Carla y Jorge, casi sin querer, se han metido tanto en el papel que han dejado para el recuerdo de este 11-F, Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia, una metáfora insuperable. Hablando de los avances en materia aeroespacial y de la brecha de género existente en éste y en otros sectores, nos recrean un eclipse.
"Durante mucho tiempo, las mujeres han sido infravaloradas, sobre todo, en lo que respecta a la formación profesional. Han estado tapadas por la imagen del hombre", reconocen. Y nos preguntamos, efectivamente, qué sentido tiene que un astro tape a otro astro si los dos lo son.
Divagaciones filosóficas al margen, presentemos primero a nuestros dos protagonistas. Carla y Jorge son dos alumnos de 2º de ESO del Instituto de Educación Secundaria (IES) Bovalar, en Castellón.
Su profesora de Tecnología, Estela Capdevila, les ha invitado -a ellos y a otros compañeros de primero y de segundo- a que escriban sus opiniones sobre la carrera aeroespacial y sobre el papel de la mujer en un mundo tradicionalmente considerado de hombres.
Recoge el guante lanzado por D+I, que les ha aportado, como al resto de centros educativos participantes en esta iniciativa, el material periodístico necesario para que descubran qué está pasando en el sector y, de esta manera, puedan dar su opinión.
Así, han descubierto, como refleja el trabajo de Carla y Jorge, que la tecnología aeroespacial, aplicada a la meteorología, "nos permite saber con certeza el clima futuro y nos ha ayudado mucho a facilitar las comunicaciones entre diferentes lugares del mundo".
En estos momentos, recuerdan haber leído, "se están investigando y empezando a implementar diferentes satélites en la agricultura, como es el caso de sensores que controlan la hidratación del terreno". Los satélites, además, "nos ayudaran en un futuro de diferentes formas como en la investigación del espacio exterior".
No todo es oro lo que reluce
Claudia, otra de las alumnas participantes en la actividad, en este caso de 1º de ESO, prefiere tener los pies en el suelo a imaginar un futuro viajando entre estrellas. No es que no otorgue importancia a los avances en el sector, sino que avisa de que no es oro todo lo que reluce.
"Los estudios de ingeniería aeroespacial te dan la opción de aplicarlos y utilizarlos en muchos campos diferentes, pero también son estudios que requieren mucho tiempo y esfuerzo, ya que son bastante exigentes", imagina.
Añade que "este tipo de trabajo no lo puedes hacer en cualquier lugar, dado que son especializados y probablemente te tengas que ir lejos de tu hogar". Rápidamente aclara: "Bueno, quizá eso para algunos no sea un inconveniente".
Sin movernos del aula de 1º de ESO, encontramos una visión más positiva en relación a la tecnología: "La tecnología ha permitido saber hacia dónde vamos, tener un plan, ejecutarlo y administrar recursos y ciencias como las matemáticas influyen en la toma de decisiones diarias, al analizar los problemas y buscar soluciones con los datos disponibles".
Así se expresa Lucía, una alumna que considera que "tenemos que valorar bien lo que queremos estudiar porque todo eso va a influir en nuestro futuro".
Habíamos dejado a Carla y Jorge con su ensoñación satelital. Volvemos con ellos y ahí siguen: "Los satélites también poseen unos inconvenientes como es el caso de su elevado precio, su costoso tiempo de fabricación, los daños que causa en la atmósfera y que, además, contribuyen en el aumento de la basura espacial", admiten.
Pero se sigue imponiendo la ilusión de un mundo (un universo) mejor. "Los satélites nos ayudaran en la recolección de basura espacial, en la detección de posible vida en otros lugares del universo y en la exploración de lugares en los que la raza humana no puede acceder por sus capacidades físicas".
Invitar a un adolescente a hablar de satélites, estrellas y planetas es como darle permiso para volar, pero el brillo desaparece de sus ojos cuando se les recuerda a Carla y Jorge que habían comenzado el trabajo con la metáfora involuntaria del eclipse.
"Hay ciertos trabajos que la sociedad asociamos más a los hombres que a las mujeres y al haber menos mujeres, las chicas no nos planteamos dedicarnos a eso"
De nuevo con el gesto torcido, bajan a la tierra porque acaban de recordar que hay un agujero negro en la sociedad en general y en la tecnología en particular.
Aun así, se agarran al optimismo. "Poco a poco esto está cambiando y cada vez hay más mujeres en estos campos, por lo que hay más igualdad de género en la sociedad".
Pero como es necesario mejorar, ahí van algunas de sus propuestas: "Modificar el material educativo sexista para eliminar estereotipos, incluir más figuras femeninas en los libros de texto y reflexionar sobre los micromachismos que ocurren en nuestro día a día y que obviamos o ignoramos".
Una medida educativa similar propone Claudia, a la que añade que sería "interesante" llevar al instituto a mujeres destacables en ciencia y tecnología para impartir charlas. "No tenemos suficientes referentes femeninos. Hay ciertos trabajos que la sociedad asociamos más a los hombres que a las mujeres y al haber menos mujeres, las chicas no nos planteamos dedicarnos a este tipo de trabajo de mayores", explica.
Se trata -añade Lucía- de "que sigamos ejemplos de mujeres luchadoras que hicieron de este mundo un mundo mejor, con teorías que tal vez en ese momento eran teorías locas, pero que a día de hoy nos han servido de ejemplo, todas aquellas mujeres siempre serán un modelo para seguir", reflexiona citando incluso a la irrepetible Marie Curie.
Es curioso observar cómo son los propios alumnos y alumnas los que aluden a las políticas educativas para solucionar el problema. En definitiva, las acciones para reducir la brecha de género deben gravitar alrededor de la educación con la misma convicción con la que los planetas gravitan alrededor del sol.