La compañía austriaca Blue Danube Robotics ha presentado una 'piel' inteligente para robots industriales... blanda. Su Airskin es un material 'esponjoso' sensorizado que se adapta a cualquier máquina independientemente de su capacidad y tamaño. ¿Cuál es su objetivo? Dotar de seguridad a los robots en las fábricas... hasta el punto de convertirlos en cobots.
El producto, que tiene un grosor de alrededor de un centímetro, mide constantemente la presión y, si toca a un humano, envía una orden al controlador para que se pare inmediatamente, a través de un sensor de colisión que activa de forma instantánea una parada de emergencia, para favorecer la colaboración y el trabajo conjunto entre empleado y robot.
Esta sensible piel del robot evita accidentes al medir con sus sensores los cambios en la presión del aire: con solo una mini abolladura de dos milímetros en el revestimiento de poliuretano se registra el contacto y en solo 10 milisegundos se detiene el robot. Una “actitud” que favorece su colaboración con los humanos.
Esta cubierta blanda se puede adaptar a cualquier brazo robótico, aunque Blue Danube Robotics cree que, sobre todo, se aplicará en áreas industriales en las que humanos y robots comparten el espacio de trabajo, pero no trabajan juntos de forma permanente. Por ejemplo para atornillar, levantar cargas pesadas, durante el ensamblaje de la máquina, entre otras tareas.