Innovadores
La urgencia de dar nuevas vidas al plástico
El sector de la alimentación busca nuevos envases sostenibles que se adapten a los cambios regulatorios que están a punto de llegar
2 junio, 2019 08:00El tictac ha empezado a sonar. El 1 de enero de 2020 España prohibirá determinados plásticos de un solo uso, como bastoncillos o cuberterías desechables. Y lo más importante: en 2021 la UE irá más allá y vetará la venta de cualquier tipo de plástico de un solo uso. ¿En qué le afecta esto a usted? Piense en una escena tan cotidiana como ir al supermercado y todo aquello que compra envasado en él: fiambres, productos de limpieza, carnes, pescados... Pues se acabó. O, al menos, se acabó tal y como lo entendemos ahora.
¿Desaparecerá por completo el plástico? Los expertos y actores del sector que se han reunido esta semana en MeetingPack, el congreso internacional sobre envases y plásticos que organizan los institutos tecnológicos Ainia y Aimplas, lo tienen claro: no puede desaparecer por completo, pero su composición y su uso están abocados a un proceso de transformación ineludible en medio de una crisis de reputación y de imagen como nunca ha vivido el sector.
Biobasado, biodegradable y compostable son las nuevas palabras mágicas que todos buscan incorporar. Esto es: que la composición esté basada en materias primas naturales, que cuando ya no sean útiles se degraden por la acción de microorganismos tales como bacterias, hongos y algas sin límite de tiempo (biodegradables) y que, además, lo hagan en menos de 12 semanas y permitan el crecimiento de plantas en esos restos (compostable).
"El sector alimentario supone entre un 75 y un 80% del consumo de plástico", explica Sergio Giménez, director de negocio de Aimplas. Por eso, el de la comida está siendo "la punta de lanza" para responder al reto del futuro del plástico. No se trata solo de reducirlo, aclara, sino de mejorar sus condiciones para alargar su vida útil y garantizar un correcto reciclado.
Así se entienden soluciones como la que han mostrado en la feria las empresas Bemis y Hermanos Hinojosa , que han presetado Halopack, un sistema de envasado patentado, pensado para comidas para llevar o productos como carne o pescado, en el que la bandeja no es de plástico, sino de celulosa, un material barato y 100% reciclable. ¿El truco? El sistema incorpora en la parte superior una fina capa de plástico termoconformado que se adapta exactamente a las dimensiones de espacio de la celulosa. Esto es así porque el cartón por sí solo no puede contener alimentos húmedos sin estropearse. La magia de este proyecto consiste en que, una vez utilizado, el usuario tira de esa fina de plástico con gran facilidad y extrae todo el plástico del envase para separarlo del cartón. El plástico ejerce así de envase barrera pero no se utiliza para todo en el proceso.
"Muchos de los envases barrera, para reducir el plástico, utilizan una mezcla de materiales tan fina, que luego es muy complicado el proceso de reciclado", lamenta el responsable de Ainia. Por eso ahora se abre una gran oportunidad de negocio y de investigación para desarrollar tecnologías que faciliten la separación de todos los elementos que componen esas capas de plástico para que el reciclado sea efectivo. "Necesitamos materiales homogéneos y compatibles", explica. Los tetrabricks a los que estamos acostumbrados, por ejemplo, son muy complejos (y caros) de reciclar con calidad, porque están compuestos por cartón, metal y plástico.
Sin embargo, de nada vale que la regulación obligue a reducir el uso de plástico y que las empresas busquen nuevos materiales y tecnologías para adaptarse a esos procesos si el consumidor final no hace su trabajo de separación y reciclado... y si no hay un marco normativo y de procedimiento transparente. ¿Un ejemplo? El de las cápsulas de café. Obligadas a desaparecer, sustituirlas por unas compostables es un paso innegociable. Pero... ¿qué hacemos con ellas después de bebernos el café? Eso todavía no está claro. Las administraciones están obligadas a ofrecer mecanimos para su recolección una vez entre en vigor la norma, pero el contenedor marrón (el del compostaje) no puede servir, porque los tiempos de descomposicón de la materia orgánica y la plástica no son los mismos. Las nuevas soluciones están llegando, pero, como tantas veces, a la normativa todavía le queda camino por recorrer.