La energía eólica atraviesa un momento dulce. Pero el éxito puede ser un arma de doble filo. El creciente interés por esta tecnología ha copado los mejores terrenos para instalar aerogeneradores, aquellos de fácil acceso y con vientos más intensos. ¿Ahora qué? Existe tierra apta, pero tiene difícil entrada y vientos a mayor altura. Se necesitan, por tanto, molinos más elevados y, a la vez, cómodos de transportar. De esta (en principio) incoherencia ha nacido la solución de Nabrawind. La empresa de Pamplona ha ideado el primer sistema de torres eólicas autoelevables que permite instalar estructuras de hasta 200 metros. Con esta tecnología, protegida por varias patentes, ya han levantado una torre de 160 metros en Eslava (Navarra) e instalarán el aerogenerador más alto de África, de 144 metros, en Marruecos.
"El mayor reto de la industria eólica a día de hoy es logístico", arranca el responsable comercial y de marketing de Nabrawind, Miguel Turullols. Con ese desafío en mente, los ingenieros Eneko Sanz, Ricardo Savio, Iñaki Alti y Odilon Camargo dedicaron un año a idear posibles soluciones. En 2015, el equipo se formalizó como empresa con el objetivo de prototipar dos de las patentes que habían diseñado. Reclutaron entonces a un equipo de ingenieros con gran experiencia en el sector y se pusieron manos a la obra.
En 2018, izaron en Eslava la tercera torre eólica con más altura del mundo. "En general, las torres no superan los 100 metros, pero en los últimos años, la tendencia es incrementar su tamaño para alcanzar vientos más intensos a mayor altura", comenta Turullols. Ellos pueden superar incluso los 200 metros gracias a su tecnología de torre autolevantable.
Básicamente, el sistema (llamado Nabralift) consiste en añadir piezas al mástil cuando está en el parque eólico. Este ‘desmontable’ se divide en tres elementos: la propia torre, la cimentación y la pieza de transición, clave en el funcionamiento. Con unos brazos hidráulicos, se alza la estructura dejando un espacio por debajo donde se coloca el siguiente módulo. "Este proceso se repite hasta subir la torre por completo añadiendo piezas desde abajo, como si fuese un Mecano", explica.
Además de la accesibilidad, la tecnología tiene una ventaja de costes y medioambiental. Su peculiar cimentación permite abaratar un 60% los métodos tradicionales basados en cimentación gravitacional, donde la torre se inserta en la tierra y se rellena el agujero con cemento. El sistema de Nabrawind, por el contrario, es de cimentación pilotada o, lo que es lo mismo, consiste en tres patas que se enganchan en agujeros de unos 25 metros de profundidad. El resultado es una reducción tremenda del hormigón y, por tanto, de emisiones contaminantes a la atmósfera. «Una cimentación gravitacional usa unos 500 metros cúbicos de hormigón y 60 toneladas de acero; la nuestra, 80 de hormigón y 10 de acero», indica.
Unión de palas
Por si esto fuese poco, los fundadores de Nabrawind decidieron solventar otro de los problemas de la industria eólica: el transporte de las palas. Se imponen así las palas modulares. La dificultad radica en la unión de las piezas, que debe ser resistente y duradera. La gran complejidad técnica ha hecho que hasta ahora solo Gamesa y Enercon hubiesen usado palas modulares de forma residual.
La propuesta de la compañía española consiste en un inserto que engancha las distintas partes de las aspas desde su interior mediante pernos. "Las palas no son huecas, así que en la parte de dentro añadimos una estructura donde el cliente quiere hacer el corte, que suele ser en torno al 60% de longitud", señala Turullols. Encima de estos pernos se coloca un nuevo sistema también patentado, llamado Xpacer, que termina de darle toda la tensión para que pueda transmitir y resistir las cargas durante toda su vida útil.
Éxito en África
Nabrawind, con 20 personas en plantilla, ha cerrado el contrato con Marruecos para elevar la torre más alta de África. Espera instalar en 2020 seis torres de hasta 200 metros y en 2021 abordar parques de más de 15 torres.