El Vicerrectorado de Política Científica de la Universidad Carlos III (UC3M) ha presentado la cuarta edición de su trabajo anual en el que recopila los diez retos en I+D+I que deben abordar de forma conjunta los centros educativos, las organizaciones, las compañías y las entidades dedicadas a la investigación a lo largo de 2023.
Carlos Blanco, vicegerente de Investigación y Transferencia UC3M, ha sido el encargado de presentar este decálogo de metas durante una jornada que ha tenido lugar en el Parque Científico y Tecnológico que tiene la mencionada universidad en Leganés.
En concreto, se distinguen la soberanía tecnológica, la cuántica, los exoesqueletos y la robótica, la electrificación, el fraude online y la biometría, la disrupción de las industrias culturales, el metaverso, la inteligencia artificial aplicada a la logística, la amplificación del IoT y la gestión del talento.
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Juan José Vaquero, vicerrector de Política Científica UC3M, ha explicado en su intervención que han participado en este proyecto más de 57 investigadores pertenecientes a 52 grupos de investigación de la universidad, de los cuáles el 61% son del ámbito de las ingenierías y el 39% del de las ciencias sociales y humanidades.
Vaquero ha precisado que, en la suma de las cuatro ediciones que acumula este trabajo, han pasado por él más de 200 expertos de 120 grupos. De la suma total, el 55% son del sector de la ingeniería y 45% de las ciencias sociales. Además, cerca del 40% son mujeres.
Colaborar para innovar
Durante la presentación, Teresa Riesgo, secretaria General de Innovación del Ministerio de Ciencia e Innovación, ha insistido en la necesidad de mejorar las condiciones de la transferencia de conocimiento entre las instituciones científicas o académicas y los ámbitos de I+D+I de las empresas.
Riesgo ha precisado que la colaboración entre los diferentes miembros del ecosistema es esencial para desarrollar la innovación. Así, ha destacado el trabajo que se ha hecho en España en los últimos años en este sentido a través de la presentación y el impulso de diversos proyectos estratégicos, los famosos PERTE.
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En este sentido, Jaime Martorell, Comisionado del PERTE de Microelectrónica y Semiconductores, que también ha estado presente en la ponencia, ha subrayado que esta iniciativa "es única por muchas razones", tanto estratégicas como de desarrollo del sector, ya que se alinea con la normativa europea que quiere "equilibrar el peso" en la producción mundial de semiconductores. En concreto, se espera que la región pase de un 8% a un 20% de la fabricación de estos componentes para 2030.
En este camino, Martorell ha señalado que es imprescindible reforzar todo el ecosistema, así como la industria asociada, por eso, ha precisado, en esta primera etapa del PERTE han dedicado más tiempo a recorrer toda la geografía española, visitando centros de investigación, empresas, universidad y recogiendo información.
De la transferencia a la interconexión
En la jornada de presentación de los diez retos en I+D+I también ha tenido lugar una mesa redonda centrada en la soberanía tecnológica y participada por investigadores de la UC3M, así como por miembros de la industria en la que se ha abordado, entre otros, conceptos como la colaboración, la transferencia o la interconexión.
Guillermo Carpintero, investigador UC3M del grupo de Optoelectrónica y Tecnología Laser, ha sido el encargado de romper el hielo y lo ha hecho explicando la necesidad de trasladar el conocimiento de la universidad a la empresa para que la sociedad sea realmente competitiva.
Rosa Lillo, investigadora y directora del Instituto Big Data UC3M, se ha mostrado de acuerdo con su compañero sobre esta metodología, que ha precisado que está siendo efectiva, pero ha puesto el foco en la falta de talento como una de las debilidades que aún queda pendiente abordar.
En su turno, Arturo Ribagorda, investigador UC3M del Computer Security Lab, ha señalado que este debate sobre la transferencia de conocimiento no es algo nuevo, sino que lleva dándose de forma recurrente en los últimos años y, según ha afirmado, si bien se ha mejorado, "aún queda mucho por hacer".
Esta idea también ha sido compartida por Javier Ponce, director general del CDTI, que ha precisado que la innovación surge, precisamente, de esta interconexión, un sistema que en el caso español "aún no está bien resuelto", ya que existen problemas para conducirlo de los centros académicos a las empresas.
Mientras, Pedro Mier, presidente de AMETIC, ha puntualizado que la disrupción también se realiza desde las compañías. "Sin empresas no hay innovación, hay ciencia, pero no innovación", ha afirmado.
Así, el responsable de la patronal tecnológica ha insistido en que no hay que centrarse en una transferencia de conocimiento lineal, sino en una metodología de colaboración que incremente la rapidez a la hora de llegar al mercado.
Carpintero ha querido rebatir esta idea, señalando que "la empresa tiene la tecnología de hoy, pero la universidad tiene la de mañana". El investigador de la UC3M ha explicado que el trabajo desde las instituciones académicas es esencial para impulsar la competitividad de un país.
Lillo ha coincidido con su compañero y ha apuntado que, de hecho, las firmas buscan soluciones a problemas disruptivos mediante nuevas metodologías que se desarrollan en el entorno universitario, por lo que "la colaboración y la interconexión son totalmente necesarias". Aún así, ha señalado que existen dificultades que hay que abordar como la rigidez del sistema público español, que hace que los docentes deban investigar y dar clases, lo que apenas les deja tiempo para "salir al mercado" a establecer alianzas que impulsen los proyectos.
José Bayón, CEO de Enisa, se ha mostrado de acuerdo con la investigadora y ha insistido en que los modelos económicos que realmente funcionan en el mundo introducen conocimiento, educación, la suma de capital público y privado y bases industriales.
Los ponentes también han mencionado algunos problemas que enfrenta el ecosistema como la fuga de talento que "no encuentra la forma de volver", el hecho de que se generen startups en España que acaben vendiéndose a otros países o la necesidad de buscar una soberanía europea en otras áreas como la ciberseguridad.