Que el príncipe de un país acuda a inaugurar una cita relacionada con la innovación no es novedad. Que lo haga con todos los honores, durante varios años y mostrando una comprensión especial por el mentado evento ya es otro cantar. Y si le sumamos que no sólo se cite en las galas de postín, sino también en afterworks regados de cerveza y vino, el asunto ya comienza a volverse personal.
El príncipe Haakon de Noruega es de quien hablamos y la cita es ni más ni menos que la Oslo Innovation Week: un evento que se celebra a lo largo y ancho de la ciudad con 10.000 asistentes de todo el mundo desde hace 18 años. En aquellos tiempos, hablar de innovación resultaba todavía algo anecdótico; hoy en cambio es un imperativo para cualquier nación del globo.
Pero decíamos que el compromiso de Haakon va más allá, sentando incluso cuál debe ser la prioridad a seguir en la hoja de ruta de la innovación: "Todos dependemos de ella para realizar los cambios, valientes y sobre las mejores ideas, que reestablezcan el equilibrio del planeta. Las generaciones que nos precedieron no tenían el conocimiento, la tecnología y las oportunidades que nosotros tenemos".
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Con ese punto de partida, Noruega y su capital han seguido ese postulado a pies juntillas. De hacer su riqueza gracias al petróleo y el gas a aspirar a ser referente en cleantech, economía circular y energías verdes.
"Oslo ha cambiado mucho en los últimos diez años, con un rol vital en la transición verde. La ciudad tiene su propio presupuesto climático, con el objetivo de reducir las emisiones a niveles de los años 90 para el 2030", añade a renglón seguido Victoria Marie Evensen, vicealcaldesa para el Desarrollo Empresarial y la Propiedad Pública.
"Queremos crear mercado en torno a las energías verdes por medio del poder de compra del gobierno"
Desde su lado, la electrificación de todos los servicios de transporte público -autobuses, tranvías y ferries- será una realidad el próximo curso. "Creamos mercado usando el poder de compra del gobierno", explica la representante del consistorio, al tiempo que adelanta la construcción de una innovadora planta de captura de carbono en la urbe en 2026.
Hasta aquí la estrategia de Oslo y Noruega tan sólo dista de la de otros puntos del globo por su ambición y celeridad. Pero la magia surge cuando, tras la superficie de las grandes apuestas de país, se analiza el pujante ecosistema innovador que está generándose de forma orgánica.
En 2021, Oslo creó su Cleantech Hub, una iniciativa que buscaba poner en común a la Academia, startups, inversores, líderes empresariales y políticos en torno a cómo introducir tecnologías de vanguardia en la ecuación que nos ocupa. Un año más tarde, este tema se ha hecho un hueco propio en la agenda pública de la nación... y de su semana de la innovación.
Reinventar el sector energético desde la base
Una innovación que parte de la esencia misma de lo que entendemos por el modelo energético y nuestra aproximación, como ciudadanos y empresas, al mismo. La experiencia de Edgeir Aksnes, fundador y CEO de Tibber, es la voz de ese sentimiento.
"Me dedicaba a desarrollar software para la industria energética que, en última instancia, era usado para incentivar a consumir cada vez más electricidad. El modelo actual se basa en que cuanto más consumamos, más ganan esas empresas. Es algo extraño si lo pensamos en frío, y más cuando es el único modelo existente en el mercado", explica.
Una laguna existencial que, en su caso, decidió convertir en oportunidad creando su propia startup especializada en gestionar contratos de electricidad inteligentes, que reducen la factura de la luz ajustando oferta y demanda de forma automatizada.
"El modelo energético actual se basa en que cuanto más consumimos, más ganan las eléctricas. Es algo extraño"
No es la única startup noruega que está llamando la atención internacional en este campo. Over Easy, comandada por Trygve Mongstad, es otro caso digno de mención. Su compañía ha ideado una novedosa forma de desplegar paneles solares en techos planos, con unidades que pueden colocarse en vertical. Gracias a esta propuesta, se pueden alcanzar dos ciclos de producción máxima al día y complementar los incipientes jardines en los tejados de muchas urbes europeas.
Y así podríamos seguir enumerando startups hasta quedarnos sin habla, con parada final en algunos de los grandes nombres que ya se han consolidado en el mercado. Como Ocean Sun, que quiere llevar la producción de energía solar al mar, con futuristas plantas flotantes de grandes dimensiones.
U Otovo, que introdujo en Europa el modelo de suscripción para las instalaciones solares de autoconsumo y que este mismo año cerró una ronda de financiación de 60 millones de euros con la que acelerar su expansión en el Viejo Continente. La startup es ya referente de este sector en países tan variopintos como los escandinavos, España, Italia o Polonia, tal y como explica su fundador -Andreas Thorsheim- en una entrevista exclusiva con D+I que podrán leer próximamente.