidney utiliza sus bioimpresoras para regenerar tejido cardiaco necrosado por infarto: han podido imprimir un parche sobre el que se inyectan células madre del propio paciente, que se han convertido en cardiomiocitos. De esta manera, se ha podido recuperar el tejido necrosado tras un infarto.
Gracias a la bioimpresión sus máquinas han logrado imprimir piel trilaminar, reproduciendo las tres capas de la piel humana. "Con hueso y cartílago ya hemos conseguido bioimprimir los materiales con las células para implantarlos y que se desarrollen dentro del organismo humano", afirma a D+I José Manuel Baena, CEO de Regemat.
En un proyecto que desarrollan en México, trabajan para regenerar lesiones osteocondrales de rodilla. Imprimen en 3D un scaffold, a partir de imágenes de resonancias magnéticas personalizado para el paciente. Inyectan en él las células del propio paciente y se implanta en la rodilla. Esas células –condrocitos– regeneran la parte lesionada. El implante, al ser biocompatible y bioabsorbible, desaparece a los dos años.
Todo esto es posible por la unión de tres ciencias: la biología, la creación de materiales y la impresión 3D. "Ya sabemos cómo desarrollar células madre, ya tenemos la tecnología para imprimir células, podemos incluso cultivar en laboratorio esas células. Ahora, debemos conseguir que esas células desarrollen por sí mismas el tejido", señala José Manuel Baena
Tecnología al servicio de la ciencia
La empresa de Granada no se dedica a la producción de bioimpresoras y biorreactores en serie. Personaliza, 'customiza', cada uno de sus diseños en función de las necesidades específicas de cada grupo de investigación.
"Nuestro objetivo es participar de la investigación", nos cuenta el CEO de Regemat. "Por eso, además de desarrollar bioimpresoras y biorreactores, hemos puesto en marcha un laboratorio de bioimpresión para impulsar una plataforma de generación de conocimiento tanto en la fase preclínica como en la clínica".
Por ejemplo, investigan sobre el efecto de los medicamentos sobre tejido impreso en 3D. "Creamos una matriz 3D con células que, aunque no se puedan implantar, aunque no sean funcionales, pueden servir para comprobar la respuesta a los fármacos sin tener que emplear animales para ello", señala Baena. Una manera segura, por ejemplo, en la lucha contra el cáncer.
La impresión 3D de estructuras biológicas para implantar en el cuerpo humano está dando sus primeros pasos. Las oportunidades médicas en el futuro pasan por la creación de órganos en el laboratorio, aunque el presente plantea retos más inmediatos con estructuras más sencillas.
"A nivel clínico, poco a poco, podremos sustituir dispositivos médicos metálicos por materiales bioabsorbentes o biodegradables para promover la regeneración de huesos. Conseguiremos mejores biomateriales en los que las células de ese paciente proliferen mejor para conseguir regenerar lesiones", asegura José Manuel Baena
Una tecnología disruptiva que avanza con rapidez pero que necesita más investigación y más inversión. "Ese es el gran reto. En España hay mucha innovación, pero todavía hay temor a invertir en este sector. Pero tras la pandemia los que tienen el dinero tal vez se hayan dado cuenta de que el sector tiene futuro".
Ciencia y tecnología
Hace falta mucha ciencia para desarrollar un órgano: "Cultivar las células, conocer las rutas moleculares para saber que citoquina tengo que poner para conseguir que la célula genere la matriz… No sé cuándo, pero llegaremos a la generación de órganos totalmente funcionales. Podremos llegar a replicar todos los órganos usando la bioimpresión y la maduración de las células".
La velocidad a la que se avance en bioimpresión 3D dependerá, como en muchas otras cosas, de los ingresos que se generen. Pero esta tecnología abre nuevos nichos de negocio: el estudio en farmacología, los bancos de células, la producción de biomateriales para la producción de tintas y, como no, la propia fabricación de máquinas de bioimpresión.