Una pausa. Los líderes empresariales y políticos mundiales nos han acostumbrado en Davos (Suiza) a grandes visiones transformadoras del futuro sobre nieve de postal. Pero esta vez la reunión del Foro Económico Mundial ha sonado de otro modo. El concepto central es la Globalización 4.0, más inclusiva, una llamada a la reflexión sobre el impacto social de la revolución tecnológica, su incidencia en la vida de las personas, de forma singular en el empleo, y en el medio ambiente.
"Lo que ha cambiado es el foco en el cambio social", dice Ginni Rometty, presidenta y CEO de IBM, un fenómeno que va unido a la "crisis de confianza y de habilidades". El hecho es que "hemos puesto demasiado el foco en la tecnología y es un problema real que no hay foco suficiente en la otra parte". Una de las manifestaciones de esa brecha es que la fuerza laboral de hoy "no tiene las habilidades necesarias para el futuro".
Ante la evidencia de que el Gobierno "no puede solucionar este problema solo", Rommety promueve la idea del New Collar, una alianza con las empresas para cambiar el modelo educativo y ayudar a la reconversión de muchos empleos. "New collar es la idea de un trabajo, que no es ni blanco ni azul, por lo que no tiene una connotación negativa".
También habla de asociarse con el sector público el CEO de SAP, Bill McDermott. "Hemos hecho una encuesta con el WEF a 10.000 personas de 29 países. Nos hemos encontrado una división de opiniones: la mitad decía que la Cuarta Revolución Industrial les iba a beneficiar y la otra mitad que les iba a perjudicar". Su visión consiste en que los cuadros directivos de las empresas, en los que los trabajadores creen más que en los dirigentes públicos, impulsen "una economía de las experiencias" acerca de lo que "la gente siente de verdad".
Para David Taylor, presidente y CEO de Procter & Gamble, "ha cambiado el concepto de accionista, hoy los CEO prestan mucha atención a un grupo mayor". Por eso habla de "la personalidad de la marca", deben tener "un punto de vista, hoy más que nunca. Si su comportamiento no es consistente con los valores que expone, tienen un verdadero problema".
Se ha hablado mucho del futuro del empleo. "Las personas deben volver a estar en el centro de las políticas", subraya el director general de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), Guy Ryder. En su opinión, hay que "reforzar" la igualdad de oportunidades, más que la igualdad en materia salarial y para ello es esencial la formación de los trabajadores. De hecho, este es uno de los puntos que se abordan en el informe presentado hace unos días por la OIT Work for a brighter future: el derecho la formación a lo largo de toda la vida del trabajador.
La directora del FMI, Christine Lagarde, hace hincapié en la brecha de género en el mundo laboral: "La automatización va a afectar más a las mujeres", porque en su mayoría ellas desempeñan los trabajos "más rutinarios y repetitivos".
El enfoque de Alan Jope, CEO de Unilever, se centra en la persona como consumidor. "La industria de los bienes de consumo ha operado con el mismo modelo en los últimos 100 años: grupos masivos de consumidores ofertados con productos masivos vendidos a través de canales masivos y medios de comunicación masivos. Hoy es la revolución. No creo que tengamos que lidiar con audiencias de una sola persona, pero sí más grupos más pequeños y homogéneos". En esa tarea, según Jope, "tenemos que usar IA y machine learning para comprender la relación entre online y offline. Y eso implica desarrollar nuevas habilidades. No se trata de un cambio en el canal, sino de todo el sistema".
Doug McMillon, presidente y CEO de Walmart, coincide en que las tiendas online y offline son "complementarias en todos los niveles, también en el personal. Los clientes quieren comodidad. Estamos trabajando en crear más relaciones digitales para mejorar las experiencias·. Porque la tienda física te permite "oler el café y hablar con otro cliente" y McMillon reivindica la «importancia de mantenerse local".
Llevada la Globalización 4.0 al ámbito individual, Satya Nadella, CEO de Microsoft, defiende también la privacidad, los datos y la inteligencia artificial, y no solo en Europa, cuyo modelo cree que es exportable a Estados Unidos y al resto del mundo. En este sentido alaba el Reglamento Europeo de Protección de Datos (GDPR), porque la privacidad debe considerarse "un derecho humano fundamental". El punto de partida debe ser que las personas son «las dueñas de sus propios datos".
Nadella también apunta a la tecnología que permite el reconocimiento facial, que pronto estará muy extendida. De hecho, esta semana, compañías españolas como Rodilla y Viena han lanzado soluciones de pago con esta biometría en sus establecimientos de Barcelona.
Para la CFO de Google, Ruth Porat, "los datos son más como la luz del sol que como el petróleo". Su aportación es poner el acento en los "nuevos datos" con muchas aplicaciones al mismo tiempo. "Lo que estamos aprendiendo de nuestro trabajo en IA es que necesitamos todos los últimos datos disponibles para conseguir la disrupción". De hecho, invirtiendo la tendencia natural, "Uber, Airbnb, Spotify están agregando datos porque son capaces de crear una mejor experiencia de usuario".
Stephen A. Schwarzman, presidente de Blackstone, defiende en línea con Nadella que "debes tener un planteamiento ético acerca de cuándo desplegar la inteligencia artificial. En el capital riesgo hay una ebullición de compañías. Es el inicio de una revolución que cambiará una enorme cantidad de cosas, los puestos de trabajo, los empleos o el desarrollo del conocimiento".
Tiempo muerto también en materia medioambiental. Fatih Birol, director de la Agencia Internacional de Energía, recuerda que "1.000 millones de personas no tienen acceso a la electricidad, dos de cada 20 en África". Hay que pensar "en qué fuentes vamos a utilizar y es muy importante usar esa electricidad de manera eficiente y no construir plantas eléctricas innecesarias". Una de las claves es mejorar la eficiencia de los dispositivos eléctricos. En India los aparatos de aire acondicionado utilizan tres veces más electricidad que los de Japón, por los estándares de eficiencia energética de sus dispositivos.
Jean Pascal Tricoire, presidente y CEO de Schneider Electric, sostiene, en ese sentido, que la mejora de la eficiencia energética pasa por impulsar la digitalización. "El mundo digital tiene que integrarse en los ciclos de vida de las instalaciones" eléctricas.
Y dos apuntes del presidente de S&P Global, Douglas Peterson: "¿Empujará la tecnología a la fabricación para que sea crecientemente más global o local? Tecnologías como la impresión 3D, el diseño bajo demanda, avances en inteligencia artificial, cambiarán el comercio de muchas formas, pero permanece una cuestión clave: ¿puedes alcanzar escala sobre una base local?"; y "para cualquier país que quiera participar de la cadena de suministro global y de la cadena de servicios global, incluyendo el turismo, las infraestructuras deben ser el centro de la discusión. Y los mercados financieros deben apoyar el despliegue de estas infraestructuras".
Demasiado gigantes quizás
En Davos se ha planteado el rol de los gigantes tecnológicos como un problema. Raghuram G. Rajan, de la University of Chicago Booth School of Business, afirma que Google "provee de servicios gratuitos y parece que el consumidor se beneficia de la dinámica de 'precios más bajos, mejores productos'. Pero esto genera preguntas. Nada es realmente gratis. Quién está pagando y cómo. Tenemos que dar más transparencia". ¿Es posible un proceso de continua innovación y competencia cuando existen esos gigantes? ¿Y quién recibe el retorno de esas grandes corporaciones, qué pasa con los países pequeños y las pymes?