De ser un parásito al corazón del sistema: la tecnología de Submer para centros de datos
Con siete patentes internacionales, la española Submer desarrolla un sistema de refrigeración líquida por inmersión para reaprovechar la energía.
14 mayo, 2021 02:10Noticias relacionadas
Se calcula que internet y las operaciones de computación consumen el 6% de la electricidad mundial y para 2025 el consumo puede llegar a ser de hasta el 20% de la electricidad mundial. Por ello, los cofundadores de la española Submer Technologies, Daniel Pope y Pol Valls, se lanzaron a este sector para desarrollar una tecnología de refrigeración líquida por inmersión para ayudar a reducir este gasto eléctrico.
En concreto, su sistema, que cuenta con siete patentes internacionales, consiste en sumergir los dispositivos en un fluido especial, de elaboración propia, explica a D+I Pol Valls, COO de esta scale-up.
Esta tecnología, además, ayuda que preservar los equipos: impide que entre suciedad, elimina en un 99% el consumo de ordenadores dedicado a refrigeración y reduce en un 85% los requerimientos de espacio físico de los centros de datos.
Reconvertir los centros de datos
Junto con el otro cofundador y CEO, Daniel Pope, surgió la idea de constituir esta pyme tecnología en el verano 2015 tras analizar los retos de la industria de los centros de datos, en la que ya contaban con amplia experiencia: “Teníamos el ADN interior de entender el día a día de los centros de datos”.
En los primeros prototipos ya abordan problemas como la eficiencia energética para reducir la ratio entre consumo global de la computación y lo que se destina a refrigeración. “Casi se consumía lo mismo para refrigerar que para computar, por lo que empezamos a testar distintos formatos y aprender errores de las implementaciones de lo que había entonces en el mercado”.
Para desarrollar su sistema, incorporan en su equipo a ingenieros de termodinámica y químicos, porque identificaron que no solo había que resolver los problemas de eficiencia energética, sino también de infraestructura.
Por ejemplo, resolver la necesidad llevar la infraestructura más cerca del punto final, lo que suponía un reto no solo de flexibilidad para la localización, sino también de acceso a espacio físico con los recursos necesarios para acoger esta infraestructura.
“Gracias a la implementación y la densidad de computación que hemos conseguido, se puede ahorrar hasta un 85% del espacio al usar hardware interconvergente”, asegura el CIO de esta pyme.
Con su sistema de inmersión, se pueden meter más equipos en el mismo espacio al poder llenarlo hasta arriba, algo impensable con el sistema tradicional por el calor que desprenden.
Consumo de agua y economía circular
Respecto al consumo de agua necesario, “un centro de datos medio necesita la cantidad de agua de una piscina olímpica cada dos días”.
Con su tecnología, este consumo se elimina en un 99% al trabajar con “sistemas cerrados de agua y no solo no se gasta agua, sino que se puede reaprovechar la energía térmica” que se genera para otros procesos industriales de calefacción, por ejemplo.
La implementación de la tecnología es “más flexible y más modular”. Por ejemplo, gracias a la reutilización de la energía no solo se reduce el consumo energético, sino que se reaprovecha la que térmica que se genera a modo de economía circular.
Además, su solución cuenta con un sistema de sensorización digital e inteligente para poder controlar la temperatura, el flujo y el nivel a partir de una capa de software que monitoriza el fluido en el que están inmersos los dispositivos.
De este modo, explica Valls, “se puede mover el fluido de la forma más eficiente posible para disipar el calor en cada momento de computación y potencia desplegada” en el data center.
En definitiva, el COO de Submer señala que se trata de una solución completa: desde el hardware del tanque y toda la mecánica modular, hasta el software inteligente de la CDU, pasando por la química del fluido, con una formulación de desarrollo propio
En la siguiente fase, además, se va a incorporar una capa de robótica para ayudar en la gestión de la infraestructura y “conseguir una mayor autonomía en la capa más física del sistema”, apostilla Valls.