Cuánto mide el dolor? Esta sensación de molestia es eso, una impresión que no puede ser cuantificada, ¿o sí? Con esta pregunta en mente, la startup asturiana UPintelligence inició una investigación que ha culminado con el lanzamiento de un lápiz para objetivar el dolor del paciente y ayudar al profesional médico en su evaluación

UPintelligence nace en Gijón de la mano de los emprendedores Óscar Ruiz y Óscar Cosido. Ambos trabajaban en un ayuntamiento aplicando tecnologías avanzadas, pero su inquietud les empujó a salir del sistema público. "Cuando teníamos una idea, siempre pensábamos ‘esto lo va a acabar haciendo una empresa’", recuerda Cosido a INNOVADORES. Así que decidieron crear su propia compañía para materializar sus propuestas.

El foco principal de la startup es el "mundo 4.0", donde aborda un amplio conjunto de mercados a través de la inteligencia artificial, la realidad virtual o las tecnologías 3D. El sector de la salud no estaba en su punto de mira, sin embargo, el destino quiso que se cruzase en su camino. 

El equipo recibió una invitación para asistir al Congreso Nacional de la Sociedad Española de Medicina Física y Rehabilitación (Sermef), donde el tema de debate principal era el dolor. "Se nos ocurrió preguntar si existía algún sistema que midiese el dolor", comenta el cofundador. Cuál fue su sorpresa cuando descubrieron que no había ninguna solución en el mercado.

UPintelligence se puso manos a la obra con la ayuda, eso sí, del Sanatorio Covadonga de Gijón, que colabora en el desarrollo del sistema. Lo primero que detectaron es que "el dolor es subjetivo". En lugar de convertirse en una barrera, esta premisa les llevó a la conclusión de que todo lo que está relacionado con el control de la subjetividad puede resolverse con algoritmos. De ahí que el software que da soporte al dispositivo se haya desarrollado mano a mano con profesionales médicos. "Hemos tratado de objetivar el dolor subjetivo", puntualiza Cosido. 

El resultado de su investigación es un lápiz inteligente. ¿Por qué esta forma? Porque se han basado en el único utensilio que los profesionales sanitarios han usado hasta ahora para saber qué le duele al paciente. A diferencia de un lápiz tradicional, la startup ha sustituido la bola del bolígrafo por un sensor de aspecto similar. 

Así, el sensor del gadget, al pasar por el cuerpo del paciente, envía la información que capta a una tableta, donde su software se encarga de ‘pintar’ un mapa del dolor para apoyar al profesional en la evaluación. En esta primera fase, el dispositivo mide la presión y la respuesta del paciente. En la siguiente etapa, la empresa busca que la tecnología  también capte las constantes como la temperatura, el pulso y la humedad para que los profesionales conozcan si existe una excitación del sistema nervioso.

La tecnología, que se encuentra ahora en proceso de patente, se enfrenta ahora a la fase de validación del Sanatorio Covadonga. 

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