Todo en la vida, desde nosotros mismos hasta el último producto que nos imaginemos, pasa por el mismo ciclo evolutivo: nacemos, crecemos, nos reproducimos y morimos. Las empresas no son una excepción: surgen para cubrir una necesidad en el mercado o reinventar una industria, crecen, se consolidan (algo así como reproducir su apuesta inicial con el beneplácito del respetable) y, en muchos casos, mueren (ya sean adquiridas o desapareciendo ante condiciones cambiantes del sector en que operen). Sea como sea, ese es el camino natural, pero en dos de esas fases -crecer y consolidarse- es fundamental contar con el calor de la financiación, ya sea ésta pública o privada.
Y mientras el capital riesgo alimenta sin reparos el nacimiento y crecimiento inicial de las startups, muchos países acusan esa falta de apoyo a la hora de escalar el proyecto. Es el caso del ecosistema emprendedor español, sin ir más lejos, pero también de otros mucho más asentados como el noruego.
"Escalar o morir". Esa ha sido una de las premisas más repetidas durante Startup Extreme 2018, cuarta edición de la cita más informal con la innovación noruega, con los fiordos, el deporte (y algo de alcohol, todo sea dicho) como telón de fondo. No en vano, en el segundo país del planeta en tener internet (gracias a la extensión de Arpanet por EEUU en los 70 a estas latitudes), la preocupación por mantener el ritmo de crecimiento de sus innovadoras empresas se ha convertido en la prioridad número uno para todos los involucrados. «En 2010, había una comunidad emprendedora débil y una forma de pensar muy tradicional. En 2012, nacieron los primeros espacios de coworking y Betafactory, la primera aceleradora del país en Oslo. En 2016, tuvimos los grandes éxitos de Kahoot, Unacast y Xeneta, con lo que el reto pasó a ser el de darle visibilidad a todo lo que estábamos haciendo. En 2017 tuvimos el gran boom, y lo que tuvimos es que gestionar el hype que algunos acusaban. Ahora, en 2018, tenemos dudas sobre si podemos escalar todos los proyectos que tenemos en marcha, pasar de un debate sobre startups a scale up», explica Maja Adriaensen, fundadora y cara de Startup Norway.
Los datos muestran claramente el buen momento de la financiación en startups noruegas, a expensas de que la línea continúe en la fase de escalado. Este país es el único de los nórdicos que ha visto aumentar la inversión de los venture capital de forma continuada desde 2014, incluso pese a la caída de los precios del petróleo (principal sustento del país). Asimismo, Noruega -que partía con una notable desventaja frente a sus vecinos nórdicos- ya concentra el 15% de las operaciones de capital riesgo en la región, al mismo nivel que Dinamarca, aunque lejos de Finlandia (25%) y Suecia (45%). De todas ellas, y como muestra representativa del cambio de modelo productivo de la zona, el 75% de las startups invertidas estaban relacionadas con las TIC, por el 11% del sector salud o el 7% de la industria.
La consolidación de todas estas empresas en proyectos de mayor envergadura, con capacidad internacional y vocación de liderazgo, no solo requiere de más financiación, sino que algunos expertos locales expanden el reto a la falta de talento para continuar con la aventura emprendedora. "Hay una notable falta de know-how para la fase de escalado, de convertir algo que en el fondo es como un juego a una cosa más estructurada", explica Lars Johan Bjørkevoll, cofundador de ScaleupXQ. De ahí la llamada incesante del ecosistema escandinavo a la colaboración entre distintas startups y entre éstas y las grandes corporaciones que atesoran la experiencia que a las jóvenes y ágiles iniciativas les falta.
De ola en ola
Este punto de ebullición no se ha cocinado de forma espontánea, sino que responde a una serie de olas de innovación en Noruega que la ha llevado hasta este momento -deseado y temido a partes iguales- de "escalar o morir".
Tendríamos que remontarnos a los 2000 para encontrarnos con el primer antecedente de este fenómeno: por aquellos años, grandes compañías como Aspiro, Tanberg u Opera controlaban la primera fila innovadora de este país. Hubo que esperar una década para que startups como Kahoot, FUSE o Gelato conformaran una decena de proyectos de calado en la escena inernacional. Ya en 2015, llegaría el siguiente estallido, cuando ya se contabilizaban unas 50 empresas en la primera frontera de la disrupción, como Inzpire.me, Huddlestock, Grapphiq o Vibbio.
Networking 'al estilo nórdico'
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