Mirada al móvil. Ha recibido un WhatsApp con una fotografía por satélite de sus parcelas agrícolas en la que escudriña la evolución del cultivo en cada uno de los estados de desarrollo. Es un agricultor asociado a los programas de digitalización de Corteva Agriescience, que recibe el bautismo con su salida a bolsa el 3 de junio. La agricultura intuitiva se desfigura en manos de un productor conectado, desde la siembra a la cosecha, a las nuevas tecnologías de geoposicionamiento, monitorización y procesamiento de datos de sus cultivos, plagas y enfermedades.
Es un agricultor asesorado agronómicamente de manera integral por una nueva compañía fruto del expertise de inyectar innovación al campo del negocio agrícola de tres compañías de alcance mundial: Dow, DuPont y Pioneer. "Durante un siglo hemos traído innovación a la agricultura, pero con la fusión Corteva va a aplicarla más rápidamente al mercado para que el agricultor tome las decisiones más eficaces y con mayor eficiencia para su cultivo", subraya Manuel Melgarejo, presidente de Corteva Agriscience para España y Portugal.
El reto de abastecer de comida a un mundo superpoblado y con la espada de Damocles cayendo sobre la limitación de recursos naturales provoca que la sostenibilidad y competitividad de los productores de alimentos recaigan sobre los hombros de la tecnología y la agricultura inteligente.
El agricultor del que hablamos forma parte de los más de 1.500 con los que colabora Corteva a través de una plataforma de software, donde una imagen satelital se asocia a diversos parámetros de los cultivos y que van a servir al equipo agronómico de la compañía para evaluar el desarrollo de las plantas y trasladar las recomendaciones del manejo de las hectáreas agrícolas, "unas 45.000 que ya tenemos en desarrollo", añade Melgarejo.
El girasol como estrella
"Maíz y soja son los cultivos donde Corteva va mantener el foco de su negocio de semillas a nivel global", indica su presidente. No es en vano, pues se extienden hasta los rincones más lejanos y sostienen la columna vertebral de la alimentación humana y del ganado.
"Pero pondremos especial énfasis en el girasol y es que en España disponemos de un centro de investigación absolutamente privilegiado en relación a este cultivo, concretamente en La Rinconada (Sevilla)", afirma. Allí se ensaya una cifra superior de 5.000 variedades de girasol para poner en las manos de los agricultores una mayor productividad de sus semillas. Corteva emplea a más 500 personas, entre Sevilla y Asturias, donde se erige una planta de producción y servicios tanto financieros como de recursos humanos.
La compañía no descarta otros cultivos. "Trabajamos con agricultores extensivos y los que manejan frutales, viñedo y olivar. No hacemos distinción, porque partimos de una ventaja diferencial que hoy muy pocas empresas tienen: una oferta global de semillas y productos para la protección de cultivos, más la de agricultura digital que te he comentado", explica Manuel.
Pulso firme en proteger los cultivos
Para combatir las mayores resistencias de plagas y enfermedades vegetales a las medicinas de las plantas, hacen falta aplicar en el campo nuevas familias de productos. Corteva trae buenas noticias para Europa. "En los próximos cinco años, vamos a registrar más de 20 productos en protección de cultivos, entre nuevas materias activas y combinaciones entre ellas. Sobre todo en España, estamos en ese mismo proceso", avanza. La agricultura mediterránea necesita nuevas soluciones terapéuticas por su diversidad y por estar atenazada especialmente por los efectos del cambio climático.
El principio de precaución rige las exigencias regulatorias europeas que imponen márgenes cada vez más estrechos para que las empresas de biotecnología y protección de cultivos innoven, pese a que muchas veces sus nuevas soluciones tienen el respaldo científico.
El Tribunal Europeo ha sentenciado que la edición genómica (CRISPR) debe ser regulada como organismos modificados genéticamente. "No compartimos la decisión del tribunal. Pensamos que no son equiparables y la sentencia va a suponer un impacto en contra lo productividad y la competitividad para la agricultura europea, porque en otras áreas del mundo no va a ser así", afirma Melgarejo.
Los agricultores europeos son menos competitivos al no poder usar las mismas herramientas de biotecnología o de protección de cultivos que sus colegas extracomunitarios.
Corteva está dedicando el 10% de sus ventas a investigación, "lo que supone aproximadamente unos 1.200 millones de dólares anualmente, para que la tecnología llegue cuanto antes al agricultor, al usuario y en consecuencia a la sociedad", concluye Manuel Melgarejo. El consumidor está en el centro de las decisiones de la nueva compañía.
El consumidor en el centro
"Busca soluciones compatibles con las buenas prácticas agrícolas para preservar la sostenibilidad económica y medioambiental de las explotaciones", sentencia Manuel Melgarejo. Corteva no disocia entre sus clientes. Los agricultores y los consumidores están en el mismo saco. "El consumidor tiene unas necesidades de alimentarse más y mejor. El crecimiento de la población que hay que alimentar es exponencial".