Que la agricultura del siglo XXI deberá convertirse en una de las palancas que nos ayude a frenar la emergencia climática es ampliamente conocido y aceptado por la opinión pública.
Lo que no es tan conocido es que en ese profundo proceso de cambio que se está implementado a escala global una empresa burgalesa ha conseguido demostrar, con el apoyo de Naciones Unidas, que estas nuevas prácticas ya son posibles y lo más importante: benefician tanto a los agricultores, como al medio ambiente y a los propios consumidores.
"En Ficosterra nos referimos al enfoque Triple Win, tres son los ganadores que salen beneficiados de esta agricultura regenerativa: la naturaleza al reducirse la huella de carbono y la escorrentía de nutrientes; los agricultores al aumentar el rendimiento de los cultivos y ahorrar en productos para el campo; y las personas, los consumidores que podemos acceder a alimentos más saludables y respetuosos con el medio ambiente y sus recursos limitados", destaca Luis Lombana, CEO de la scaleup.
Con sedes en Burgos y Ensenada (México), Ficosterra surge de la mano de un proyecto de investigación de la multinacional española Hispanagar, que se dedica desde hace más de 50 años a la fabricación de hidrocoloides marinos.
La compañía está abriendo mercados en Europa y América, donde acaban de cerrar un acuerdo con socios mexicanos para constituir Ficosterra América, donde "se fusionan las biotecnologías europea y americana para ponerlas al servicio de la agricultura del continente americano".
Año y medio de ensayos al más alto nivel
Tras año y medio de ensayos internacionales, la biotecnología de Fiscosterra ha demostrado, a través del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (UNPD, por sus siglas en inglés), y de la iniciativa Ocean Innovation Challenge (OIC), que es posible cultivar más, mejor y con un claro impacto en la mejora de la inversión para el productor.
La empresa de biotecnología marina Ficosterra, única española en participar en esta ambicioso proyecto de Naciones Unidas, ha logrado su objetivo de reducir el uso de fertilización química sin repercutir en la productividad de las cosechas.
Sus ensayos han llegado a obtener hasta un 20% más de productividad, dependiendo de las características del suelo, con un 30% menos de fertilización convencional.
Además, la aplicación de los bioestimulantes Ficosterra en el campo multiplica por dos la inversión, lo que se traduce en una reducción de costes en toda la cadena de valor de la industria agroalimentaria.
El Centro de Investigación Científica y de Educación Superior de Ensenada, (CICESE. México), GN Productores Navarro (México) y la Universidad Hassan II de Casablanca (Marruecos) han sido las entidades con las que ha colaborado Ficosterra en las pruebas en campo y laboratorio que se han realizado con el cultivo de brócoli como parte del proyecto del OIC.
Para ello, se han empleado los bioestimulantes de extractos de algas y microorganismos, cystium-k ® y ficosagro ®, certificados por la agricultura orgánica y recolectados de forma sostenible.
Rendimiento que triplica los costes
Los expertos señalan que existen dos beneficios económicos dentro de este proyecto de agricultura orgánica, los derivados de la disminución de costes de fertilización y los propios de la venta del brócoli.
Según explican desde la scaleup, los productos aplicados, "propios de la agricultura sostenible del siglo XXI, han demostrado que tienen un alto retorno de la inversión (ROI), al haber conseguido un rendimiento económico tres veces superior a los costes".
La ciencia ya conocía las propiedades del uso de las algas marinas a la hora de mejorar el rendimiento de los cultivos. "Nutrialgae ha demostrado, además, que se puede reducir la contaminación en los acuíferos, provocada por los residuos de nitrógeno presente en los fertilizantes de origen químico".
Ahora el equipo multidisciplinar que ha trabajado en Nutrialgae ha comprobado que la aplicación de bioestimulantes agrícolas promueve el crecimiento de los cultivos gracias a que los suelos ganan en porosidad y capacidad para absorber nutrientes, la salinidad se reduce, la actividad microbiana del suelo se estimula y se precisa menos agua en el cultivo.
'Nutrialgae' ha demostrado que se puede reducir la contaminación en los acuíferos provocada por los residuos de nitrógeno de los fertilizantes químicos
Ficosterra, como representante del sector agroalimentario español, termina ahora el proyecto Nutrialgae, enmarcado en el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, y demuestra que se puede alcanzar una alta productividad en el campo cuidando el planeta.
La candidatura española fue la única seleccionada en la primera edición del OIC, en 2020, en la que se presentaron 600 propuestas para contribuir al progreso de la economía azul y el Objetivo de Desarrollo Sostenible 14 (reducir la contaminación de mares y océanos).
De esta forma, la propuesta de Ficosterra no habla de futuribles sino de realidades que ya se pueden implementar en los cultivos. De hecho, gracias a la distinción de OIC, Ficosterra está ayudando a las islas de Santo Tomé y Príncipe a desarrollar la agricultura orgánica del siglo XXI.
Además, la filial en América de Ficosterra ha cerrado una alianza con GN Productores Agrícolas para desarrollar bioestimulantes basados en algas en México; una prueba más del valor al máximo nivel que esta empresa española está aportando en la construcción de una industria agroalimentaria más respetuosa con el planeta.