En un momento de auge de la biotecnología, cuando en la calle se "habla de ARN, vacunas recombinantes y anticuerpos monoclonales" (Belén Barreiro, vicepresidenta de AseBio), los grandes -y pequeños- agentes del sector en España se citan para recuperar en Pamplona, del 27 de septiembre al 1 de octubre, su conferencia BioSpain, tres años después de la última, en un formato híbrido, con asistentes y emisión online.
"Un evento [presencial] de los primeros de gran magnitud que vamos a celebrar", dice el consejero navarro Mikel Irujo.
Se trata de un sector que, según los datos facilitados por Ana Polanco, presidenta de AseBio, "es una palanca de transformación" que puede convertirse en "motor imprescindible de la transformación" de la economía, en campos como el del cambio climático y la energía.
Aporta en la actualidad, según Polanco, un 0,7% del PIB, con más 8.200 millones de negocio y por encima de 100.000 empleos. "Es el sector que más invierte en I+D", asegura, y "la pandemia ha demostrado que invertir en biotech es rentable".
La clave, dice el director de 3P biopharmaceuticals, Dámaso Molero, es "visualizar la biotecnología realmente como un negocio, no sólo como generación de ciencia, o valor para la sociedad, sino encauzando las iniciativas científicas de una manera empresarial".
El momento de la biotecnología, marcado por la Covid y la lucha contra sus consecuencias, tiene sus peculiaridades en España y en Europa. Por una parte, los expertos participantes en la presentación de BioSpain 2021 subrayan la respuesta rápida y eficaz, incluso acelerándose pasos administrativos para la autorización de las vacunas. Pero por otra, también hay reproches y lamentos por determinadas carencias.
"La biotecnología está absolutamente preparada para acometer los retos. Y en el área industrial, exactamente igual", asegura Belén Barreiro.
"No estamos improvisando. Somos un sector perfectamente consolidado ya. No somos un sector de startups ni de futuribles, sino de realidades", añade. "Hemos sido capaces de aunar los adelantos científicos con la visión empresarial para llevar estos productos al mercado y ayudar a solucionar este grandísimo problema que hemos tenido".
Explica que "llegar a este punto ha implicado mucha inversión en las tecnologías. No ha aparecido de la noche a la mañana la vacuna basada en RNA, sino que se ha ido trabajando a lo largo de los últimos años en ella [en el uso del RNA mensajero], de modo que su aplicación ha podido hacerse inmediata".
"Igual ha sucedido con los diagnósticos, en sincronía entre los científicos y desarrolladores de nuevas plataformas y la industria. Tenemos que aprender y creernos que podemos acometer el resto de los retos, como por ejemplo el cáncer, el envejecimiento o las enfermedades raras", opina Barreiro.
En busca de un proyecto país
En el lado negativo de la balanza, Molero echa "en falta un proyecto-país. Es decir, el sector biotecnológico y farmacéutico tiene que ser claramente estratégico para el país. Lo que nos ha enseñado el covid es que, si no hay un liderazgo de país y si no hay una apuesta en común y foros, no sólo como BioSpain, también otros a nivel institucional, para poner encima de la mesa todos juntos el valor que atesoramos de manera individual, será muy difícil".
Barreiro abunda en la idea de la insuficiente conexión de la industria con los poderes públicos: "Hemos visto cómo, durante la crisis, hemos tenido la necesidad de buscar fuera los recursos. Inicialmente para el diagnóstico y ahora para las vacunas. Probablemente la colaboración entre las instituciones y nosotros, desde AseBio y desde las empresas, hubiera ayudado mucho a mejorar estos suministros y organizarlos".
Otra carencia que señala es que debe incorporarse a la actividad "lo relacionado con IT, para gestionar datos médicos y hacer modelos predictivos de posibles situaciones de riesgo como la que hemos vivido".
Richard Borreani, responsable de asuntos públicos de Bayer Crop Science, pone en valor la importancia de los desarrollos biotecnológicos frente al "cambio climático", que influye "en la producción de alimentos, escasez de agua, sequías, inundaciones…".
"Nuestros alimentos primero se producen en el campo, que está expuesto a las condiciones climáticas. Un aumento de dos grados de temperatura reduce considerablemente la disponibilidad del agua, se estima que un 17%. Y también influye en la bajada de los rendimientos de los cultivos, entre 5% y un 15%", detalla.
"La biotecnología contribuye a aplanar esta curva, adaptar la producción agrícola al cambio climático y también a mitigar sus efectos. Por ejemplo, con plantas que necesiten menos agua o menos insumos, resistentes a enfermedades, o asimilando mejor los nutrientes. Plantas que absorben más cantidad de CO2…".
Además, Borreani subraya que "la biotecnología evoluciona de manera muy rápida, con el ejemplo de la edición genómica, [la tecnología de edición] crispr, también para mitigar los efectos del cambio climático con variedades de arroz de bajas emisiones y hierbas más fáciles de digerir por los rumiantes, reduciendo las emisiones de metano. En definitiva, necesitar menos recursos para mayor productividad y una producción de alimentos más sostenible".
El 'green deal'
El presidente de AlgaEnergy, Augusto Rodríguez-Villa, añade otro aspecto, el de la transformación industrial, llamando la atención sobre "el green deal, el gran programa que ha puesto en marcha Europa, para ser climáticamente neutra en 2050".
En su opinión el uso de la palabra "deal" no es casual. "Se ha tomado de la misma manera que en su día el presidente Franklin Roosevelt usó esa terminología para tratar de sacar a Estados Unidos de una situación de quiebra que se produjo con el crack del 29. En esta ocasión, la Comisión Europea ha dado un salto más, una matización: ese 'deal' no puede ser solamente 'new' tiene que ser 'green'. Y ahí es donde entra la biotecnología".
Rodíguez-Villa entiende que la industria posee "toda la capacidad para mover sistemas de producción que en épocas de confort, cómo las que hemos vivido en el pasado, podrían valer, pero no son el camino de sostenibilidad. Necesitamos una revolución industrial verde y hacerla sin la biotecnología es imposible".
"¿Cómo se pueden reducir, según las aspiraciones europeas, los niveles de productos químicos en un 50% de aquí al 2030, o minorar hasta un 20% el uso de fertilizantes químicos?", se pregunta: "Hace falta mucha I+D. Pero esa investigación y esa inversión no puede ser básica. Ha de ser encaminada al mercado, al uso y beneficio del consumidor. No es renovación de interés si no va unida a la industrialización y que los beneficios del conocimiento lleguen, por lo tanto, a la sociedad creando empleo y riqueza".
"La biotecnología va a tener un papel protagonista muy importante, poniendo en marcha las pautas que generalmente el hombre elige en las situaciones de crisis, no en situaciones de confort, así que tenemos grandes esperanzas en que aportará calidad de vida y una situación medioambiental mucho más favorable", asegura.
Pese a esas esperanzas, el presidente de AlgaEnergy también tiene quejas específicas en lo referido a su especialidad. Defiende que los productos sean sometidos a todos los controles de rigor, pero protesta por "los procesos administrativos en manos de las autoridades gubernamentales, sean locales, sean nacionales, etcétera. Deberían de tomar conciencia de que tienen que ayudar también con procesos mucho más ágiles en las aprobaciones".
"En Europa tenemos la opción de trabajar solamente con dos, ahora ya con tres, microalgas. Vas a Japón y puedes trabajar y suministrar a la población cualquier tipo de microalga que no esté en una lista negra", lamenta.
"Es justamente el criterio al revés", prosigue. "En los países de Asia les dan facilidades para que la industria, este negocio, genere riqueza. Aquí, en cambio, se cortapisa con una limitación tan potente como es la de trabajar sólo con dos microalgas".
"Hemos demostrado con estudios clínicos, con La Paz, que nuestras microalgas, producidas con nuestros protocolos, reducen lo que se llama el 'síndrome metabólico', la epidemia del siglo 21. El colesterol alto, el hígado graso, el azúcar en sangre, etcétera, los reduce drásticamente. Pero no podemos salir al mercado con una microalga, con un alimento que contenga ese producto, porque no está homologado", concluye.
Apoyo institucional
La esperanzada organización de BioSpain 2021 cuenta con el apoyo del Gobierno de Navarra, territorio en el que se radica una treintena de compañías biotech, y de la Sociedad de Desarrollo de Navarra (Sodena), que coordina la gestión de inversiones.
Según señala su directora gerente, Pilar Irigoien, Sodena "ha pasado a formar parte de un grupo de trabajo compuesto por ocho gestoras de capital riesgo especializadas en ciencias de la vida para impulsar el sector biotecnológico en la recuperación del país".