Pedro Civera se jubilará dentro de unas semanas. A punto de cumplir 60 años, dejará de ejercer de profesor en las aulas del instituto de enseñanza secundaria Azorín, en Elda (Alicante).
Por sus clases de inglés han pasado cientos de alumnos que, de su mano, no solo han aprendido a desenvolverse mejor en este idioma, también a hacerlo a través del juego. “Pensaban que estaban jugando, pero en realidad estaban aprendiendo”, afirma con orgullo este docente al otro lado de la línea telefónica en entrevista con D+I.
Civera forma parte desde hace más de un año de la Kahoot Academy. En abril de 2021 se convirtió en miembro de esta comunidad de profesores-creadores que usan las herramientas de Kahoot, el gigante noruego de la gamificación educativa, en sus procesos de enseñanza-aprendizaje.
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En el haber de este docente español, figuran ya más de 1.400 kahoots, a los que 200.000 personas de todo el mundo han jugado más de 953.000 partidas, 20 cursos y cuenta con más de 7,5 millones de suscriptores. “Espero llegar a los ocho millones en Navidad”. Unas cifras que le convierten en "uno de los creadores de contenido más destacados en la plataforma", según confirman a este medio desde la propia compañía.
De este “innovador recurso”, Civera destaca que “permite personalizar la enseñanza y llevarla más allá del aula”. Y lo dice con conocimiento de causa, porque con sus kahoots no solo llega a su alumnado, también a personas de todo el planeta y todas las edades.
Kahoots más allá del aula
El entusiasmo se hace patente en su voz mientras relata cómo esta herramienta se convirtió en un “aliciente” para las clases que impartía los viernes en el instituto. “[Al alumnado] les permitía estudiar con un dispositivo que ya es cotidiano para ellos, como el teléfono móvil”, explica. “Siempre les decía que podían dejar los libros en casa, pero que no se olvidaran de traer la batería cargada”.
El éxito de la experiencia le llevó a ampliar poco a poco los contenidos y abrirlos a otras temáticas y público más allá del aula.
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En la localidad alicantina donde ha ejercido de profesor los últimos cuatro años, sus habitantes también tienen a su disposición varios kahoots con juegos sobre el pueblo. Una iniciativa que surgió durante la pandemia para “entretener a los vecinos” en esos momentos tan difíciles.
Familiarizado con Kahoot en sus tareas como docente, ya había creado anteriormente kahoots públicos. El primero, para conmemorar el 50 aniversario del IES Azorín, y más tarde, con motivo de las fiestas de Elda.
“Me gusta ver a la gente aprender y también que me enseñen a mí. Yo siempre les pedía a mis alumnos que me criticaran, que me dijeran si alguno de los contenidos era demasiado aburrido o que me sugirieran temas sobre los que yo desconozco. Los comentarios siempre ayudan a mejorar”, afirma mientras recuerda que su dedicación es vocacional.
“Dedico mi tiempo a esto porque me gusta ver a la gente feliz mientras aprende. Saber que hay gente en Shanghái usando mis kahoots me da vértigo”, admite.
Una vida dedicada a la innovación educativa
Hace una década que Kahoot salió de las aulas de la Universidad de Noruega de Ciencia y Tecnología, pero a Civera la vocación por innovar le viene de largo.
Catedrático de Lengua Inglesa en la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED) –a la que estuvo ligado durante tres décadas y de la que también fue coordinador durante 11 años–, en su currículo también figura haber sido director de CEFIRE (Centros de Formación, Innovación y Recursos Educativos de la Comunidad Valenciana).
Precisamente fue en la UNED donde empezó a experimentar con esta aplicación. En este caso, elaborando juegos de refuerzo para los cursos de acceso a la universidad dirigidos a mayores de 25 años. Fue aquella primera experiencia la que trasladó al instituto de Elda.
Su paso por CEFIRE, organismo dedicado a la formación del profesorado, también le mantuvo cerca de la innovación y de la tecnología en el sector educativo, donde, reconoce, “durante el confinamiento se puso en evidencia las carencias que existían y [muchos] tuvieron que ponerse las ‘pilas’”.
Preguntado sobre la predisposición de los docentes españoles para innovar en el aula, defiende que “todo cambio necesita su tiempo y los profesores españoles han dado la talla. Ahora, el cambio también tiene que darlo la administración, y también requiere su tiempo”.