Quién dijo miedo a los virus? Desde luego, Vivet Therapeutics no. Resulta que estos agentes infecciosos son los responsables de disparar a la empresa española hasta el éxito mundial. Pero no un éxito cualquiera, sino uno completo, el de la satisfacción de salvar vidas a través de la investigación aplicada y el de haber despertado el interés de las grandes farmas del planeta. Solo una cifra: 82,5 millones de euros captados de gigantes como Pfizer, Novartis Venture Fund o Roche Venture Fund. ¿La receta? “Buena ciencia, resultados y un gran equipo detrás”.
La cita es de Javier García, cofundador de Columbus Venture Partners, uno de los primeros fondos que confió en la valía de Vivet. Un mérito que se personaliza en la figura de Gloria González-Aseguinolaza, alma mater de la biotecnológica. Esta doctora en Biología ha dedicado 18 años de su trayectoria profesional a la investigación de terapias génicas en enfermedades del hígado. Dirige uno de los laboratorios más prestigiosos del mundo en esta especialidad, enmarcado en el Centro de Investigación Médica Aplicada (Cima) de la Universidad de Navarra, con sede en Pamplona, donde se aborda el problema con un disruptivo enfoque.
Para impactar en las células, el grupo utiliza virus llamados adenoasociados o AAV. "Son unos virus muy chiquitos y seguros que no producen enfermedades", comenta a INNOVADORES. Pero, ¿para qué sirven? "Nos permiten introducir genes en el hígado de forma permanente". Nadie mejor que ellos sabe utilizarlos como ‘taxis’ de genes hasta el hígado.
Este know how es el que atrajo un día la atención de una familia valenciana con un hijo que padecía la enfermedad de Wilson, una patología rara, de esas que solo afecta a una persona de cada 50.000. Los padres hicieron una donación al laboratorio de González-Aseguinolaza para que iniciase una investigación, ya que esta alteración afecta al hígado. "El problema se produce por la falta del gen que genera la proteína encargada del transporte de cobre en la célula", explica. Y si no se vehiculiza bien, se acumula y si se acumula, hay de más. "Igual que es esencial para la vida, un exceso puede resultar perjudicial". Algo así como con el colesterol. Solo que, en este caso, puede llegar a producirse una hepatitis fulminante cuya única salvación es un trasplante de hígado. ¿Existe tratamiento? Ninguno con la eficacia suficiente y sin efectos secundarios significativos.
Cómo esa investigación se convirtió en Vivet Therapeutics es una historia de referencia en España: crisis económica, ánimo de generar riqueza a partir de la ciencia y un equipo sólido y comprometido. Así es cómo Columbus, con Javier García y Damià Tormo al frente, dieron con ellos. “En España hay poco inversores en ciencia que sepan de ciencia y conozcan los riesgos”, afirma. “Fue una gran suerte”.
El fondo español entró en marzo de 2014 y hasta noviembre de 2016 se dedicó única y exclusivamente a demostrar el potencial del grupo de González-Aseguinolaza a grandes inversores internacionales. “Llevamos a cabo experimentos más traslacionales para demostrar que el trabajo podía llegar a ser un producto aprobable”, indica García. Oficialmente, Vivet nació en marzo 2017 con uno de los ‘pool’ de fondos farma más potentes del mercado: Novartis Venture Fund, Roche Venture Fund, HealthCap, Columbus Venture Partners, Ysios Capital, Kurma Partners e Idinvest Partners. “Convencer a tantos inversores en ciencia en España no es fácil”. Tampoco levantar 37,5 millones de euros a la primera. Una proeza. "Es diferencial que arranque una ronda semilla con esa cantidad", puntualiza Tormo.
Ese alineamiento de tantos inversores de alto nivel tiene varias explicaciones. “El punto clave es la ciencia de Gloria”, reflexiona García. “Y lo que significa para los pacientes, un tratamiento de una enfermedad hasta ahora huérfana”. La calidad del trabajo coincide con un momento en que las terapias basadas en genes están en lo más alto. Aunque este mercado tiene mucha historia, nunca había despertado el interés real de las farmacéuticas por la poca fiabilidad que ofrecían los desarrollos. Esto ha cambiado.
“La tecnología ha ido avanzando, ahora hay más seguridad en los virus y se ha demostrado que en las enfermedades monogénicas bien caracterizadas funciona como una cura”, dice. Avances que, en los últimos cuatro años, han ido despertando el interés del mercado, donde se han ido cerrando jugosas operaciones de grandes farmacéuticas que han ido adquiriendo startups biotecnológicas. ¿La última? El gigante Pfizer ha comprado esta misma semana un 15% de Vivet por 45 millones de euros. No sólo eso, si la española cumple una serie de hitos en los ensayos clínicos, la multinacional podría pagar hasta 560 millones por su adquisición completa.
“Ya tenemos el producto”, puntualiza González-Aseguinolaza. Ahora deben demostrar que lo pueden producir a escala clínica con total seguridad para el paciente. “Estoy convencida de que el tratamiento va a funcionar en fase 1 y 2, al menos en un determinado grupo de pacientes”. Por eso siguen trabajando, “para conseguir que funcione en el 100% de los enfermos”.