Cuando una se convierte en madre, también pasa a ser el espejo en el que se reflejan sus hijos. En edades tempranas, aprenden por imitación, y a medida que crecen y construyen su personalidad, buscan referentes en los que mirarse fuera de casa, pero sobre todo dentro.
Julia, Clara, Guiomar y Avencia lo hicieron para encontrar y reafirmar lo que ahora son como profesionales: mujeres con carreras exitosas en diferentes campos de la ciencia y de la tecnología en empresas como Google, el Instituto Max Planck, Bioprocesia e Integra Therapeutics. Sus madres (Concepción, Carmen, Eva y Luz) se convirtieron en su fuente de inspiración desde pequeñas.
Dos de ellas (Concepción y Carmen) ya trabajaban en este ámbito de la ciencia y la tecnología, lo que motivó a sus hijas a obviar los obstáculos en un sector que sigue siendo mayoritariamente masculino para enfrentarse a los retos sin prejuicios. Recordemos que en Europa sólo un tercio de las tituladas en ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas son mujeres, según los indicadores de la Comisión Europea.
En otros casos (los de Eva y Luz) sus madres desarrollaron su carrera profesional en el sector docente dentro de las áreas STEM (las siglas en inglés de ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas) y no sólo son un referente para sus hijas, también para las futuras científicas que hoy siguen en clara minoría en las universidades.
En el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia, en D+I-EL ESPAÑOL hemos entrevistado a estas cuatro mujeres, junto a sus hijas, para conocer cómo han compartido y cultivado el interés por estas disciplinas entre generaciones, en un contexto en el que el papel de las madres se ha convertido en determinante dentro de una sociedad en la que todavía se sigue prescindiendo casi de la mitad del talento.
Concepción y Julia: unidas por las matemáticas
Cuando Julia habla de su madre, casi se refiere a ella como una confidente, al menos en todo lo que atañe a su carrera profesional. "Entiende mi día a día, los momentos buenos de trabajar en algo tan pionero y las frustraciones o el estrés de un trabajo como el que tengo ahora. Sus primeros pasos en el mundo laboral fueron bastante parecidos a los míos", cuenta.
Julia Hernández tiene 26 años y es especialista en IA y Analítica de Datos en Google Cloud. Su madre, Concepción Elena Alegre, trabajó durante 15 años moviéndose entre multinacionales norteamericanas, la mayor parte del tiempo desempeñando funciones similares a las que ahora tiene su hija: "Entonces era el boom de la microinformática, después de internet y ahora de la inteligencia artificial. Llegué a puestos de responsabilidad en los que el número de horas de dedicación era alto y pasaba mucho tiempo de viaje", recuerda.
También reconoce que cuando nacieron Julia y su hermana, el azar hizo que cambiara de profesión para convertirse en lo que es ahora: profesora de matemáticas e informática en ESO y Bachillerato. "No lo dudé y nunca me arrepentí", aunque admite que a veces "sí que he añorado esa vida de 'ejecutiva' y alguna de las ventajas que conlleva, pero me ha compensado con creces la mayor y mejor dedicación a mis hijas".
Fue ese cambio lo que, además, propició que diera clase de Matemáticas a Julia en segundo de Bachillerato y, a pesar de que como madre ya se había dado cuenta de que estaba dotada para esta materia, descubrió algo más: "Veía los problemas de forma intuitiva y desarrollaba con soltura ejercicios complejos, fue ahí cuando empecé a insistirle en la idea de que sería una buena matemática".
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Eso sí, para entonces Julia ya sabía que quería cursar una carrera STEM, pero no había decidido cuál. “El hecho de que mi madre fuera matemática, supuso que no dudase sobre mi elección de una carrera tecnológica”. Además, Concepción nunca hizo énfasis en el hecho de que ser mujer en este sector fuera un problema, al contrario: "Estar en minoría es una oportunidad de abrir camino".
Pero Julia también reconoce que su caso es excepcional porque "es muy difícil tener referencias tan cercanas como la que he tenido yo, a pesar de que cada día tenemos más mujeres en el ámbito de la tecnología en las que reflejarnos cuando somos jóvenes".
La analista de Google cree que el mercado laboral está en un momento en el que "se necesitan chicas que tengan pasión por lo que hacen y que quieran seguir aprendiendo, creciendo e inspirando a las mujeres de su entorno, para que muy pronto dejemos de ser una minoría".
Algo en lo que Concepción, como profesora de matemáticas, confía: "Los esfuerzos que se están haciendo por que las chicas rompan los estereotipos están funcionando".
Carmen y Clara: de científica a científica
Esa misma percepción tiene Carmen Fenoll, doctora en Ciencias Biológicas, catedrática de fisiología vegetal en la Universidad de Castilla-La Mancha y miembro de la Asociación de Mujeres Investigadores y Tecnólogas (AMIT), de la que fue presidenta de 2019 a 2020.
Aunque también cree que lo conseguido hasta ahora sigue sin ser suficiente: "Se ha normalizado ver mujeres ingenieras, científicas o cirujanas, pero pensar que hemos logrado la igualdad en estas profesiones es, francamente, un espejismo. Hay cambios, pero con demasiada lentitud".
En su casa, sin embargo, las cosas han ido más rápido. Sus dos hijas la tuvieron a ella y a su marido (también investigador) como ejemplo e inspiración. Una de ellas es cirujana traumatóloga y otra ha seguido los pasos de su madre.
"Yo era científica, me gustaba serlo, y me iba contenta al trabajo cada día. Si tenía que ir un domingo al laboratorio, venía toda la familia, y en casa hablábamos de ciencia y explicábamos todo desde ese punto de vista, desde el agnosticismo", recuerda.
Clara Moreno-Fenoll, investigadora en biología del laboratorio de Genética Evolutiva de ESPCI-Paris y en el Instituto Max Planck, lo corrobora: "La ciencia y la mentalidad científica siempre han formado parte de nuestro día a día. Para mí fue natural escoger una profesión relacionada”.
Admite que compartir profesión con Carmen ha creado “una conexión muy fuerte” entre ellas, pero, sobre todo, aprender que dedicarse a la ciencia no significa necesariamente convertirse en un “genio solitario". "Es posible forjarse un camino compatible con otros intereses, ya sea formar una familia o dedicarse a mejorar el sistema educativo desde dentro, como ha hecho mi madre", afirma.
A lo que su progenitora añade que "la ciencia es un oficio, no un sacerdocio ni una obsesión romántica". Explica que ella siempre tuvo claro que no renunciaría a pasar tiempo con sus hijas y verlas crecer, y dedicarse a su profesión fue posible "gracias a la corresponsabilidad de su padre y la ayuda inestimable de los abuelos".
La conciliación familiar es una constante en todas las conversaciones mantenidas para preparar este reportaje, al igual que la idea, todavía persistente, de que las carreras científico-técnicas no siempre son adecuadas para las mujeres porque “son muy difíciles, exigentes o aburridas”, enumera Carmen.
"La cultura dominante cree que nuestras principales cualidades son ser 'trabajadoras' y 'buenas colaboradoras', mientras que ellos son 'brillantes' y 'prometedores'. Esto no hace que las mujeres vean apetecible entrar en esos mundos”, critica esta científica.
Su hija reconoce que son carreras "difíciles en algunos aspectos, debido a la propia naturaleza de la investigación y otras injusticias sistémicas". De ahí que considere fundamental que haya una "cultura de reivindicación", además de "apoyo y compañerismo entre las mujeres y otras minorías que nos dedicamos a la ciencia y tecnología".
Eva y Guiomar: libertad de elección como premisa
Una madre es la primera en percatarse de las habilidades fuera de lo común de sus hijos. Eva Carrón supo que Guiomar era especial desde bien pequeña. "Habló muy pronto, con diez meses ya andaba y, desde niña, siempre manifestó un alto grado de exigencia con ella misma".
En la actualidad, Guiomar Sánchez está al frente de Bioprocesia, una startup que convierte subproductos de la industria alimentaria en proteínas de gran valor nutricional para el consumo animal y que ahonda en la necesaria transición hacia un modelo productivo más sostenible.
A los 15 años ya sabía que quería estudiar biología. Nunca optó por el camino fácil. Su nivel de autoexigencia lo ha impedido siempre. Dejó la estabilidad de su grupo de investigación para lanzarse a la aventura del emprendimiento.
La baja maternal por su tercer hijo fue el momento en que reflexionó sobre cómo quería continuar su vida profesional. Y su elección -cómo no- no fue ni la más cómoda y ni la más segura.
Pero quien no arriesga no gana y, en casa, Eva siempre inculcó a Guiomar que debía elegir en libertad en todos y cada uno de los momentos de su vida. "Era muy curiosa. Primero, quiso ser astrónoma y nos pidió un telescopio para Reyes. Después, ya en cuarto de la ESO, se decantó por la biología. Pero entonces la biotecnología no estaba tan desarrollada y en el instituto trataron de quitárselo de la cabeza", relata Eva sobre su hija.
"Me llegué a sentir presionada. Los profesores me decían que con mis notas podía aspirar a más y me trataban de guiar hacia la medicina o una ingeniería. Pero yo quería investigar en el campo de la biología. Obviamente, no estábamos en el boom que luego ha tenido la biotecnología", añade Guiomar. "Su padre -ingeniero- y yo le dimos libertad para elegir. 'Tienes que hacer lo que te guste', le decíamos. Y no se equivocó. Sabíamos que no lo haría", incide Eva.
Ella sabía mejor que nadie lo importante que es dedicarse a algo que te apasione. Madre de tres hijos, profesora y afincada en Cartagena, lejos de su tierra natal, Eva pertenece a una generación de mujeres que han luchado a capa y espada por salir adelante en una sociedad donde aspirar a una vida más allá del cuidado de los hijos no siempre era bien entendida. "Siempre he pensado que podría haber sido también bióloga en otras circunstancias", puntualiza Guiomar sobre su madre.
"¿Cómo veo el futuro? Creo que hemos avanzado mucho, pero aún queda camino por recorrer. La educación, tanto en niños como en niñas, es la llave", concluye Guiomar. Ahora, ella también es madre de tres hijos -dos niños y una niña- y es consciente de que educar en la igualdad es la llave para una sociedad más igualitaria.
Luz y Avencia: una prolífica genealogía femenina
Avencia Sánchez-Mejías ha manifestado "su propio criterio desde muy pequeña". "Muy inteligente, precoz en todo", siempre se ha mostrado "tranquila y con una capacidad para razonar y preguntar los porqués de las cosas que excedía a su edad".
Así describe Luz García, su madre, a esta científica, cofundadora de Integra Therapeutics, la ehealth española que está avanzando en algunas de las principales limitaciones de la terapia genética que son la base de la medicina del futuro.
Con un abuelo médico de profesión, Avencia reconoce que, en algún momento, se cuestionó si su futuro pasaría por la medicina o la biología, pero fue finalmente este último campo el que ha encauzado su vocación científica.
Su madre optó por las letras y ejerció como profesora de Historia en Educación Secundaria. "Hice el doctorado en Historia Medieval, mi especialidad, y ahora en la actualidad estoy en un proceso de investigación", afirma Luz García, quien mantiene en la actualidad intacta su ilusión por ampliar conocimientos en la actualidad.
Y es que tanto Luz como Avencia pertenecen a una prolífera familia, con potentes figuras femeninas que han reivindicado el poder de la educación contra las desigualdades."La genealogía de nuestra familia es muy larga. Mi abuela por parte de madre era Pura Ucelay, fundadora del Lyceum Club Femenino, una precursora de su tiempo, amiga de Valle-Inclán, directora teatral de las obras de García-Lorca, que era íntimo amigo suyo...", relata con orgullo Luz.
Esas figuras femeninas han ejercido de inspiración para Avencia casi sin percatarse de ello, como parte de un aura que le ha permitido desde su más tierna infancia mostrar libremente su forma de pensar y buscar respuestas de aquello que no entendía. "Siempre tenía mucha curiosidad por entender cómo funciona el cuerpo humano. A finales de EGB ya tenía claro que quería estudiar biología y, aunque dudó con la medicina, al final se decantó por la primera. Decía que medicina era aburrido", incide Luz.
En la actualidad, la investigación en activo de ambas -Avencia, en el campo de las terapias genéticas más avanzadas, y Luz, en Historia- refuerza ese especial vínculo que siempre han mantenido entre madre e hija.
Las madres son, sin duda, ese espejo en el que las futuras científicas se miran, y que constituye el elemento más potente para avanzar hacia una sociedad donde cada 11 de febrero ya no sea necesario recordar que ellas también tienen mucho que aportar a la ciencia y la tecnología.